Afrofeminismo. Abuy Nfubea. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Abuy Nfubea
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9788412335408
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a capricho de los amos, casi se los «disfrazaba» —de ahí la expresión «negros con librea»—. Se compraban muy jóvenes en África, y eran transportados en barcos en condiciones infrahumanas. Las mujeres tenían más valor porque tras ser entregadas a la marinería para satisfacer sus apetitos sexuales, una vez violadas, estas valían dos por uno. Por entonces, los negros en Sevilla representaban el 28 por ciento de la población, una sociedad multicultural, cuyo eco se reflejaba en la cultura popular, en la literatura, en la pintura y sobre todo en el teatro. Escritores, como Quevedo, o pintores como Goya, Murillo, Velázquez, y Juan Pareja, esclavo negro de Velázquez, solían retratarlos en general de forma burlesca como niños grandes, bárbaros y torpes. Por entonces, la duquesa de Alba adoptó a una niña negra, que llamó «María de la Luz». Provenía de Cuba y era hija de esclavos; la llamaban «Niña de Fortuna». Su madre, propiedad de la familia García, en Matanzas, fue capturada en Magulimi (Gambia). Trabajando como criada, no conoció las extenuantes tareas de los negros del campo.39

      A principios de 1800, en un viaje a España, fallece el padre de esta. A su llegada a Madrid, el director teatral Manuel Martínez, regala a la duquesa de Alba a la recién nacida «María de la Luz», mientras que su madre pasa al servicio de la Tirana, primera actriz de la compañía teatral, que las adquiere para regalárselas a dos aristócratas que financiaban sus obras. En esta larga travesía su vida se cruza con Hugo de Santillán, mulato claro, hijo de un hacendado dominicano y abogado de pobres en Cádiz. Y la hija adoptada inició una nueva vida en palacio donde tuvo una infancia feliz: el primo de la duquesa, José Álvarez de Toledo, un ilustrado, amante del arte y la música, actuó como un verdadero padre de la pequeña y pagó su formación académica. La duquesa la adoraba; dos retratos de Goya lo atestiguan. En ella se puede ver a la duquesa teniendo en sus brazos a María de la Luz. Y a pesar del racismo institucional y la enorme presión social de entonces, la convirtió en su hija, y cuando murió la hizo una mujer muy rica. Según reza el testamento de puño y letra de la duquesa: «Cuando yo muera, se le ha de dar quince mil reales por una vez, sesenta reales diarios, y tres mil anuales por su vida».

      2.4 Salaria Kea

      En 1937, llegó a España por la zona catalana, siendo su primer destino el hospital del Palacio de Villa Paz en Saelices (Cuenca). Aquí conoció al que sería luego su marido, Pat O'Reilly (John Paddy), un brigadista irlandés convaleciente de las heridas sufridas mientras luchaba con una unidad de brigadistas británicos. Se casaron en el hospital, aunque luego serían temporalmente separados por la guerra. Salaria prestó auxilio en un hospital de Murcia, que fue habilitado en el antiguo colegio marista de La Merced y en 1935 se convirtió en sede de la Universidad de Murcia. Aunque fue apresada por las tropas franquistas, pudo escapar y salir de España en 1938. Mientras su marido extranjero, pero blanco, pudo conseguir en 1940 el permiso para entrar en Estados Unidos, finalmente nacionalizado, y aceptado en el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos destacado en Europa. En cambio, Salaria, pese a ser estadounidense, fue vetada por su pasada militancia comunista y tardó cuatro años más en ser admitida. Ya jubilada dejó descritas las razones de su implicación en la causa republicana española con esta reflexión: «No podía sentarme y dejar que aquello ocurriera. ¡Tenía que ir a ayudar, incluso poniendo en peligro mi vida! Pero tenía que ayudar. ¡Aquel también era mi mundo! Y no podía quedarme quieta y que todo el mundo hiciera lo que quisiera, por malo que fuera. ¡Soy enfermera! Yo veía todos aquellos soldados y todas aquellas personas en España, aquellos niños, sufrir bajo las bombas...».

      2.5 Imelda Makole

      Ella pertenecía a la aristocracia bubi de Batéte en el valle de Moka, residencia habitual de la nobleza, prueba de ello es que fue bautizada a los 16 años en Basilé, el 15 de abril de 1906, mientras cursaba estudios en el internado de las Madres Concepcionistas. Por lo tanto, le eran cercanas tanto la tradición de luchas políticas de resistencia bubis contra la ocupación colonial —encabezó Ësáasi Eweera hasta su muerte en 1904—, como los levantamientos del bötúkku Lubbà (1910), así como los episodios de las matanzas de bubis como castigo por el levantamiento de Batéte (1892) y el levantamiento de Balachá (1910). Acontecimientos que tenía en su memoria y le eran geográficamente cercanos. Estos fueron crímenes contra el derecho de las personas negras, y se enmarcaban en la soberanía del rey Alfonso XII, que consolidó la hegemonía en Guinea a los misioneros claretianos.

      Imelda «recibió la llamada de Dios», se entregó a la orden y comenzó a trabajar en ella haciendo las labores más duras reservado solo a las misioneras negras. Machete en mano como bracera, chapeando bosques, cultivando malanga, yuca, ñame, banano y papaya. Después trabajó en el Hospital de Malabo en 1912, y cinco años más tarde se la destina a Rio Muni donde trabajó arduamente como misionera evangelizando a comarcas y pueblos enteros donde el catolicismo era minoritario en comparación con los protestantes.

      Como