Afrofeminismo. Abuy Nfubea. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Abuy Nfubea
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9788412335408
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derrotando a los británicos. Como en otros casos de mujeres inteligentes y poderosas, no faltó quién la acusara, como hoy con Winnie Mandela; hablan de ella como una despiadada, hechicera y sanguinaria que guiaba un ejército de cimarrones de Windward, puesto que impuso las religiones africanas, siendo considerada Obeah, semideidad. Esta brillante mujer salvó del hambre al kilombo gracias a unas semillas de calabaza. El lugar donde esto sucedió se llama Pumpkin Hill. Hervia en un caldero agua sin fuego y cuyos vapores hacían que los soldados blancos perdieran la conciencia y cayeran. La creencia de que podía atrapar las balas enemigas con la mano. Otra versión muy popular y más prosaica, decía que podía atrapar las balas con las nalgas y dispararlas de vuelta. No tuvo descendencia y se casó con un hombre de nombre Adou. En 1972, en los actos de la independencia de Jamaica fue reconocida como héroe nacional, única mujer en el selecto grupo. El billete de 500 dólares jamaiquinos tiene su retrato y Bob Marley le dedicó un tema. Para un conocimiento más profundo ver Dixon Valerie C. (2020): Too black to succeed. Jamaica, Kingston: The Finsac experience; Valdix Publishing.

      33 Según afirma la antropóloga María de Lourdes Siquiera, profesora jubilada de la Universidad Federal de Bahía (UFBA).

      34 Nfubea, Abuy. (2007): en Poemas de estirpe, de Laura Victoria Valencia.

      35 Véase Curso de Introducción Cimarrona y su Dialéctica. Madrid: La Kúpula, 2015. E Informe de la IV Internacional Panafricanista Garveyista, 2018-2019.

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      NO HAY NADA NUEVO BAJO EL SOL EN ESPAÑA

      A continuación, nos aproximaremos a algunas de estas pioneras a modo de ejemplo, en diferentes épocas, y en circunstancias diversas, en los últimos cinco siglos en España, desde el siglo xvi al xx.

      2.1 Elena de Céspedes

      Hija de esclavizada, nació alrededor de 1546 en Alhama de Granada. Su madre era una negra llamada Francisca Medina y su padre, el amo de esta, Benito Medina, en cuya casa vivió hasta los ocho años. Allí tomó el nombre de la esposa de su padre, Elena de Céspedes, a la que sirvió durante un tiempo y con la que parece ser que mantuvo una estrecha y cordial relación. Con dieciséis años, fue casada con un albañil de Jaén, Cristóbal de Lombardo, quien la abandonó a los pocos meses, no sin antes dejarla embarazada de un niño, llamado también Cristóbal, y al que dejaría en manos de un panadero de Sevilla y del que no volvería a saber nada.

      Sola, sin marido, sin padres, Elena marchó a vivir a Granada donde se ganó la vida como tejedora, oficio que había aprendido durante su infancia. De espíritu inquieto, viajó por Granada, Sanlúcar o Arcos de la Frontera. En este ir y venir, dejó de trabajar como tejedora para empezar a ejercer de labradora y pastora. Es entonces cuando inicia su vida como hombre, haciéndose llamar solamente Céspedes. Las revueltas de los moriscos en Granada la llevaron a alistarse como soldado en la compañía de don Luis Ponce de León y marchar a la guerra. Terminada la guerra, en 1570, Céspedes volvió a ejercer como sastre en varios lugares de la geografía española hasta que terminó instalándose en Madrid. Corría el año 1575 y tenía unos treinta años. Allí conoció a un médico con el que entabló amistad y le empezó a enseñar el arte de coser y curar enfermos.

      Empezó a trabajar en un hospital de la Corte, de tal fortuna que su fama llegó a oídos del rey Felipe II. Su buena reputación fue la envidia de otros cirujanos, que pronto la acusaron de intrusismo, a pesar de haber ejercido la medicina durante ocho largos años. Elena no se amedrentó ante la amenaza de ser expulsada de su oficio. Marchó a Cuenca, y al haber escrito varios libros de cirugía, así como poseer conocimientos del latín aprobó con relativa celeridad aquellos exámenes, si bien no había recibido educación formal: consiguió la licencia de cirujano o médico. A pesar de que en aquel tiempo ejercía como hombre, en las actas del Santo Oficio que posteriormente la procesaran, consta como cirujana y no como cirujano. Se convertía así en la primera mujer en conseguir esa licencia oficial en España.

      Vivía entonces como hombre, conoció a María del Caño, de la que se enamoró y se casó. Lo sorprendente es que nadie se escandalizó de que se casara con otra mujer, sino que una tercera dama, Isabel Ortiz, impidió el enlace arguyendo que Elena/o ya se había comprometido anteriormente con ella. Finalmente se pudo casar con María, con la que vivió unos años de feliz matrimonio hasta que la Inquisición la comenzó a perseguir. Aunque, durante mucho tiempo, fue aceptada como hombre y mujer a la vez, el hecho de que se casara con otra mujer no fue visto con buenos ojos por el Santo Oficio. Al final de un duro proceso, fue condenada a doscientos azotes, y a servir durante veinte años en centros hospitalarios. Lo curioso del caso de Elena de Céspedes es que vivió durante toda su vida como un ser indeterminado. Parece ser que nació con atributos tanto de hombre como de mujer, siendo este último el sexo con el que sus padres decidieron criarla. Pasado el tiempo ella decidiría vivir como hombre, algo que algunos médicos dictaminaron que así fuera. Hasta que se quiso casar por la Iglesia y le llovieron los problemas.

      2.2 Sor Teresa de Chikaba

      Desde los diez a los veintisiete años sería una de las esclavas en el palacio de los marqueses de Mancera, y desde los veintisiete hasta su muerte, a los setenta y cuatro años, monja de clausura cuando, tras la muerte de la marquesa, entró como terciaria en el convento dominico de la Penitencia de Salamanca. Víctima de un singular destino. Chikaba se celebra hoy como la primera mujer negra admitida como religiosa en un convento de clausura español y sobre todo como la primera escritora afrohispánica en lengua castellana con poemas en latín de hondo misticismo. Pese a ello y a ser protagonista de un proceso de beatificación en curso, su personalidad permanece en la oscuridad como su piel, si exceptuamos la hagiografía Compendio de la vida ejemplar de la venerable madre Sor Teresa Juliana de Santo Domingo, publicada en 1752 por Juan Carlos Paniagua, a los cuatro años de su muerte; un silencio, debido en gran parte a la servidumbre ideológica de sus biógrafos; que es la principal fuente para conocer su vida.

      2.3 María de la Luz