Figura 4: Prototipo temprano de sax hallado en Herzsprung (Brandeburgo) y fechado en el siglo III o IV. El sax, daga o espada corta de hierro, será una de las armas características de la mayoría de los pueblos germanos durante el periodo de las migraciones y la Alta Edad Media.
Pero ¿y los godos? ¿Por qué no se sumaron a sus vecinos vándalos, burgundios y longobardos y emigraron hacia el sur y el oeste para buscar nuevas oportunidades en el Dorado del limes romano? ¿Por qué tomaron una ruta de migración distinta que los llevaba hacia el sur y el oriente y que no los puso en contacto con las fronteras romanas hasta la década del 230? Pues porque los godos se sintieron atraídos por otro «foco de riqueza»: Oium. Sí, así era como los godos llamaban a las riquísimas tierras de la Escitia o Sarmatia que se desplegaban desde las laderas de los Cárpatos orientales hacia los valles del Bug y el Dniéster y hasta las dilatadas estepas pónticas del Dniéper y el Don21 y que grosso modo se corresponden con lo que hoy son Moldavia, Ucrania, el sur de Rusia y el este de Rumanía. Jordanes resalta la riqueza de estas tierras y cómo ejercieron su atracción sobre los emigrantes godos, los cuales quedaron «sorprendidos por la riqueza de estas regiones». En efecto, la Oium gótica, la tierra que griegos y romanos conocían como Escitia o Sarmatia, era rica de verdad. De hecho, sus tierras negras y grasas son las más fértiles de toda Europa, pero aquel país era también tierra de próspero comercio. Pues siguiendo el curso de sus grandes ríos, Bug, Dniéster, Dniéper, Prípiat y Don arriba y Vístula, Niemen y Dviná occidental abajo, los comerciantes de las pujantes ciudades del reino grecoescita del Bósforo Cimerio, intercambiaban productos de origen mediterráneo y oriental por el ámbar, las pieles finas y los esclavos de las regiones bálticas.
Pero por esas rutas comerciales no solo circulaban el ámbar, las pieles, el vino o el oro, también lo hacían influencias culturales, artísticas, sociales, tecnológicas y guerreras. Desde la segunda mitad del siglo I de nuestra era, los reinos y señoríos nómadas de las tribus sármatas, aorsos, siraces, yaciges, roxolanos y alanos, que pastoreaban sus rebaños por las llanuras del mar Negro, Polesia, Valaquia y Hungría, ejercían una notable influencia sobre los godos.22 No es, pues, de extrañar que los godos del Báltico se sintieran atraídos por las regiones del mar Negro.
Figura 5: Collar de cuentas de ámbar perteneciente a la cultura Przeworsk, que ocupó el centro y sur de la actual Polonia, entorno del valle del río Vístula, entre los siglos III y V. Al igual que sus vecinos, los miembros de la cultura Cherniajov, participaban de la lucrativa ruta del ámbar que discurría desde el Báltico hasta el mar Negro.
Y llegados a este punto debemos poner en concordancia lo que nos dice Jordanes con lo que la arqueología nos ha revelado sobre cómo la revolución agrícola y demográfica germana no alcanzó las tierras habitadas por los godos hasta finales del siglo II o inicios del III, por lo que los godos bálticos no contaron con el auxilio de los nuevos métodos agrícolas para poner en valor sus tierras, agotadas tras doscientos años de cultivo basado en el primitivo ciclo de roturación, siembra y abandono. Sin embargo, hacia el sur y el este, en el país que los godos llamaban Oium, en las llanuras donde nomadeaban los sármatas, había abundancia de tierras muy fértiles y sin explotar.
OIUM: LA TIERRA DEL MESTIZAJE GÓTICO
¿Conocían su destino? Por supuesto. Ya hemos hablado del comercio con las ciudades costeras del mar Negro y con la Dacia romana y de la intensa influencia sármata sobre los godos del Báltico y el valle del Vístula. Esa influencia fue decisiva y ha quedado evidenciada en la forma y contenido de las llamadas tumbas Fürstengräber, o sepulturas principescas, en las que los nobles de los gotones/godos aparecen enterrados junto a ricos ajuares de influencia sármata entre los que destacan largas espadas de doble filo de estilo sármata y lanzas de caballería: la contos sármata.
La aparición de estas tumbas principescas entre los godos antes de que se produjera la «Revolución agrícola» muestra que el comercio y la guerra, y no la agricultura, estaban siendo para ellos el motor de los cambios sociales y que la aristocracia militar estaba ocupando un puesto relevante y decisivo que, como es evidente, tuvo que desempeñar el papel principal en la inmediata migración hacia el mar Negro y la frontera romana.23
Recordaremos ahora el pasaje que Tácito escribió hacia el año 100 sobre los gotones: «Tras los ligios están los gotones; con régimen monárquico, con una sujeción algo mayor que la de los restantes pueblos germanos, aunque no tanto como para suprimir su libertad».24 Hoy día se tiende a aceptar que entre los germanos orientales se comenzó a operar una transformación social importante en los primeros siglos de nuestra era que fue dando cada vez mayor protagonismo a los jefes guerreros, los cuales, apoyándose sobre el dominio de fincas cada vez más extensas y sobre el control de portazgos y rutas de comercio, lograban reunir a su alrededor a un cada vez más nutrido grupo de esclavos, siervos y seguidores libres, a la par que tendía a hacerse hereditaria. Esta nueva nobleza recibía el nombre de jeburtsadel y sus miembros, que a menudo ostentaban el título de herzog, contaban con cada vez más nutridos grupos de seguidores armados, o gefolge, con los que compartían aventuras guerreras, mesa y riquezas y, en caso de fracaso, la muerte.
Figura 6: Estela funeraria de Tryphon, jinete sármata muerto en algún momento entre los siglos II y III. Hallada en Tanais, actual Rostov del Don (Ucrania). La leyenda que acompaña reza «Tryphon, hijo Andromenes», en lengua griega, por efecto de la fuerte helenización de las costas del mar Negro. Se trata de un testimonio del modo de combate sármata, con empleo de la lanza larga –contos– esgrimida con ambas manos, así como de armadura corporal de escamas metálicas. Se cubre con un gorro cónico o, lo que es más probable, casco. Museo del Hermitage, San Petersburgo.
La nueva nobleza y sus gefolge fueron, sin duda, el motor de la migración y la tenemos que imaginar como el flujo hacia oriente y el mediodía de gefolge godos encabezados por sus herzog y acompañados por sus siervos, esclavos y familias. Estos grupos podían en ocasiones agruparse para enfrentar peligros y enemigos, pero, en general, debían de ser bastante independientes entre sí. No obstante, Jordanes sitúa a la cabeza de la migración a un mítico rey godo: Filimer, hijo de Gadarico.25 Sin embargo, no hay evidencia alguna de que Filimer existiera, ni de que en fecha tan temprana los godos dispusieran de un monarca supremo. Más bien, y como ya hemos apuntado, habría que pensar en muchos herzog, príncipes y reyes godos. En cualquier caso, ya fuera bajo la dirección del legendario Filimer o de cabecillas menores, los godos remontaron el valle del Vístula, giraron hacia el sudeste y, casi con toda probabilidad, se subdividieron en varios grupos, para encaminarse unos hacia Polesia y el río Prípiat, atravesando los inmensos