Un ejemplo supremo de enfermedad atribuida a la deficiencia de vitamina C es el síndrome de muerte súbita infantil (SMSI). Dos médicos australianos, los doctores Archie Kalokerinos y Glenn Dettman, demostraron que el SMSI puede ser una manifestación del escorbuto infantil. Las madres dependen únicamente de sus dietas para obtener la vitamina C, de modo que si estas dietas son deficitarias en ella, los niños nacen con un escorbuto crónico subclínico. Si estos médicos están en lo correcto, aumentar la ingesta de vitamina C de los niños prevendría el SMSI.[53] El doctor Stone indica que unos diez mil niños al año mueren de SMSI innecesariamente. Por desgracia, el estamento médico, satisfecho con la idea de que el escorbuto es una enfermedad del pasado, ha hecho caso omiso de estas observaciones clínicas.
El trabajo del doctor Stone con la vitamina C continuó, y hacia el final de la década de 1950 había llegado a la conclusión de que el escorbuto estaba mucho más extendido de lo que se pensaba. Además, la vitamina C no tenía las esperadas propiedades de los micronutrientes, ya que el cuerpo necesita cantidades más elevadas.[54] Desde su punto de vista, el ácido ascórbico no era una vitamina en absoluto, sino un agente dietético esencial que se necesitaba en cantidades mucho más altas que los micronutrientes.[55] Los animales fabrican grandes cantidades de ácido ascórbico en sus hígados o en sus riñones. El doctor Stone creía que la gente necesita cantidades mucho mayores de vitamina C que las que recomienda el estamento médico.[56]
En abril de 1966 el doctor Stone conoció al doctor Linus Pauling y le habló de sus ideas sobre la vitamina C.[57] Este último, que por entonces tenía entre sesenta y cinco y sesenta y seis años, dijo que le gustaría vivir otros veinticinco años, ya que la ciencia avanzaba rápidamente y desearía estar presente para seguir su desarrollo. El doctor Stone le sugirió que podría lograr ese objetivo tomando megadosis de vitamina C. El doctor Pauling, convencido por los argumentos, se embarcó en un régimen de dosis altas de vitamina C y consiguió vivir los veinticinco años que pedía y unos cuantos más.[58]
Por entonces el doctor Stone había reunido una gran colección de artículos sobre la vitamina C. Odiaba particularmente el término «vitamina C» y utilizaba sus nombres técnicos alternativos ácido ascórbico o ascorbato. Parece que acuñó la palabra «megavitamina» y que utilizaba «hipoascorbemia» para definir la deficiencia subclínica de vitamina C.[59] Argumentaba que el escorbuto no era una enfermedad por deficiencia, sino un error metabólico. Después de jubilarse en 1971, dedicó el resto de su vida a estudiar y a concienciar a la gente de la necesidad de un consumo diario de varios gramos vitamina C.
En 1972, el doctor Stone publicó su trabajo de investigación y observación durante cincuenta años en su libro The Healing Factor: Vitamin C Against Disease. Esta obra contiene un relato condensado de sus eficaces tratamientos con vitamina C contra las infecciones (tanto bacterianas como víricas), las alergias, el asma, el envenenamiento, las úlceras, los efectos del tabaco y las enfermedades oculares, incluso el glaucoma. También describió el tratamiento para el cáncer, las enfermedades cardíacas, la diabetes, las fracturas, las enfermedades de la vejiga y de los riñones, el tétanos, la conmoción cerebral, las heridas y las complicaciones del embarazo. A pesar de que la Federación Sanitaria Nacional afirmó que este podría ser «el libro sobre la salud más importante jamás escrito», la medicina convencional lo ignoró casi totalmente.
La vitamina C le salvó la vida
Las elevadas dosis de vitamina C que tomaba el doctor Stone incluso podrían haberle salvado la vida. El ácido ascórbico y los demás antioxidantes pueden reducir el estrés asociado con los traumatismos.[60] Para él, esta actividad de la vitamina C fue decisiva en su recuperación de un grave accidente de carretera. Así lo cuenta él mismo:
En las afueras de Rapid City, en Dakota del Sur, tuvimos un gravísimo accidente de automóvil cuando un borracho que conducía por el carril contrario de la carretera dirigió su coche a ciento treinta kilómetros por hora a una colisión frontal con el nuestro. Mi mujer y yo resultamos gravemente heridos, y la única razón por la que sobrevivimos fue el hecho de que durante décadas habíamos tomado regularmente megadosis diarias de ascorbato. No caímos nunca en la conmoción profunda que mata a muchas víctimas de accidentes, y yo fui capaz de verificar experimentalmente el gran poder curativo y el valor para la supervivencia del ascorbato, tomando entre 50 y 60 g diarios durante nuestra hospitalización… Pasé por cinco operaciones graves sin padecer choque quirúrgico alguno, y mis múltiples heridas óseas sanaron tan rápido que fuimos capaces de abandonar el hospital en menos de tres meses, de hacer un viaje de vuelta a casa en tren de más de tres mil kilómetros y de volver al trabajo de dirigir mi laboratorio dos meses después… Mi laringe resultó dañada porque un trozo del volante me ocasionó una profunda herida en la garganta y los médicos no tenían esperanzas de que volviera a hablar de nuevo. Con la ayuda de los megaascórbicos este problema se resolvió poco a poco y conseguí reanudar mi trabajo de hablar en público.[61]
Hay una cierta subestimación en el relato del doctor Stone. Su hijo Steve, abogado de patentes jubilado, añade que el automóvil de sus padres fue golpeado con tanta fuerza que todos los miembros de su padre estaban rotos, menos el brazo derecho, y que sufrió enormes heridas internas. El doctor Stone necesitó una traqueotomía de urgencia y para cuando llegó al hospital había perdido mucha sangre, pero aun así nunca entró en shock. Ambos estuvieron en el hospital desde mayo hasta agosto. En cuanto pudo comunicarse, el doctor Stone insistió en que le suministrasen suplementos de vitamina C y convenció a quienes le cuidaban de que esa fue la razón de que sobreviviera.[62]
Un pionero de las megavitaminas
Linus Pauling fue un devoto partidario del trabajo del doctor Stone, como lo fue el doctor Szent-Györgyi. En 1982 Stone escribió a Szent-Györgyi sobre un amigo de cuarenta y dos años de edad que tenía cáncer de próstata y había sido tratado con cirugía y radiación.[63] Desgraciadamente, el cáncer se había extendido al hueso pélvico y al amigo le dijeron que solo le quedaba un año más de vida. Por suerte, el doctor Stone fue uno de los primeros investigadores en valorar que la vitamina C podría ser beneficiosa contra el cáncer, tanto para la prevención como para su tratamiento.[64] Su carta proporciona un relato anecdótico del uso de dosis orales de vitamina C contra el cáncer:
Desde que comenzó a tomar 80 g al día en 1979, su salud ha sido excelente; asegura que se siente estupendamente la mayor parte del tiempo. Ha sido capaz de seguir trabajando todos los días y ha vivido una vida bastante normal todos los años que han pasado desde noviembre de 1978, cuando la medicina ortodoxa decía que ya estaría muerto.
A la vista parece más un atleta que un enfermo terminal de cáncer… ¡En las últimas semanas ha sido capaz de mejorar su bienestar aumentando su ingesta de ascorbato entre 130 y 150 g al día! Ha estado tomando cada hora dosis orales de 5 a 10 g de una mezcla de nueve partes de ascorbato sódico más una parte de ácido ascórbico disuelta en agua. [Las dosis ingeridas con esos intervalos tan cortos producirían un alto nivel sostenido de ascorbato en los tejidos, así como en la sangre (flujo dinámico).] Esas dosis son bien toleradas