Vitamina C. Andrew Saul. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Andrew Saul
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Медицина
Год издания: 0
isbn: 9788478089970
Скачать книгу
se rompe, perturbando así el firme orden de las células y facilitando la propagación del tumor.[92] Destacó también una referencia oscura, pero interesante, de la edición de 1905 de la Enciclopedia Nothnagel de Medicina Práctica que describía las semejanzas entre la leucemia linfática aguda y el escorbuto: «Los síntomas clínicos más impactantes de esta enfermedad son las hemorragias y sus secuelas… Cada toque produce una hemorragia, lo que hace que los padecimientos de esta enfermedad sean completamente idénticos a los del escorbuto».[93]

      El doctor McCormick llegó a la conclusión de que los mayores esfuerzos en la lucha contra el cáncer podrían enfocarse de manera útil en evitar su propagación en el cuerpo por esta alteración celular. Aconsejó el uso de la vitamina C, puesto que la alteración dependía de un tejido conjuntivo debilitado y de otros aspectos de la estructura del tejido en los que es imprescindible el ácido ascórbico. Esta hipótesis sencilla se convirtió en los cimientos de la estrategia terapéutica de Linus Pauling y del doctor Ewan Cameron, estrategia que utilizaba grandes dosis de vitamina C para luchar contra el cáncer y que detallaron en su libro de 1979 El cáncer y la vitamina C. Al fin y al cabo, si las células cancerosas van a intentar metastatizarse y propagarse, una cantidad abundante de vitamina C podría fortalecer el colágeno y los tejidos conjuntivos, impidiendo que lo hagan. Resulta que esos mecanismos no están involucrados fundamentalmente en la actividad anticancerígena de la vitamina C, pero la hipótesis del doctor McCormick ha conducido a ciertos experimentos apasionantes.[94] El interés actual por la vitamina C como agente contra el cáncer comenzó con la investigación de esas ideas.

      Enfermedades cardiovasculares

      Uno de los síntomas iniciales del escorbuto es el sangrado de las encías, ya que la vitamina C es necesaria para mantener la fortaleza de los tejidos y para luchar contra la enfermedad. El doctor McCormick indicaba que ocurría un proceso parecido en las arterias: una pared arterial que carece de vitamina C puede sangrar literalmente dentro de sí misma. Revisó las causas nutricionales de las enfermedades cardíacas y se dio cuenta de que cuatro de cada cinco casos coronarios hospitalizados mostraban deficiencias de vitamina C. El doctor McCormick estaba señalando que las enfermedades cardíacas eran una forma de escorbuto,[95] y que la asociación de las enfermedades coronarias con la inflamación de las encías todavía es un área de investigación activa.[96]

      Sin embargo, no era el único que relacionaba la vitamina C con las enfermedades cardíacas. Ya en 1941 otros investigadores se dieron cuenta de que los pacientes con trombosis coronaria presentaban niveles bajos de vitamina C.[97] En un estudio, más de la mitad de los pacientes de sala general presentaban un estado bajo en vitamina C. Se sabía que la placa arterial, que es la causa máxima de los ataques cardíacos, estaba asociada con las hemorragias capilares. Esto llevó a la idea de que a los pacientes de enfermedades cardíacas debería suministrárseles las cantidades adecuadas de vitamina C. Por supuesto, la definición de «cantidad adecuada de vitamina C» ha sido capital en la controversia nutricional desde entonces. Los suplementos de incluso una cantidad moderada de vitamina C pueden prevenir las enfermedades cardíacas y salvar vidas: se ha informado de que simplemente 500 mg diarios hacen descender la mortalidad debida a todas las causas, incluso las enfermedades cardíacas.[98]

      Otros efectos benéficos

      El doctor McCormick proponía la deficiencia de vitamina C como la causa fundamental de numerosas enfermedades contagiosas, y los suplementos como una cura eficaz para ellas. Para apoyar su suposición citó las tablas de mortalidad ya de 1840, e indicó que las muertes por tuberculosis, difteria, escarlatina, tosferina y fiebres reumáticas y tifoideas se debían fundamentalmente a una insuficiente cantidad dietética de vitamina C.[99] Sugerir que las tendencias históricas de la enfermedad se podrían relacionar con una ingesta pobre en vitamina C parece novelesco, tanto hoy como lo era hace más de setenta años. A pesar de eso, la mayor parte del declive en las tasas de mortalidad por enfermedades contagiosas se atribuye generalmente a las instalaciones sanitarias, a las medidas higiénicas y a las mejoras sin especificar en la nutrición.

      El doctor McCormick consideraba que la vitamina C es el nutriente terapéutico fundamental. Indicaba que dentro del cuerpo podría funcionar a la vez como antioxidante y, de cuando en cuando, como oxidante.[100] Los efectos de oxidación-reducción de la vitamina C proporcionan una acción quimioterapéutica poderosa, especialmente cuando se administra en dosis elevadas en intervalos horarios. El doctor McCormick se dio cuenta de que el efecto era más pronunciado cuando el ascorbato se inyectaba, lo que está notablemente cerca de nuestro punto de vista de hoy sobre el ácido ascórbico. Pero él fue más lejos al señalar que la accción de la vitamina C era comparable a la de los antibióticos. Es más, la vitamina C tiene la ventaja de evitar las reacciones tóxicas o alérgicas que son comunes en los antibióticos. Si se controlan los síntomas agudos de una enfermedad contagiosa con dosis masivas de vitamina C, la dosis puede reducirse posteriormente a un nivel de mantenimiento. El doctor McCormick empleó la analogía de apagar un fuego: un pequeño extintor químico puede apagar un fuego que esté en su fase inicial, pero si el fuego ya está extendido, se necesitarán grandes mangueras de incendios a alta presión.

      Desde que Linus Pauling empezó a publicitar el valor de las megadosis de vitamina C a principios de la década de 1970, ha sido una piedra angular de la mitología médica que la vitamina C puede provocar cálculos renales. La acusación es falsa.[101] Todo el mundo ha oído hablar de los unicornios y podría describir uno en detalle; aun así, los unicornios son seres imaginarios sin fundamento ni evidencias que apoyen su existencia real, justo como los cálculos renales producidos por la vitamina C. Sus detractores descuidan el hecho de que el doctor McCormick usaba la vitamina C para prevenir y curar los cálculos renales ya en 1946.[102] Había observado que la orina turbia se asociaba con ingestas bajas de vitamina C; cuando a los pacientes se les administró una dosis alta (varios gramos) de vitamina C, su orina se hizo clara.

      Antes de que se estableciera la relación entre el tabaco y el cáncer de pulmón, fumar con frecuencia se consideraba un pasatiempo benigno. Contrariamente a esto, el doctor McCormick calculaba que fumar un simple cigarrillo podría oxidar hasta 25 mg de vitamina C, más o menos la cantidad que se puede encontrar en una naranja orgánica de buena calidad.[103] Eso era toda una afirmación en 1954, cuando los médicos recomendaban sus cigarrillos favoritos en las revistas y los anuncios de televisión. El doctor McCormick indicó que un gran fumador no podía mantener un nivel saludable de vitamina C solamente de la dieta. De hecho, si este cálculo era acertado, un fumador adulto que consumiese una cajetilla diaria de tabaco y que tomase menos de 500 mg de vitamina C al día sucumbiría pronto al escorbuto agudo o a otra enfermedad grave relacionada con la carencia de ácido ascórbico (afortunadamente, algo de esta vitamina C oxidada puede regenerarse por los tejidos corporales). Este cálculo y otros parecidos sobre la pérdida de vitamina C en los fumadores son ahora parte de nuestra cultura popular, aunque su autor haya desaparecido de la memoria.

      El doctor McCormick luchó contra la deficiencia de vitamina C dondequiera que su experiencia clínica la encontrase. Utilizó dosis de gramos para combatir lo que normalmente se consideraban enfermedades no relacionadas con la deficiencia. Esta terapia temprana preparó el escenario para el uso terapéutico actual de dosis de 100 g al día para luchar contra el cáncer y las enfermedades víricas. Para una idea con tales beneficios potenciales, la difusión de este conocimiento ha sido excepcionalmente lenta, pero sin el trabajo publicado del doctor McCormick, podría no haberse difundido en absoluto.

      Linus Pauling

      Del doctor Linus Pauling (1901–1994) se podría decir que fue el crítico más altamente cualificado,


<p>92</p>

McCormick, W. J. «Cáncer: el agente precondicionante de la patogénesis». Arch Pediatr NY 71 (1954): 313. McCormick, W. J. «Cáncer: ¿una enfermedad del colágeno, secundaria ante la deficiencia nutricional?». Arch Pediatr 76 (1959): 166.

<p>93</p>

Pincus, F. «Leucemia linfática aguda». En Enciclopedia Nothnagel de Medicina Práctica, edición americana. Filadelfia, PA: W.B. Saunders, 1905, pp. 552–574.

<p>94</p>

González, M. J., J. R. Miranda-Massari, E. M. Mora y otros. «La oncología ortomolecular: una visión mecanicista de la actividad quimioterapéutica del ascorbato intravenoso». P R Health Sci J 21: 1 (marzo de 2002): 39–41. Hickey, S. y H. Roberts. Cáncer: nutrición y supervivencia. Lulu Press, 2005.

<p>95</p>

McCormick, W. J. «Trombosis coronaria: un nuevo concepto de su mecanismo y etiología». Clin Med 4: 7 (julio de 1957).

<p>96</p>

Scannapieco, F. A. y R. J. Genco. «Asociación de las infecciones del periodonto con la arteriosclerosis y las enfermedades pulmonares». J Periodontal Res 34: 7 (1999): 340–345.

<p>97</p>

Paterson, J. C. «Algunos factores en la causa de las hemorragias internas y en la precipitación de la trombosis coronaria». Can Med Assoc J 44 (1941): 114.

<p>98</p>

Enstrom, J. E., L. E. Kanim y M. A. Klein. «La ingesta de vitamina C y la mortalidad entre una muestra de población de los Estados Unidos». Epidemiology 3: 3 (1992): 194–202.

<p>99</p>

McCormick, W. J. «La incidencia y mortalidad cambiantes de las enfermedades infecciosas en relación con las transformadas tendencias en la nutrición». Med Record (septiembre de 1947).

<p>100</p>

McCormick, W. J. «El ácido ascórbico como agente quimioterapéutico». Arch Pediatr NY 69 (1952): 151–155. Disponible online en http://www.doctoryour self.com/mccormick1951.html.

<p>101</p>

Curhan, G. C., W. C. Willett, F. E. Speizer y otros. «La ingesta de vitaminas B6 y C y el riesgo de cálculos renales en las mujeres». J Am Soc Nephrol 10: 4 (1999): 840–845.

<p>102</p>

McCormick, W. J. «Litogénesis e hipovitaminosis». Med Record 159: 7 (1946): 410–413.

<p>103</p>

McCormick, W. J. «Lesiones discales intervertebrales: un nuevo concepto etiológico». Arch Pediatr NY 71 (1954): 29–33.