Los visigodos. Hijos de un dios furioso. José Soto Chica. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: José Soto Chica
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788412207996
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target="_blank" rel="nofollow" href="#ulink_44ab68ba-a487-591f-a118-bcdee2d511c9">19 Luis Vaz de Camões, Os Lusíadas III, 18-22, en Pinto Pais, A., 2000.

      1

       «Los que ponen a prueba el valor de los romanos»

       El origen de los godos y sus primeras guerras con Roma (100 a. C.-337 d. C.)

      Estos son los que Alejandro afirmó que había que rehuir,

      los que temió Pirro y horrorizaron a César.

      Tuvieron durante muchos siglos un reino y reyes que,

      como no fueron anotados en las crónicas, permanecen ignorados.

      Fueron incluidos en las historias desde el momento

      en que los romanos pusieron a prueba su valor contra ellos.

      San Isidoro, Historias, I, 2.

      El texto con el que se abre este capítulo fue escrito por Isidoro, obispo de Híspalis (Sevilla) en el año 626. Dejando de lado la hipérbole, señala una cuestión fundamental sobre los godos: «[…] tuvieron durante muchos siglos un reino y reyes que, como no fueron anotados en las crónicas, permanecen ignorados […]». En efecto, los godos carecían de historia hasta confrontarse con los romanos en el siglo III de nuestra era: «[…] Fueron incluidos en las historias desde el momento en que los romanos pusieron a prueba su valor contra ellos». Fue en ese momento, en el segundo tercio del siglo III, cuando los godos aparecen como merodeadores en el limes danubiano. A partir de ahí sembrarían el terror, primero, y se convertirían, después, en una pieza clave y a tener muy en cuenta en el complicado juego que Roma tuvo que jugar durante la segunda parte del siglo III y la mayor parte del siglo IV para sostener sus fronteras.

      Saqueadores, piratas, mercenarios… Esos fueron sus primeros «oficios» en el mundo romano y los godos los desempeñaron muy bien antes y después de fundar en las estepas pónticas y en las montañas carpáticas reinos y señoríos que luego barrerían los hunos. Pero antes, aunque Isidoro de Sevilla ignorara los detalles, antes de que «pusieran a prueba el valor de los romanos» los godos, bajo el manto neblinoso de las leyendas, emprendieron una saga de emigración, conquista y mestizaje que los llevó desde el sur de Escandinavia a las llanuras y montañas de lo que hoy son Ucrania, Moldavia y Rumanía. Fue un lento proceso que, en su primera fase, duró trescientos años y que la arqueología, la filología y un mejor análisis de las fuentes literarias grecorromanas y de las leyendas y noticias godas que sobrevivieron en la tradición oral y que fueron recogidas en los textos de autores como Casiodoro, Jordanes o Isidoro, han ido colocando, con todos los matices y discusiones eruditas que se quiera, a la luz de la historia.

      DE ESCANDINAVIA AL MAR NEGRO

      En 1973 moría Gustavo VI Adolfo de Suecia. Fue el último monarca sueco en ostentar el título de Dei gratia, suecorum, gothorum et vandalorum rex, esto es, «por la gracia de Dios, rey de los suecos, los godos y los vándalos». Este era el título tradicional de la monarquía sueca desde los lejanos días en que Olaf Skötkonung (995-1022), hijo de Erico el Victorioso y segundo rey de Suecia, comenzó la larga y difícil cristianización de su belicoso, diverso y complejo reino norteño. En ese reino habitaban los götar o gautas, los godos. Su tierra se denominaba y aún se denomina, Götaland, y se hallaba dividida en muchos señoríos y reinos menores agrupados en dos entidades mayores: Vestrogotia, literalmente, Gotia del Este, y Ostrogotia, esto es, Gotia del Oeste. Al norte de Götaland estaba Sveeland (Svealand), el país de los sveear, es decir, de los suecos propiamente dichos, y al sur se extendía Escania, que formaba parte de Dinamarca y que continuó formando parte de ella hasta el siglo XVII.

      Pero ¿qué hay de cierto en la identificación entre los gautas/götar de la Suecia altomedieval y los primeros godos?