Filosofía de la educación. Carlos Rojas Osorio. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Carlos Rojas Osorio
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789587149432
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manifiesta un profundo pesimismo sobre las capacidades morales e intelectuales de la mayoría de los ciudadanos que constituía esta clase”.54

      Los gobernantes se seleccionaban entre los guardianes por sus cualidades de sabiduría práctica y por su interés en el bien común (recordemos que en la polis la vida del individuo vale según lo que aporte al conjunto social). En este contexto, la educación es la única garantía de que los regentes no degeneren en tiranía; el verdadero problema es, pues, la educación. Es más, la estructura del Estado descansa en la educación y hasta se identifica con ella: “Su regente es el producto supremo de la educación y, a su vez, el regente es el educador de la polis”.55 La polis primigenia se estructuraba exclusivamente sobre la mejor manera de satisfacer las necesidades, era un Estado sano, pero no era el Estado ideal, pues éste incluye la filosofía y la educación en las altas esferas intelectuales.56

      Las virtudes propias de cada clase social se corresponden con las virtudes de las partes del alma. Al alma racional y a la clase regente les corresponde la virtud de la sabiduría. Al alma irascible y a la clase guerrera les corresponde la virtud de la valentía. Y a la clase de los artesanos le corresponde la virtud del alma concupiscible, es decir, la templanza. Por otra parte, la justicia es la “perfección con que cada clase dentro del Estado abraza la virtud específica y cumple la misión especial que le corresponde”.57 En el alma también hay una justicia u orden armónico que implica que la razón mande con sabiduría sobre las otras partes del alma, y estas obedezcan. La justicia es orden, y ese orden del alma y de la ciudad refleja el orden de la naturaleza (cosmos), que es el concepto central de justica platónica.

      Hay solo una forma de justicia (el orden armónico), pero también hay muchas formas degeneradas, muchas formas de injusticia. La educación debe ocuparse también de estas degeneraciones (patología de la ciudad); en esta labor, su modelo es la ciencia médica. De hecho, la timocracia (gobierno de los guerreros), que es ya una forma degenerada, obedece a un defecto en la educación: al hecho de haber insistido demasiado en el entrenamiento físico que conduce a un espíritu bélico. La oligarquía es una degeneración de la timocracia, y la democracia una degeneración de la oligarquía. La última y peor degeneración es la tiranía.

      Los guardianes son educados en la música, la gimnasia y las matemáticas (aritmética, geometría y astronomía). La música educa para percibir la armonía y la precisión que hay en la belleza —elemento que tiene un efecto benéfico en la educación—. Música y gimnasia son las dos partes esenciales de la educación; la combinación acertada de estos dos elementos da como resultado “la sinfonía del alma”.58 No obstante, Platón no admite toda clase de música, pues hay una música sensual, como la de los jonios, que no debe estar permitida. Se debe dar preferencia a la lira y la cítara, pero no a la flauta, que es medio salvaje. La gimnasia, el entrenamiento físico, solo se dará a las mentes y los cuerpos sanos, mientras que los deformes deberán ser eliminados.59

      Platón reprime a los poetas de la República:

      Primeramente, parece que debemos supervisar a los forjadores de mitos, y admitirlos cuando estén bien hechos y rechazarlos en caso contrario. Y persuadiremos a las ayas y a las madres a que cuenten a los niños los mitos que hemos admitido, y con éstos modelaremos sus almas mucho más que sus cuerpos con las manos. Respecto a los que se cuentan ahora, habrá que rechazar la mayoría.60

      Para Platón, los “forjadores de mitos” son los poetas, y se refiere nada menos que a Homero y Hesíodo. Más adelante agrega:

      Ni tú ni yo somos poetas, sino fundadores de un Estado. Y a los fundadores de un Estado corresponde conocer las pautas según las cuales los poetas deben forjar mitos y de las cuales no deben apartarse sus creaciones.61

      En su opinión, los poetas mienten acerca de los dioses. Se refiere al hecho de que en Homero y en Hesíodo los dioses son presentados en forma humana, demasiado humana: se casan, tienen celos, pelean entre sí. Y esa mitología popular Platón pretende sustituirla por su mitología filosófica. Desde el punto de vista platónico, la poesía socaba el orden moral de la sociedad. Pero también, como subraya Jorge Larrosa, “amenaza el buen orden del alma […]. Los peligros de la poesía para el buen orden de la ciudad son análogos a los peligros de la poesía para el buen orden del alma”.62 El peligro de la poesía es que recurre a las partes irracionales del alma. “El argumento de Platón en contra de la poesía implica [...] la oposición de la razón y las partes irracionales del alma, que se involucra en el tema de la poesía y en todos los aspectos de la personalidad sobre la cual se influye”.63 Asimismo, “Platón estaba dispuesto a desterrarla porque la vio como una imitación de una educación, y de una mala educación en lo mismo”.64 Como bien afirma Melling, el programa educativo platónico no deja nada de lo que había sido la educación griega basada en Homero, Hesíodo y los demás poetas.65

      En la república platónica los poetas no pueden decir mentiras, pero los magistrados del Estado sí pueden hacerlo para beneficio de este: “Si es adecuado que algunos hombres mientan, éstos serán los que gobiernan el Estado, y que frente a sus enemigos o frente a los ciudadanos mientan para beneficio del Estado”.66 Nada qué envidiar a un príncipe maquiavélico.

      Platón da al arte dramático el mismo tratamiento que le da a la poesía; indica que, cuando lleguen artistas dramáticos de otras ciudades, se les coronará pero se les advertirá que han de ir a otras ciudades y no hacer representaciones teatrales en la República; a los dramaturgos de otras ciudades que vengan a representar sus obras se les dirá: “No imaginéis, pues, que os dejaremos alegremente penetrar en nuestra ciudad, levantar vuestro teatro en la plaza pública y hacer declamar a vuestros actores que disponen de voces más sonoras que las nuestras”.67 Además, dichos dramaturgos deberán mostrar sus obras a los magistrados, y estos juzgarán si pueden o no ser representadas.

      Todos estos rasgos son muestras del espíritu poco democrático de la teoría platónica de la educación. En efecto, la república platónica no es ningún modelo de democracia, sino más bien una aristocracia. “Su nueva concepción filosófica de la cultura descansa sobre la paideia antigua de Grecia (por muchas reformas que en ellas introduzca)”.68 Ahora bien, como vimos, la paideia griega antigua era la de la aristocracia homérica. En Las leyes hay medidas antidemocráticas muy dogmáticas, pues se señala que habrá una religión oficial y un sacerdocio oficial. Se ordena evitar las siguientes tres herejías, bajo pena de castigo por la ley: afirmar que no existen los dioses; afirmar que existen los dioses pero que ellos no se ocupan de la humanidad y sostener que es fácil persuadirlos mediante sacrificios y plegarias. Se harán intentos de persuadir a los herejes de su falsedad, pero, si no hacen caso, pueden ser encarcelados, y en última instancia, si son incorregibles, podrán ser condenados a la pena de muerte. Este dogmatismo antidemocrático lo predica Platón para, supuestamente, evitar la inmoralidad, pues de admitir dichas herejías se socaba la moralidad.

      En la República no se contempla una educación para la clase de los artesanos; en cambio, en Las leyes, dado que todos los ciudadanos varones (los hombres libres) participan en la asamblea para la toma de las decisiones, se plantea la necesidad de una educación para todos ellos. En esta obra (en la que, como en otras, su autor admite la esclavitud), Platón afirma que todos los ciudadanos deben participar en la defensa de la ciudad, y por tanto todos recibirán entrenamiento militar. Señala que se estudiará matemáticas, música y literatura, pero que se mantendrá la prohibición sobre la poesía y el arte dramático:

      Que los poetas deben apartarse en sus composiciones de todo aquello que se considera como propio del Estado, al mismo tiempo que resulte justo, bello, honesto; la ley les prohíbe mostrar sus obras a los particulares antes de que las hayan conocido y aprobado los guardianes de las leyes y los jueces establecidos por estos para examinarlas69

      Platón explica la razón de ser de esto, que podríamos denominar un “comité de censura”:

      La raza de los poetas no es capaz, en general, de distinguir lo bueno de lo malo. Si se diera el caso de que nuestros poetas, bien por medio de palabras o bien en sus himnos, se equivocasen respecto a este asunto, su error daría lugar a que nuestros ciudadanos elevasen a los dioses súplicas mal concebidas.70

      Como los poetas no dicen la verdad ni saben distinguir