4 Henry Marrou, Óp. cit., p. 11.
5 Ibíd.
6 Homero, Ilíada, XI.
7 Ibíd., XVIII, 105.
8 Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra, 12,ª ed., Andrés Sánchez Pascual (trad.), Madrid, Alianza, 1984, p. 96.Ibíd., IX, p. 438-443.
9 H. Marrou, Óp. cit., p. 13.
10 Aristóteles, Ética a Nicómaco, 1095b.
11 Emilio Crespo Güemes, “Prólogo” a Homero, Ilíada, Madrid, Gredos, 1991, p. 61.
12 Werner Jaeger, Paideia. Los ideales de la cultura griega, México, Fondo de Cultura Económica, 1962, p. 26.Arist., Ética Nic., 1123b.
13 James Bowen, Historia de la educación occidental, 4.ª ed., Barcelona, Herder, 2001, vol. I, p. 87.
14 Ibíd., p. 88.
15 Hesíodo, aunque natural de Jonia, se trasladó a Beocia, en la Grecia continental. Era de familia de labradores. Su obra Los trabajos y los días se suele ubicar hacia los siglos ix u viii a.C.Aldo Agazzi, Historia de la filosofía y de la pedagogía, versión de Gonzalo Girones, Alcoy, Marfil, 1971, tomo II, p. 39.
16 Hesíodo, Los trabajos y los días, Madrid, Gredos, 1997.
17 Píndaro (522-448 a.C.). Se cree que nació en Cinocéfalos, Beocia, y que pertenecía a una familia aristocrática.
18 Pindaro, citado en A. Agazzi, Óp. cit., vol. II, p. 41.
19 Gorgias de Leontini (497-389 a.C.) nació en Sicilia. Se le atribuye la invención del arte de la oratoria. Recibió su formación de Córax y Tisias, también oradores sicilianos. Fue enviado por sus conciudadanos en embajada a Atenas para pedir ayuda frente a la amenaza de Siracusa, misión en la cual tuvo éxito. A semejanza de los otros sofistas, cobraba por la enseñanza. Murió a edad avanzada, cuando tenía más de cien años.
20 Protágoras de Abdera (480-410 a.C.) enseñó en varias ciudades griegas. Fue amigo de Pericles y de Eurípides. Fue acusado de impiedad por su obra Acerca de los dioses, y se le impuso el destierro como castigo. De regreso a su patria, murió durante el viaje.
21 Hipias de Elis (segunda mitad del siglo v a.C.) tuvo fama de poseer un saber enciclopédico. Aparece en varios de los diálogos platónicos (Hipias Mayor, Hipias Menor y Protágoras). Se le atribuye la distinción entre lo que existe por naturaleza y lo que meramente establecen las convenciones sociales.Sobre el Menón, véase el capítulo 2 de esta misma obra, dedicado a la educación moral y ética.
22 W. Jaeger, Óp. cit., p. 268.
23 Los rétores eran los oradores y maestros de elocuencia.
24 Ibíd., p. 269.
25 Ibíd.
26 Ibíd., p. 273.Ibíd., p. 275.
27 Protágoras y Gorgias, Fragmentos y testimonios, José Barrios (introd. y trad.), Madrid, Orbis, 1980, p. 51.
28 W. Jaeger, Óp. cit., p. 278.
29 Ibíd., p. 286.
30 Ibíd., p. 283.
31 Arist., Ética Nic., 1180a24.W. Jaeger, Óp. cit., p. 287.
32 P. Monroe, Óp. cit., p. 515.
33 W. Jaeger, Óp. cit., p. 287.
34 Ibíd., p. 290.
35 Ibíd., p. 281.Tzvetan Todorov, Teorías del símbolo, Caracas, Monte Ávila, 1991, p. 65.
36 Protágoras y Gorgias, Óp. cit., p. 164.
37 Ibíd.Ibíd., p. 165.
38 Ibíd., p. 164.
39 Tomás Calvo, De los sofistas a Platón. Política y pensamiento, Madrid, Cincel, 1992, p. 97.
40 Platón es el más famoso filósofo nacido en Atenas. Vivió entre 427 y 342 a.C. Fue discípulo de Sócrates durante veinte años, hasta la muerte del maestro. Fundó la Academia, en la que se estudiaba matemáticas, ciencias y filosofía (dialéctica). Allí escribió sus Diálogos. Emprendió tres viajes a la isla de Sicilia, donde, en Siracusa, reinaba Dioniso I, y luego Dioniso II, con el fin de convencer al tirano de la reforma política que defendía y en la cual la educación está en manos de la clase gobernante, los sabios. Pero fracasó en convencer al tirano de la necesidad de sus reformas. El alumno más distinguido de la Academia fue Aristóteles.
41 Platón, República, Madrid, Gredos, 1992, 473c.
42 W. Jaeger, Óp. cit., p. 623.Ibíd., p. 636.
43 David Melling, Introducción a Platón, Madrid, Alianza 1991, p. 244.
44 W. Jaeger, Óp. cit., p. 631.
45 Claudia Mársico, “El status de la polis sana en la República de Platón”, Diálogos, Río Piedras, núm. 74, 1999.
46 W. Jaeger, Óp. cit., p. 635.Ibíd., p. 636.
47 Platón, Óp. cit., pp. 409-410.
48 Ibíd., 377c.
49 Ibíd., 379a.Jorge Larrosa, La experiencia de la lectura. Estudios sobre literatura y formación, Barcelona, Laertes, 1998, p. 68.
50 Alexander Nehemas, “Acerca de la imitación y de la poesía en el libro X de la República”, en: Estéticas. Miradas contemporáneas, Bogotá, Universidad Jorge Tadeo Lozano, 2004, p. 52.
51 Ibíd., p. 53.
52 D. Melling, Óp. cit.
53 Platón, Óp. cit., 389b-c
54 Platón, Las leyes, Madrid, Obran Maestras, 1965, libro VII.
55 W. Jaeger, Óp. cit., p. 603.Platón, Las leyes, Óp. cit, libro VII.
56 Ibíd.
57 Jorge Mario Mejía, El teatro filosófico y la rapsodia. Otra interpretación del Ion platónico, Manfred Kerkhoff (prólogo), Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 2003, p. 250.Maurice Blanchot, L’Entretien infini, París, Gallimard, 1996, p. 466. Citado en: J. M. Mejía, Óp. cit., p. 251.
58 J. M. Mejía, Óp. cit., p. 252.
59 Platón, República, Óp. cit., 456a.
60 Platón, Las leyes, Óp. cit., libro VII.“El mito de la caverna” se encuentra en el Libro VII de la República de Platón. Es una lectura fecunda para interpretar desde la perspectiva de la educación.
61 Platón, República, Óp. cit., 518d.
62 Pierre Hadot, Ejercicios espirituales y filosofía antigua, Madrid, Siruela, 2006, p. 179.D. Melling, Óp. cit., p. 244.
63 Ibíd., p. 248.
64 Narciso Vilaró, Apuntes de historia y filosofía de las ciencias. Desde la Antigüedad hasta el siglo xxi, Ponce, 2007, p. 87.Platón, Protágoras, Madrid, Gredos, 1993, pp. 322-323.Isócrates fue profesor durante cincuenta y cinco años (393-338 a.C.), y llegó a ser uno de los mil doscientos ciudadanos más ricos de Atenas. Sus maestros fueron los sofistas Pródico y Gorgias. Tuvo una escuela en Atenas, cerca del Liceo aristotélico, la cual no era una secta hermética como la academia platónica, sino que se dirigía principalmente al nivel medio de los atenienses cultos. Allí se pagaba por un ciclo completo de educación que duraba tres o cuatro años. Aunque Isócrates cuestiona el nihilismo de su maestro Gorgias, de todos modos es un continuador de la sofística.
65 Friedrich Nietzsche, Escritos sobre retórica, Madrid, Trotta, 2000, p. 168 y 191.
66 H. Marrou, Óp. cit., p. 96.
67 Ibíd., p. 102.
68 Isócrates en H. Marrou, Óp. cit., p. 105.
69 Ibíd., p. 106.
70 W. Jaeger, Óp. cit., p. 935.Isócrates en H. Marrou, Óp. cit., p. 107.
71 Kalos es lo bello y agathos lo bueno; su unidad, lo bello-bueno