Como podría esperarse de un procedimiento experimental tan directo, ciertos estudios epidemiológicos prospectivos no han revelado un riesgo menor de enfermedades cardiovasculares con el uso de suplementos de vitamina C.[30] Tomados como un todo, sin embargo, estos resultados implican que, de cara a reducir el riesgo de ataques cardíacos, las ingestas de vitamina C tendrían que ser lo bastante grandes como para mantener su acumulación en el cuerpo.[31] También es posible que ingestas mucho más elevadas de vitamina C pudieran erradicar de manera eficaz las enfermedades cardiovasculares.
Prevención del cáncer
La gente acepta por lo general que consumir frutas y verduras reduce el riesgo de muchos tipos de cáncer.[32] Las verduras contienen un gran número de fitonutrientes y otras sustancias que previenen esta enfermedad, de modo que no es evidente cuánto beneficio puede resultar de incrementar la ingesta de vitamina C.
Un consumo diario más alto de vitamina C se asocia con un riesgo reducido de cáncer en muchos órganos, incluyendo la boca, el cuello, los pulmones y el tracto digestivo (esófago, estómago y colon). En un estudio realizado, los hombres que tenían una ingesta de más de 83 mg de vitamina C al día presentaban un riesgo de desarrollar cáncer de pulmón hasta un 64 % menor, comparados con aquellos que ingerían menos de 63 mg al día. Este estudio realizó un seguimiento de 870 personas durante veinticinco años.[33] Hay otros que han relacionado una ingesta aumentada de vitamina C con un riesgo menor de cáncer de estómago. La bacteria Helicobacter pylori, que forma úlceras en el estómago, está asociada con un riesgo mayor de cáncer de estómago. Puesto que esta bacteria disminuye la cantidad de vitamina C en las secreciones estomacales, se ha indicado que los suplementos se añadan a la terapia antibiótica contra las úlceras.[34]
La mayoría de los estudios más importantes han encontrado pocas asociaciones entre el cáncer de mama y las ingestas bajas de vitamina C, que son las que se estudian habitualmente. En uno de ellos, sin embargo, se vio que mujeres con exceso de peso con una ingesta media de vitamina C de 110 mg al día tenían un riesgo un 39 % menor de desarrollar cáncer de mama, comparadas con mujeres parecidas con una ingesta de 31 mg diarios.[35] El Estudio de la Salud de las Enfermeras indica también una asociación entre los niveles bajos de vitamina C y el cáncer de mama. Se encontró un 63 % menos de riesgo de cáncer de mama en mujeres premenopáusicas con una ingesta de 205 mg de vitamina C al día, comparadas con mujeres semejantes que consumían un promedio de 70 mg al día.[36] Estos sujetos tenían antecedentes familiares de cáncer de mama. Una vez más, desgraciadamente no están disponibles los datos sobre ingestas de vitamina C más elevadas (en el intervalo de 1.000 a 10.000 mg).
Enfermedades víricas
Los resultados sobre tratamientos con dosis masivas de vitamina C referidos casi no tienen parangón en la historia de la medicina. Un ejemplo clásico es el estudio del doctor Frederick R. Klenner sobre la poliomielitis. Alrededor de 1950, el doctor Klenner afirmaba que podía curar la polio en pocos días utilizando vitamina C. Esto ocurría antes de que existiera la vacuna contra la enfermedad y frecuentemente quienes la padecían quedaban paralíticos o morían; sin embargo, el doctor Klenner informó que ninguno de sus pacientes murió ni sufrió de parálisis.
Un grupo de investigación, encabezado por el doctor Jonathan Gould en la década de 1950, llevó a cabo un ensayo clínico con control de placebo sobre la vitamina C como tratamiento para la poliomielitis.[37] Cerca de 70 niños fueron tratados en este estudio; a la mitad se les suministró vitamina C y al resto, un placebo. Todos los niños a los que se les dio vitamina C se recuperaron; sin embargo, del grupo de placebo un 20 % aproximadamente tuvieron una discapacidad residual. El doctor Gould no informó de sus conclusiones porque la vacuna contra la polio del doctor Salk acababa de anunciarse, y en aquel tiempo había grandes esperanzas y expectativas en los beneficios de las vacunaciones. Sin embargo, si el informe era correcto, los resultados con la vitamina C son más contundentes.
La vitamina C puede actuar como un «antibiótico» general contra toda clase de enfermedades víricas. Aún hay gente que muere de polio, lo que en muchos casos ha ocurrido por el uso de vacunas con gérmenes vivos de poliomielitis.[38] Los investigadores no han encontrado tratamiento comparable alguno para los desgraciados individuos que cada año contraen esta u otras enfermedades víricas. Sorprendentemente, afirmaciones semejantes, hechas por reputados médicos, sobre los tratamientos con vitamina C para un amplio espectro de enfermedades víricas continuaron durante la siguiente mitad del siglo sin ser sometidas a exámenes clínicos.
Toxicidad por metales pesados
La intoxicación por metales pesados es un conflicto constante. El plomo ha sido un problema para la humanidad durante cientos de años, y durante algún tiempo se creyó que fue el responsable de la caída del Imperio romano. La idea se basaba en que las propiedades tóxicas de las tuberías de plomo provocaron deficiencias mentales. Es más probable que dichos efectos fuesen minúsculos, pero produjeran una pérdida de vigor y de capacidad en relación con otras civilizaciones competidoras.[39] Las tuberías de plomo se habían utilizado durante cientos de años antes de la caída de Roma, y siguieron usándose en Inglaterra, por ejemplo, hasta que en el siglo xx fueron desapareciendo gradualmente. El efecto tóxico no fue lo bastante fuerte como para evitar el estallido de actividad intelectual que llevó a la revolución industrial y la propulsó.
Los recientes problemas de envenenamiento por metales pesados tienen que ver con el plomo de los gases de los automóviles, el aluminio del agua y el mercurio de los empastes dentales.[40] Utilizaremos el envenenamiento por plomo como ejemplo del papel protector de la vitamina C. Este envenenamiento se ve de cuando en cuando en las mujeres embarazadas, en las que puede provocar un crecimiento y desarrollo anormales del feto. Los niños expuestos de manera repetitiva al plomo padecen de problemas de conducta y dificultades de aprendizaje. En los adultos la toxicidad del plomo puede producir tensión arterial alta y daños en los riñones. En los hombres mayores, niveles más altos de vitamina C en sangre están asociados con concentraciones menores de plomo en el cuerpo. Un estudio sobre los niveles de plomo en 747 ancianos mostró que ingestas orales de vitamina C de menos de 109 mg al día estaban relacionadas con mayores cantidades de plomo en sangre y huesos que en aquellos que consumían 339 mg o más diarios.