Los medios informativos se han interesado obsesivamente por el escándalo que sacudió a la familia del doctor Klenner tras su muerte por enfermedad cardíaca en 1984. Fred Klenner Jr., conocido como Fritz, estuvo implicado en el asesinato de al menos cinco personas y murió por propia mano en 1985. La tragedia fue tema de un libro superventas en 1988 (en el que se menciona al doctor Klenner más de cincuenta veces) y de una película para la televisión de 1994. Es muy instructivo darse cuenta de que los noticiarios informaron sobre los crímenes del hijo mucho más de lo que lo hicieron sobre las curaciones del padre.
El trabajo del doctor Klenner inspiró a médicos ortomoleculares como Robert F. Cathcart III, que siguió suministrando dosis masivas de vitamina C a miles de sus pacientes. Ya sea eclipsada por el escándalo o ignorada obstinadamente por la profesión médica, la terapia de dosis elevadas de ascorbato ha llegado para quedarse. «He utilizado los métodos del doctor Klenner en cientos de pacientes – decía el doctor Lendon Smith—; él tenía razón».
Lendon H. Smith
Si el doctor Klenner fue uno de los médicos más innovadores, Lendon H. Smith (1921–2001) se contaba entre los más valientes. El doctor Smith fue uno de los primeros facultativos en apoyar inequívocamente los regímenes de vitaminas en altas dosis para niños. Una postura tal no le granjeó el cariño de sus colegas de la Academia Americana de Pediatría, de manera que llevó la terapia ortomolecular directamente a la gente por medio de su boletín de noticias, The Facts, sus muchos libros populares, sus artículos, sus vídeos y sus apariciones en televisión (apareció sesenta y dos veces en The Tonight Show, y hasta ganó un Premio Emmy).
El hombre que llegó a ser conocido en todo el país como «el médico de los niños» obtuvo su título en la Facultad de Medicina de la Universidad de Oregón en 1946. Sirvió en el cuerpo médico del ejército de los Estados Unidos de 1947 a 1949, completó después sus períodos de residente en el hospital infantil de Saint Louis y en el hospital conmemorativo Doernbecker, en Portland, Oregón. En 1955, fue nombrado catedrático de Pediatría Clínica en el hospital médico de la Universidad de Oregón. Trabajó como pediatra durante treinta y nueve años, antes de jubilarse en 1987 para dar conferencias, escribir y seguir ayudando a que la palabra «megavitamina» se hiciera popular.
Pasaron más de veinte años de práctica médica antes de que el doctor Smith comenzara a utilizar la terapia megavitamínica. Una paciente «quería que le pusiera una inyección de vitaminas – escribió sobre una mujer alcohólica en 1973–. Yo no había hecho nunca algo tan inútil en toda mi vida profesional, y me avergonzaba un poco que me considerase el tipo de médico que hace esa clase de cosas».[73] Esa «clase de cosas» consistía en una inyección intramuscular del complejo vitamínico B, la cual se mostró tan eficaz que «se encontró tres bares en su camino y no necesitó entrar en ninguno». Eso fue el comienzo de su conversión de pediatra convencional a portavoz de la medicina ortomolecular.
Su primer libro, El médico de los niños, publicado en 1969, solo contiene tres menciones a las vitaminas, y dos de ellas son negativas. Sin embargo, conforme iba aprendiendo sobre la prevención médica y la terapia de megavitaminas, empezó a hablar de ello. En su libro de 1979, Alimenta bien a tus hijos, recomienda hasta 10.000 mg de vitamina C durante los procesos de enfermedad. En 1981, en Alimentos para niños sanos, aconseja tomar vitamina C hasta los niveles de tolerancia intestinal (la dosis máxima tolerada de vitamina C por vía oral), pero incluso sus afirmaciones relativamente modestas, tales como «no comas azúcar» y «el estrés aumenta la necesidad de vitaminas B y C, calcio, magnesio y cinc», pueden ser un tanto extremas para los médicos convencionales. Además, sus recomendaciones sobre las inyecciones del complejo vitamínico B y de vitamina C, autoadministradas por los pacientes, dos veces a la semana durante tres semanas, no se calcularon para evitar la controversia.
En 1979, el doctor Smith era un autor superventas del New York Times, y en 1983 proponía ayunos de cuatro días a base de agua, inyecciones de 1.000 mcg de vitamina B12 y megavitaminas para los niños. En sus libros no había recomendaciones como las CDR a nivel vitamínico. Era también un crítico declarado de la comida basura: dos de sus frases características eran «la gente tiende a consumir alimentos que le hacen daño» y «si algo te encanta, probablemente no te sienta bien».
El doctor Smith se volvió muy cuidadoso con la vacunación rutinaria: «El mejor consejo que puedo dar a los padres es que renuncien a las inyecciones, pero que se aseguren de que los niños que estén a su cuidado tengan un sistema inmunológico de primera calidad». Su recomendación alternativa era que los niños tuvieran una dieta que impulsase su sistema inmunológico: «Para conseguir eso se necesita una dieta sin azúcar, sin alimentos procesados industrialmente y con una ingesta de vitamina C de unos 1.000 mg al día por cada año de edad, hasta los 5.000 mg a los cinco años».[74] Se daba perfecta cuenta de la conexión entre la ingesta de azúcar y la vitamina C, proclamaba: «Si seguimos consumiendo alimentos basura, tendremos dientes basura».[75]
Esos son grandes pasos para un pediatra que treinta y dos años antes había escrito que el exceso de vitamina C era un desperdicio y no prevenía los resfriados. El doctor Smith podría haber disfrutado de una vida tranquila si hubiese mantenido tales creencias, incorrectas, pero políticamente seguras. Por su fomento de la medicina ortomolecular fue obligado finalmente a dejar su práctica médica en 1987, bajo la presión de las compañías de seguros y del comité de examinadores médicos de su estado. No obstante, continuó hablando a favor de la terapia megavitamínica.
La popularización de la medicina ortomolecular por profesionales valientes como Lendon Smith ha permitido que los beneficios de la terapia nutricional lleguen a las familias que tienen hijos enfermos. Su visión ha logrado maravillas educando y animando a los padres a que usen vitaminas para prevenir y curar las enfermedades. Por esto, Lendon Smith figura junto con el doctor Klenner como uno de los verdaderos pioneros de la medicina nutricional.
Claus Washington Jungeblut
En las décadas de 1950 y 1960 a los niños se los vacunaba contra la polio. A muchos les asustaban las agujas y se sorprendían agradablemente cuando recibían un terroncito de azúcar en su lugar. Con el tiempo llegarían a conocer el nombre de su benefactor, el doctor Albert Sabin, el hombre a quien se le adjudica el mérito de haber salvado a todos de los riesgos de una vida con parálisis. Irónicamente, esta vacuna oral viva pudo haberse convertido en una causa principal de polio, según se fue reduciendo la incidencia de la enfermedad.[76] Las críticas más fuertes contra la vacuna viva de Sabin provenían de otro de los héroes en la lucha contra la poliomielitis, que desarrolló una vacuna temprana de virus «muertos» de la polio, el doctor Jonas Salk. En septiembre de 1976, el diario Washington Post informó sobre la afirmación del doctor Salk de que la vacuna de virus vivos de Sabin había sido «la causa principal, si no la única» de cada caso de polio registrado en los Estados Unidos desde 1961.[77] En 1996, un año después de la muerte del doctor