Los visigodos. Hijos de un dios furioso. José Soto Chica. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: José Soto Chica
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788412207996
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las fuentes primarias no muestran evidencia alguna de un «Imperio godo» como el de Ermenrico de los greutungos que, según el exagerado testimonio de Jordanes, abarcaba las tierras y pueblos que se extendían entre el Báltico y el mar Negro y entre el Dniéster y el Don.16 Tampoco hay evidencia sólida alguna en las fuentes primarias que permita pensar que los greutungos ejercían algún tipo de supremacía sobre los tervingios.

      Pero lo que está claro es que los tervingios, aunque no son los visigodos propiamente dichos, sí fueron el núcleo en torno al cual se construyó el pueblo visigodo. Y esto hace que nos planteemos las siguientes preguntas: ¿cuándo y cómo habían surgido los tervingios? ¿Cómo se había alzado entre ellos una dinastía real? ¿Qué relación tenían los tervingios con los futuros visigodos de Alarico?

      LOS TERVINGIOS: ORIGEN, AUGE Y CAÍDA DEL PRIMER REINO GODO (268-376)

      En cualquier caso, unos veinte años más tarde, en un panegírico del emperador Maximiano declamado por el poeta Claudio Mamertino en Augusta Treverorum (Tréveris) en abril del 292, se mencionaba a los tervingios de forma expresa y como parte del agitado Barbaricum que Maximiano había tenido que enfrentar y afrontar durante los años 285-292:

       Furit in vifcera fua gens effrena Mauroum. Gotthi, Burgundios penitus excindunt. Rurfum pro victis armantur Alamanni, itemque Teruigi, pars alia Gottorum, adjuncta manu Thaifalorum, averfum Vandalos, Gypedefque concurrunt.

      Cuya traducción sería:

      Se desencadena el pueblo de los moros con ira en sus entrañas. Los godos cayeron sobre los burgundios. Por el contrario, a favor de los vencidos se arman los alamanes y concurren los tervingios, otra fracción de los godos, estrechamente aliada con los taifales, hostigan a los vándalos, y a los gépidos.

      La mención de Claudio Mamertino refuerza, según creo, la que se hace en la vida del «Divino Claudio» recogida en la Historia Augusta. Pues si en el 292 los tervingios eran ya tan célebres y poderosos como para que un poeta cortesano los mencionara en un panegírico pronunciado en Tréveris, al otro lado del mundo romano por así decir, no podían ser una «novedad» excesivamente reciente. Su poder era manifiesto, pues estaban empujando a los vándalos y gépidos, dos poderosas confederaciones tribales situadas al norte y al oeste de la antigua Dacia y sabemos que por esos mismos años y durante las siguientes cuatro décadas, hicieron otro tanto y de forma asimismo exitosa, con los carpos y los sármatas.

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      Figura 14: Reverso de un sólido de oro del emperador Valente, acuñado en Tesalónica en torno a los años 364-367. El emperador aparece empuñando un estandarte de tipo lábaro (crismón constantiniano) y un orbe que sostiene a una Victoria alada. Esta última, a su vez, coloca a Valente una corona de laurel. A sus pies, un bárbaro cautivo y maniatado, cuya barba y largos cabellos