Filosofía de la educación. Carlos Rojas Osorio. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Carlos Rojas Osorio
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789587149432
Скачать книгу
a la que se daba en otras escuelas del continente”.4 Alcuino fue prácticamente, como dice Le Goff, el ministro de cultura de Carlomagno, y había retomado del retórico Marciano Capella (siglo v) el currículo basado en las siete artes liberales (trivium y quadrivium).

      Durante el periodo anterior al renacimiento carolingio se hizo un primer intento de síntesis del saber antiguo; de ello resultaron obras como las Etimologías de san Isidoro de Sevilla o Septem artibus de Casiodoro; este dio a conocer las obras de Boecio (siglo v), quien también intentaba retomar el saber antiguo pero ya desde la perspectiva cristiana. De las siete artes liberales, el trivium (gramática, retórica y dialéctica) constituía el currículo básico,5 mientras que el quadrivium (música, aritmética, astronomía y geometría) constituía la educación superior, la cual, según Durkheim, era privilegio de las élites. De todos modos, la astronomía de Alcuino seguía siendo astrología, la aritmética era mística numérica, y la música buscaba las leyes armónicas del universo. El trivium giraba en torno a las artes del lenguaje y el pensamiento; el quadrivium, en cambio, pretendía ir a los principios de las cosas, y no solo al lenguaje. Alcuino también escribió sobre retórica, pero se limitaba, nos dice Durkheim, a una pobre imitación de Cicerón, tal como lo hace en su obra El orador.

      Durkheim señala que aquella fue “la época de la gramática”6 (sus modelos eran Prisciano y Donato), mientras que la época siguiente, la de la escolástica, va a ser la de la dialéctica. Paradójicamente, “la dialéctica era lo que los padres de la Iglesia veían con mayor desconfianza”.7 Pero en el periodo escolástico o dialéctico la fe busca razones. Una buena observación de Durkheim es que el interés por la gramática lleva al problema de los universales, el cual va a ser el centro de la controversia filosófica medieval. Gramática y dialéctica conducen a la cuestión de los universales. En el periodo carolingio (que se extiende hasta el siglo xi), el filósofo más destacado es Juan Escoto Erígena; irlandés también, como lo indica su apellido.

      Cuando a partir de la mitad del siglo xi la curiosidad teológica renace y toma conciencia de su método dialéctico, es todavía a San Agustín a quien se le demandan los principios con los cuales construir esta ciencia nueva. Él inspira tanto a los primeros grandes doctores, san Anselmo y Abelardo, como a sus adversarios, desde Pedro Damián hasta san Bernardo, pues la escolástica que va a nacer no es toda la Edad Media.8

      Con la escolástica nace, pues, un nuevo periodo:

      Las cosas cambian cuando a partir del siglo xii la cultura occidental se enriquece bruscamente con el aporte masivo de materiales nuevos de Aristóteles, del cual la primera Edad Media solo había conocido la obra lógica, y es ahora su entera obra, metafísica incluida, la que deviene accesible en latín, traducida del árabe o directamente del griego.9

      Si el primer periodo era platónico y neoplatónico, agustiniano y místico, el segundo periodo es aristotélico, dialéctico e incluso, como agrega Marrou, menos literario, menos humanista. Hugo de san Víctor, a quien pasaremos a estudiar, pertenece al primer periodo, aunque está justo en la frontera; Pedro Abelardo y Tomás de Aquino están ya en el periodo escolástico, bajo el poderoso impulso de su dialéctica.

      En este periodo escolástico aparecen los intelectuales. Jaques Le Goff, al explicar lo que entiende por ‘intelectual’, indica que estos emergieron en las ciudades:

      En el principio eran las ciudades. El intelectual de la Edad Media —de Occidente— nace con las ciudades. [Un intelectual es] un hombre cuyo oficio es escribir o enseñar o las dos cosas a la vez, un hombre que profesionalmente tiene una actividad de profesor y de sabio, en suma, un intelectual es un hombre que solo aparece en las ciudades.10

      Le Goff insiste en la importancia de la mediación árabe para el desarrollo de la cultura medieval:

      El medio árabe es, en efecto, un intermediario. Las obras de Aristóteles, Euclides, Ptolomeo, Hipócrates, Galeno fueron llevados al Oriente por los cristianos heréticos (monofisitas y nestorianos) y los judíos perseguidos por Bizancio, esos hombres los legaron a las Bibliotecas, y las escuelas musulmanas que las acogieron ampliamente. Y ahora, en un periodo de regreso. Llegan de nuevo a las orillas de la cristiandad occidental.11

      Los filósofos árabes conocieron y comentaron las obras de Aristóteles. Averroes las comentó casi todas; Avicena, por su parte, conocía no solo la filosofía neoplatónica y aristotélica, sino también las matemáticas y la medicina.12

      Un bello ejemplo de ese espíritu filosófico —pero aplicado también a la educación— es la obra de Abentofail (1163-1184) El filósofo autodidacta. La obra es una novela pedagógica, a manera de lo que los alemanes denominan Bildungsroman. El personaje principal, Hay, queda desde niño abandonado en una isla, solo. El desarrollo que hace Abentofail hace coincidir la evolución del aprendizaje de la especie humana con la del niño que es su personaje central. En efecto, el niño descubre las plantas, los animales, y hace uso de unas y otros para su sobrevivencia. Descubre el fuego, los movimientos de los planetas, etc. Luego comienza a clasificar los minerales, las plantas y los animales, siguiendo una metodología aristotélico-platónica. Reconoce en cada clase de seres las “formas”, y así constituye las especies. Hay una materia cuantitativa que se informa con la forma de la planta, del animal y del hombre, con lo cual reconoce el alma humana.

      También observó que cada especie animal posee una cualidad privativa por la cual se separa y distingue de las otras especies, y entendió que esa cualidad o propiedad procede en ella de una “forma” propia, agregada al atributo o “forma” común para todas las especies; y esto mismo sucede con las especies del reino vegetal.13

      Asimismo, llega a la idea racional de un Ser creador de todo. Al final el autor hace coincidir toda esta filosofía aristotélica con las enseñanzas coránicas. Hay un momento de escepticismo filosófico cuando el personaje se pregunta si una tarea tan complicada no es más fácil llevarla a cabo con la sola religión, sin la compleja ayuda de la filosofía.

      Cuando se hizo cargo de la condición de los hombres, la mayor parte de los cuales no son sino bestias, comprendió que la sabiduría, la rectitud y el orden están contenidos en lo que dijeron los profetas y está escrito en la Ley.14

      Hugo de San Víctor:

      el Didascalicon

      Hugo de San Víctor15 inicia su libro (cuyo título viene de didascalia, que significa “asuntos relacionados con la instrucción” y se asocia también con la paideia griega16) con este principio: “De todas las cosas que se han de buscar, la primera es la sabiduría, donde reside la forma del Bien Perfecto”.17 La idea de que lo primero que es necesario buscar es la sabiduría, según nos dice Iván Illich, es del gramático latino Varrón, quien “fue el primero en definir el aprendizaje como ‘búsqueda de la sabiduría’”.18 La fórmula es, pues, de Varrón, pero Hugo la recibe reinterpretándola a la luz de San Agustín. De hecho, agrega Illich, los textos de Hugo están impregnados del pensamiento agustiniano: “En esta tradición, la labor última del pedagogo se define como la de un guía que ayuda al estudiante a captar el Bien, bonum, que a su vez lo llevará a la sabiduría”.19 La sabiduría la piensa Hugo de San Víctor como remedio para la humanidad caída, fórmula que procede, a su vez, de Boecio: “Las artes y las ciencias reciben su dignidad del hecho de que contribuyen a ser remedios”.20 El aprendizaje y la lectura, que conducen a la sabiduría, son un arte curativo. Los padres de la Iglesia aceptaron ideas de la filosofía clásica como preparación del evangelio.

      El libro de Hugo de San Víctor sería literatura propedéutica que ofrece un currículo para los estudiantes, pues él establece cierta división de las disciplinas: “El studium legendi completa la formación del monje, y en este sentido, la lectura será perfecta en la medida en que el monje se esfuerce por alcanzar la perfección”.21 El concepto de humildad también hace parte de esta formación:

      El principio de las disciplinas es la humildad [...] y a través de la humildad el lector aprende tres lecciones especialmente importantes: la primera, que no debe despreciar ningún conocimiento o escrito, cualquiera que sea. La segunda, que no se avergonzará de aprender ningún hombre. La tercera, que cuando él mismo haya alcanzado el conocimiento, no mirará a nadie por encima del hombro.22