Filosofía de la educación. Carlos Rojas Osorio. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Carlos Rojas Osorio
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789587149432
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de futuros ciudadanos, recibieran un trato mucho más indulgente, dando pie a los comentarios de Aristóteles”,98 quien decía que la vida de las mujeres bajo Licurgo era licenciosa, en contraste con la sobriedad que este legislador supo implantar entre los varones.99

      Parece ser que la escuela de Pitágoras aceptaba a las mujeres. Jámblico, en su Vida de Pitágoras, enumera varias mujeres filósofas que fueron discípulas del matemático. Una de ellas fue Teano, la esposa de Pitágoras, a quien Diógenes Laercio le atribuye algunos escritos.100

      Quizá la más mencionada de las mujeres cultas de Grecia sea Aspasia de Mileto, que vivió en Atenas en tiempo de Pericles. Este dejó a su esposa y se unió a Aspasia, quien fundó una escuela de retórica, a la que, se dice, asistió Sócrates. Otra mujer sobresaliente fue la hija de Aristipo de Cirene, Arete, quien dirigió la escuela fundada por su padre. Más adelante orientó la educación de su hijo, Aristipo el joven, que fue quien recopiló la obra de su abuelo. Por su parte, Leoncia participó activamente en el jardín de Epicuro, y al parecer era su cortesana. Es importante señalar que la escuela epicúrea admitía a las mujeres en la actividad filosófica.

      Porfirio cuenta que entre los discípulos de Plotino hubo varias mujeres que lo veneraban. En el mundo helenístico hubo muchas mujeres que participaron en la vida cultural, especialmente en Alejandría. La más famosa de todas fue Hipatia de Alejandría (360-415), seguidora de la escuela neoplatónica (incluso llegó a ser líder de los neoplatónicos en aquella ciudad). Ella estudió bajo la orientación de su padre, que era geómetra y astrónomo. En Atenas estudió a Platón y Aristóteles, y allí compartió sus estudios con una hija de Plutarco, Asclepigenia. En 393, Hipatia enseñó en la universidad de Alejandría, donde comentó el Canon de Astronomía y la Aritmética de Diofanto, así como las Cónicas de Apolonio. En 390, el templo de Serapis fue incendiado por cristianos dirigidos por el obispo Teófilo, patriarca de Alejandría. Hipatia no tomó partido entre las facciones religiosas (judíos y cristianos), y fue ejecutada en 415. Varios poetas la han inmortalizado como la última portadora del gran legado del pensamiento griego. Infortunadamente, dicho legado no ha llegado a nosotros.

      Finalmente, mencionaremos a Hiparquia, discípula de Diógenes el cínico, quien elogia su cultura filosófica y la elegancia de sus argumentaciones.

      Conclusiones

      La filosofía de la educación en Grecia tuvo dos grandes tendencias. Por una parte, la tendencia aristocrática, cuya procedencia se remonta al mundo homérico, pero que es recuperada por filósofos como Sócrates, Platón y Aristóteles. Quizá la idea del hombre magnánimo de Aristóteles resume bien ambos periodos:

      El objeto respecto del cual el magnánimo tiene la actitud debida son los honores y la privación de ellos. Y no hay que insistir en que es claro que los magnánimos tienen que ver con el honor: es del honor sobre todo de lo que se creen dignos, y con razón. El pusilánime se queda corto tanto en relación consigo mismo como con la pretensión del magnánimo. El magnánimo, si es digno de las mayores cosas, será el mejor de todos, pues el que es mejor que los otros es siempre digno de cosas mayores, y el mejor de todos de las más grandes. Por tanto, el verdaderamente magnánimo tiene que ser bueno. Incluso podría parecer que es propia del magnánimo la grandeza en todas las virtudes, y en modo alguno le cuadraría huir desenfrenadamente o cometer injusticias.101

      La excelencia (o areté) es el ideal del ser humano completo. En los tres filósofos mencionados hay un alto grado de intelectualismo. Para Sócrates, la virtud es conocimiento, y el que obra mal lo hace por ignorancia. Ni Aristóteles ni Platón están de acuerdo con esta tesis, pero su intelectualismo se manifiesta de otro modo. Para Platón, son los filósofos, los sabios, los que deben gobernar para que la sociedad sea buena y justa. El filósofo debe aprender la dialéctica para encumbrarse al mundo inteligible, pero debe descender, como el prisionero que sale de la caverna, para educar y gobernar. Aristóteles es intelectualista porque para él el más alto modo de existencia es la vida teórica o contemplativa. Vida del pensamiento que imita a los dioses, pues la vida de los dioses es el pensamiento, pensarse a sí mismo. El modelo educativo de Platón no llegó a realizarse; su república está construida por “el discurso”; pero bien podría decirse que refleja más el modelo miliciano de Esparta que el democrático ateniense. Por otra parte, además de los postulados de estos tres filósofos, tenemos la tendencia retórica y sofística, que, como vimos, fue la que marcó las directrices de la práctica educativa griega, al menos desde el siglo v a.C.

      Menos intelectualistas que los filósofos, los rétores y los sofistas eran de tendencia democrática, pues representaban la nueva realidad social griega. El ideal del ser humano propugnado por los rétores y los sofistas es el del buen orador. Al principio, este ideal siguió un modelo muy pragmático, basado en el éxito y la eficacia del discurso; pero luego, poco a poco, los sofistas fueron incorporando aspectos éticos, como puede verse ya en Isócrates. El buen orador deberá ser un buen ser humano. Aristóteles admitió la retórica y daba un curso con este título en el Liceo. Y toda esta herencia retórica la recogen Cicerón y Quintiliano en la educación romana. La tendencia retórica incorporó las distintas ciencias y saberes que poco a poco se habían desarrollado en Grecia: gramática, oratoria y dialéctica, las cuales están basadas en un trabajo con el lenguaje. Pero también incorporaron de la escuela pitagórica la música y las matemáticas. Platón hace énfasis en la matemática, la dialéctica, la astronomía y la música; los sofistas y rétores, en las ciencias del lenguaje, especialmente en la retórica. Aunque desde una perspectiva enciclopédica el modelo de Platón era más completo, desde el punto de vista social sólo estaba dirigido a los guardianes, los gobernantes y sus auxiliares, o a los que aspirarían a ello. La tendencia retórica, en cambio, invitaba a todos a la educación, bastaba querer superarse y ser exitoso.

      En el periodo helenístico, como se verá en el siguiente capítulo, las escuelas filosóficas predican el retiro a la vida privada, porque, dado que Grecia había perdido su independencia —con Alejandro y luego con los romanos—, ya no era interesante ocuparse de la política. Es lo que puede comprobarse en la filosofía estoica, epicúrea, escéptica, cínica y neoplatónica. La educación modelada por la retórica concluye con los romanos; la nueva fe, el cristianismo, critica la retórica y la sustituye por la doctrina cristiana, como bien dice San Agustín en un libro que lleva ese mismo título y que estudiaremos en un capítulo posterior. La educación modelada por la dialéctica entendida como lógica vuelve a ser importante en el periodo escolástico medieval, a partir del siglo xi.

      La tabla 2 presenta un compendio de las escuelas estudiadas en este capítulo.

      Tabla 2 La paideia o formación griega

Escuelas Principales representantesConceptos básicos
Educación poéticaHomeroHonor, valentía
HesíodoTrabajo
PíndaroVirtud innata
Educación retórica y sofísticaGorgias de LeontiniDiscurso como poder
Protágoras de AbderaDemocracia
Hipias de ElisMatemáticas
IsócratesElocuencia
Escuelas filosóficas: Academia Liceo Stoa Jardín Escuela escéptica SócratesVirtud como conocimiento
PlatónSabiduría
AristótelesVirtud como hábito
ZenónGobierno de sí mismo
EpicuroFelicidad, amistad
Sexto EmpíricoLibertad, investigación

      Henry Marrou, Historia de la educación en la Antigüedad, Buenos Aires, Eudeba, 1970.

      1 Se le atribuye a Homero ser el autor de la Ilíada y la Odisea, los dos grandes poemas épicos de la antigua Grecia. Homero vivió en el siglo viii a.C., y se cree que nació en la isla de Quíos y que llegó a estar ciego. Heródoto es el primero que señala a Homero como el autor de los dos grandes poemas épicos, que fueron originalmente declamados por los aedas. No se sabe con certeza cuándo apareció el texto escrito, pero para el gobierno de Pisístrato, en las fiestas panateneas, ya había uno (520 a.C). El texto sobre el cual se basan las actuales versiones de la Ilíada data del periodo helenístico y fue establecido por Aristarco de Samotracia en Alejandría.

      2 Paul Monroe,