A principios de 1800, en un viaje a España, fallece el padre de esta. A su llegada a Madrid, el director teatral Manuel Martínez, regala a la duquesa de Alba a la recién nacida «María de la Luz», mientras que su madre pasa al servicio de la Tirana, primera actriz de la compañía teatral, que las adquiere para regalárselas a dos aristócratas que financiaban sus obras. En esta larga travesía su vida se cruza con Hugo de Santillán, mulato claro, hijo de un hacendado dominicano y abogado de pobres en Cádiz. Y la hija adoptada inició una nueva vida en palacio donde tuvo una infancia feliz: el primo de la duquesa, José Álvarez de Toledo, un ilustrado, amante del arte y la música, actuó como un verdadero padre de la pequeña y pagó su formación académica. La duquesa la adoraba; dos retratos de Goya lo atestiguan. En ella se puede ver a la duquesa teniendo en sus brazos a María de la Luz. Y a pesar del racismo institucional y la enorme presión social de entonces, la convirtió en su hija, y cuando murió la hizo una mujer muy rica. Según reza el testamento de puño y letra de la duquesa: «Cuando yo muera, se le ha de dar quince mil reales por una vez, sesenta reales diarios, y tres mil anuales por su vida».
María no podía heredar el título, porque tenía que pasar al pariente de mayor—varón y blanco—, que era un primo segundo de apellido Fitz-James Stuart. Tras una infancia entre la aristocrática y apenas entrada la pubertad, como María de la Luz fue también una mujer libre, intelectual, sexual y políticamente. Gracias al racismo, empezó a tomar conciencia de sí misma y de su delicada situación privilegiada. Pese a ser rica, seguía siendo una negra en España, y no era bienvenida en la Corte. Fue entonces cuando inició una peligrosa búsqueda de sus raíces, y se unió al movimiento abolicionista, alimentado por la burguesía más progresista y un sector pequeño de la Iglesia, por lo que se convirtió en una activista política antiesclavista.40
2.4 Salaria Kea
Otro antecedente fue Salaria Kea que nació en Milledgeville, el 13 de julio de 1913, EE. UU. Fue enfermera y activista afroamericana de ideología comunista, voluntaria de las Brigadas Internacionales, durante la guerra civil española; dedicó su vida a las operaciones en quirófanos del bando republicano. Relato que dejó escrito en su biografía, Una enfermera negra en la España republicana.41 Evocada por el poeta Langston Hughes (1902-1967) como «una delgada muchacha color chocolate», Salaria quedó huérfana en su infancia, cuando su padre, jardinero, murió en extrañas circunstancias. Al igual que el padre de Malcolm X, se sospechaba que fue víctima del Ku Klux Klan. Salaria hizo sus primeros estudios en la Escuela Central y en la West High School (Akron, Ohio). Su deseo de ser enfermera tuvo que superar el rechazo de varios centros debido al color de su piel, hasta que en el verano de 1930 decidió trasladarse a Nueva York. Aquí fue admitida en la Escuela de Formación del Hospital de Harlem, donde se graduó en 1934. Mientras realizaba sus estudios de enfermería entró en contacto con la UNIA, de Amy Jacques Garvey, y el Partido Comunista de los Estados Unidos (CPUSA). Tras la invasión de Abisinia por el ejército fascista de Benito Mussolini, Amy Jacques Garvey reunió junto a un grupo de enfermeras material sanitario en ayuda del pueblo etíope; y luego, a raíz del levantamiento militar de julio de 1936 en España, que dio origen a la guerra civil, se unió a la Medical Bureau to Aid Spanish Democracy.
En 1937, llegó a España por la zona catalana, siendo su primer destino el hospital del Palacio de Villa Paz en Saelices (Cuenca). Aquí conoció al que sería luego su marido, Pat O'Reilly (John Paddy), un brigadista irlandés convaleciente de las heridas sufridas mientras luchaba con una unidad de brigadistas británicos. Se casaron en el hospital, aunque luego serían temporalmente separados por la guerra. Salaria prestó auxilio en un hospital de Murcia, que fue habilitado en el antiguo colegio marista de La Merced y en 1935 se convirtió en sede de la Universidad de Murcia. Aunque fue apresada por las tropas franquistas, pudo escapar y salir de España en 1938. Mientras su marido extranjero, pero blanco, pudo conseguir en 1940 el permiso para entrar en Estados Unidos, finalmente nacionalizado, y aceptado en el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos destacado en Europa. En cambio, Salaria, pese a ser estadounidense, fue vetada por su pasada militancia comunista y tardó cuatro años más en ser admitida. Ya jubilada dejó descritas las razones de su implicación en la causa republicana española con esta reflexión: «No podía sentarme y dejar que aquello ocurriera. ¡Tenía que ir a ayudar, incluso poniendo en peligro mi vida! Pero tenía que ayudar. ¡Aquel también era mi mundo! Y no podía quedarme quieta y que todo el mundo hiciera lo que quisiera, por malo que fuera. ¡Soy enfermera! Yo veía todos aquellos soldados y todas aquellas personas en España, aquellos niños, sufrir bajo las bombas...».
2.5 Imelda Makole
Nacida en 1888 en Batete, hija de Toasijé y Birama. Creció con Pilar Mokombe, esposa de Juan Sibitá, en Rioché.42 Imelda no era una simple monja como la mayoría de los estudios y libros de la iglesia pretende.
Ella pertenecía a la aristocracia bubi de Batéte en el valle de Moka, residencia habitual de la nobleza, prueba de ello es que fue bautizada a los 16 años en Basilé, el 15 de abril de 1906, mientras cursaba estudios en el internado de las Madres Concepcionistas. Por lo tanto, le eran cercanas tanto la tradición de luchas políticas de resistencia bubis contra la ocupación colonial —encabezó Ësáasi Eweera hasta su muerte en 1904—, como los levantamientos del bötúkku Lubbà (1910), así como los episodios de las matanzas de bubis como castigo por el levantamiento de Batéte (1892) y el levantamiento de Balachá (1910). Acontecimientos que tenía en su memoria y le eran geográficamente cercanos. Estos fueron crímenes contra el derecho de las personas negras, y se enmarcaban en la soberanía del rey Alfonso XII, que consolidó la hegemonía en Guinea a los misioneros claretianos.
Imelda «recibió la llamada de Dios», se entregó a la orden y comenzó a trabajar en ella haciendo las labores más duras reservado solo a las misioneras negras. Machete en mano como bracera, chapeando bosques, cultivando malanga, yuca, ñame, banano y papaya. Después trabajó en el Hospital de Malabo en 1912, y cinco años más tarde se la destina a Rio Muni donde trabajó arduamente como misionera evangelizando a comarcas y pueblos enteros donde el catolicismo era minoritario en comparación con los protestantes.
El día 7 de octubre de 1929 se fundó el Instituto Misioneras Oblatas de María Inmaculada y San José (hoy, Misioneras de María Inmaculada) para religiosas nativas (negras). Esta fue la primera orden u organización religiosa que daba derechos y reconocimiento social por primera vez a las mujeres negras desde la abolición de la esclavitud en 1898 en la provincia española de Cuba. Tuvo el coraje de visionar y luchar para conseguir que, en la España de entonces, las nuncias africanas fuesen tratadas en igualdad de condiciones y no como meras esclavas o sirvientas. La academia española, la historiografía neocolonial guineana, teólogos y las sociedades católicas han intentado invisibilizar a esta mujer, al negar su enorme aportación a la Iglesia Católica.43 Sin evaluar las numerosas actividades sociales, humanitarias y caritativas que realizó, especialmente en lo relativo a la formación de jóvenes religiosas, entre las que figuró la primera misionera nativa negra de esa orden. Makole es importante, pues, fue la primera luchadora reivindicativa negra, activista de carácter feminista que triunfó en España, que cambió drásticamente las condiciones sociales de las mujeres y su estatus, ya que hasta entonces las mujeres negras eran esclavas o sirvientes.
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