La cimarrona que se fugaba para incorporarse a los territorios liberados o cumbes, huyendo de la pesadilla de la esclavitud, lo hacía por convicción propia. Sabía que esa fuga significaba la asunción de su libertad, corriendo los mismos riesgos que el hombre, asumiendo las consecuencias que esta valiente decisión le acarrearía en caso de que fuera capturada. Pero las consecuencias positivas estarían fundamentadas en la reivindicación de su derecho a ser humano.
En líneas generales, el cimarronaje es la esencia del panafricanismo: no hay panafricanismo sin cimarronaje. Se diferencia de otras posturas en términos de organización y acción, y no tanto en términos teóricos o filosóficos. La crítica a la organización formal y permanente, junto a la defensa de la acción directa —incluyendo la que cae en la ilegalidad de los distintos sistemas jurídicos que la relación entre el kilombo y virreinato crea—, serían los dos elementos más característicos del cimarronaje. Así pues, el cimarronaje aboga por la organización informal de afinidad frente al kilombo. Las cimarronas defendieron el ataque directo —y violento cuando fue necesario— contra la plantación azucarera, el algodón, el Estado, la autoridad imperial española, y todos los símbolos de estos elementos. El resultado del movimiento de insurrección antiesclavista panafricanista más sobresaliente se dio en lugares como San Basilio de Palenque, Palmares, Capaya, Caucagua, Ocoyta, Taguaza, Chuspa, hasta la actual República de Haití. Cientos de miles de cimarronas se lanzaron a la lucha por su libertad; entre esas destacaron la figura de Wiwa, esposa de Benko Biojos, reina del palenque de Sierra María (Colombia), quien con su hija Orika, princesa del palenque de San Basilio, reconocida cimarrona, y su hijo Sando, continuó el proyecto de libertad, después de la muerte del líder el 16 de marzo de 1621. Otras mujeres palenqueras, grandes guerreras, fueron Polonia y Agustina.
Para las cimarronas cualquier momento es bueno para comenzar la revolución social y nacional. En tanto que vivan en una sociedad esclavista, racista, autoritaria, explotadora, y alienante (como lo es la sociedad capitalista), existirán razones suficientes para empezar a movernos en busca de nuestra libertad. Las crisis pueden acelerar los procesos revolucionarios, pero las razones ya existen hoy en día, haya crisis o no.27
El cimarronaje es la primera experiencia exitosa de panafricanismo desde la democracia, donde las mujeres se rebelaron siempre en diferentes formas de resistencia radicales como el suicidio, el asesinato de los propios hijos y el aborto provocado, pues pensaban que la muerte era preferible a la esclavitud. Otra forma de resistencia fue la labor de las niñeras, las nodrizas y las hayas, quienes, sometidas al estilo de la casa grande, utilizaban el cuidado de los niños de los amos para hacerles conocer los valores culturales propios, por medio de historias y cantos de cuna. Aquí se trata de un proceso lento, difícil de demostrar pero que hoy descubrimos reflejado en la mentalidad de la cultura latinoamericana. Cuando se menciona la revolución haitiana, individuos como Toussaint Louverture y Jean-Jacques Dessalines son siempre discutidos como los grandes héroes revolucionarios. Estos hombres merecían el distinto honor de ser los padres fundadores de Haití. Las mujeres de todas las posiciones sociales participaron en la gesta que expulsó con éxito al poder colonial francés, español y británico de la isla. A pesar de sus diversos papeles importantes en la Revolución, las mujeres revolucionarias rara vez han sido incluidas en las narrativas históricas y literarias de las revueltas de esclavos. Sin embargo, hubo otros participantes que jugaron parte integral de la Revolución Haitiana (1791–1804).28 sin duda doña CéciIe Fatiman es la más importante de estas mujeres. Fue un agente de cambio radical. Su participación como consejera de aquel proceso de transformación social fue determinante en una de las mayores gestas de la historia: la revolución haitiana. Fatiman se casó con Louis-Michel Pierrot, un general en el ejército revolucionario haitiano y posteriormente presidente. Tuvo una vida longeva hasta los ciento doce años. Era hija de una esclava africana y de un francés blanco de Córcega. Ella y su madre fueron vendidas como esclavos en Saint-Domingue (como entonces se conocía a Haití), mientras que sus dos hermanos desaparecieron en la trata de esclavos. Se la describe con el pelo largo oscuro, sedoso y ojos verdes. En agosto de 1791, como máxima sacerdotisa, fue poseída por la esencia irreductible del principio femenino y la madre guerrera, Èzili Dantò. La Mambo Fatima eligió a Boukman entre todos los feroces guerreros presentes para dirigir la insurrección. Fatima presidió la ceremonia y asamblea constituyente en Bois Caïman que dio lugar a la revolución en el papel de sacerdote junto con el sacerdote Boukman Dutty. Ella profetizó que los esclavos Jean-François, Biassou y Jeannot serían líderes de un movimiento de resistencia africana y de una revolución que liberaría para siempre la esclavitud de la isla. Ella propuso a Boukman como comandante en jefe de la revuelta. Con unas tácticas de organización social impresionantes, tras sacrificar a un animal, se tomó un juramento, exhortaron a los presentes a vengarse de sus opresores blancos franceses. Es muy probable que el histórico discurso que pronunció Boukman aquella noche estuviera escrito o inspirado por ella, y puede ser considerado el primer gran congreso panafricanista de la historia:29
El buen señor que creó la Tierra, que nos da la luz desde lo alto, que soporta el océano y hace al trueno rugir. ¡Escuchad bien, todos vosotros! Este Dios, oculto en las nubes, nos observa. Él ve todas las barbaridades que el hombre blanco hace. El dios del hombre blanco lo llama a cometer crímenes; nuestro Dios solo pide de nosotros justicia y obras buenas. ¡Pero este Dios que es bueno también ordena venganza! Él dirigirá nuestras manos; Él nos ayudará. Tiren la imagen del dios de los blancos que tiene sed de nuestras lágrimas y escuchen la voz de la libertad que habla en el corazón de todos nosotros.
Según la Enciclopedia de religión africana se explica que «la sangre del animal, y algunos dicen que los seres humanos también, fueron dados en una bebida a los asistentes para sellar un juramento y compromiso político de lealtad inquebrantable a la causa de la liberación de Sainte-Domingue».
También se decía que había cortado la garganta de un cerdo y ofrecido su sangre a los asistentes. Una semana después, 1800 plantaciones fueron destruidas y asesinados unos mil esclavistas... La revolución que ella predijo había comenzado. Otra mujer, Dédée Bazile, tiene un legado similar como mística de la revolución. Aunque Dédée no era conocida como mambo, se la conoció como Défilée-la-folle o Défilée the Madwoman. Nacida de esclavos, Dédée tuvo varios hijos concebidos por violación cometida por su amo. Su "locura" fue causada por el asesinato de sus padres por soldados franceses, así como por los numerosos casos de violencia sexual que sufrió. Después del asesinato del líder revolucionario Jean-Jacques Dessalines, ella fue responsable de recoger sus restos en descomposición, volver a ensamblar los pedazos de su cuerpo mutilado y asegurarse de que fuera enterrado con dignidad. Hoy, Dédée es aclamado como un ícono de la Revolución Haitiana, un símbolo de la “locura” del compromiso del pueblo haitiano con su tierra.30
En Estados Unidos, a principios del siglo xix, la cimarrona Harriet Tubman cuya vida ha sido llevada al cine, por a cineasta Kasi Lemmons, creó una extraordinaria red para liberar a los esclavizados, trasladándolos clandestinamente hasta Canadá donde estaba abolida la esclavitud. Esa red fue denominada el «tren subterráneo», que no era ni «tren» ni «subterráneo», sino más bien una inteligente articulación para liberar esclavizados de diferentes lugares de Estados Unidos, que implicaba conocimiento de la geografía, así como la hidronimia y la antroponimia de los lugares.31
En ese momento Jamaica, una mujer, Nanny, de origen Ashanti (Ghana), lideró un ejército contra la esclavitud británica.32
En Venezuela, las cimarronas corrían la misma suerte que los varones, como el caso de Manucha Algarin en el antiguo cumbe de Ocoyta, o Josefina Sánchez en el cumbe de Taguaza, ambos en el actual municipio Acevedo (estado de Miranda), son un claro ejemplo del liderazgo de esas mujeres africanodescendientes. En la bibliografía