Vitamina C. Andrew Saul. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Andrew Saul
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Медицина
Год издания: 0
isbn: 9788478089970
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los seres humanos tiene poco apoyo científico. Los antioxidantes como la vitamina C son esenciales para la vida, porque los procesos de la enfermedad conllevan casi siempre ataques de los radicales libres, a los que las defensas antioxidantes pueden contraatacar.

      La gente va a la consulta del médico esperando recibir una información clara e imparcial de lo que la hace enfermar y de su tratamiento. Y aún más importante que eso: necesita saber qué puede hacer para prevenir las enfermedades. A los pacientes les gustaría tener la información necesaria para tomar decisiones, pero en muchos casos no se les proporciona esta información y, a menudo, los médicos son incapaces de evaluar los datos que necesitan para tomar las mejores decisiones para los intereses de sus pacientes.[20] Con frecuencia la gente no toma en consideración los consejos de los expertos y suplementan su dieta con dosis elevadas de vitamina C y otros antioxidantes. Acaso sorprenda, pero varios grupos de individuos independientes pueden lograr frecuentemente soluciones más acertadas que las que obtienen selectos comités de expertos.[21] Así pues, esta decisión popular tal vez sea un signo de que la medicina se ha extraviado y rehúsa responder racionalmente a las evidencias, porque es incapaz de ello o porque no lo desea.

      Dosis elevadas de vitamina C – estamos hablando de gramos— pueden prevenir muchas enfermedades, pero se necesitan dosis mucho más altas para su tratamiento. Las enormes dosis necesarias para la terapia se reciben a menudo con gran desconfianza. Cuando informamos a los médicos de que pueden ser necesarios 50 o 100 g (50.000–100.000 mg) de vitamina C al día para tratar el resfriado común, su escepticismo se transfiere de la eficacia del tratamiento al tamaño de la dosis. La mayoría de los estudios clínicos solamente consideran dosis de un solo gramo. Una dosis cien veces mayor tiene propiedades muy diferentes.

      Un motivo para la controversia sobre la vitamina C son los contradictorios resultados clínicos de los ensayos que utilizaron dosis no adecuadas, cien veces menores que las necesarias, y que han roto repetidamente las reglas básicas de la farmacología.[22] Como analogía, imagina que estudiamos a 20.000 mujeres jóvenes fértiles que toman píldoras anticonceptivas para evitar el embarazo. Los investigadores quieren demostrar que las píldoras no funcionan, de modo que les dan una al mes en lugar de una al día, que es lo indicado. Los sujetos de control toman una pastilla de azúcar (placebo) al mes. Ahora bien, supón que los resultados de este ensayo de cinco años de duración indican que cuando se toma una píldora anticonceptiva al mes, las mujeres quedan embarazadas en la misma proporción que las que toman una pastilla de azúcar. Ninguna persona razonable daría como buena la afirmación de que «el ensayo demuestra que la píldora no evita el embarazo». No se puede esperar que una píldora de uso diario administrada una vez al mes tenga el mismo efecto que si se toma en su dosis diaria. Sin embargo, esta es la metodología equivalente a los estudios de vitamina C con los que se ha pretendido demostrar que es ineficaz.

      La ingesta óptima de vitamina C es la cantidad que evita las enfermedades mientras, a la vez, reduce al mínimo los riesgos potenciales. Es una suposición muy arriesgada creer que una ingesta para prevenir el escorbuto agudo será la adecuada para prevenir otras enfermedades. Es más, existen evidencias significativas de que la ingesta de vitamina C necesaria para prevenir las enfermedades crónicas es mucho mayor que la establecida como CDR. Desgraciadamente, no se han llevado a cabo estudios directos sobre las enfermedades crónicas y las dosis elevadas de vitamina C, de manera que tenemos que fundamentar nuestras conclusiones sobre una base insuficiente de conocimientos. Normalmente los estudios prospectivos (de población base o cohorte) proporcionan la información más directa. En este tipo de estudios la ingesta de vitamina C se calcula para grandes cantidades de sujetos (cohortes), a los que se va controlando con el tiempo para ver si desarrollan enfermedades crónicas específicas. Tales estudios son caros y a menudo resultan imprecisos. Por ejemplo, la ingesta de vitamina puede calcularse por medio de un cuestionario, y llevar a cabo su enfoque por las proporciones típicas que se encuentran en artículos alimenticios concretos. Las dietas de la gente pueden cambiar con el tiempo y las tablas de contenido no llevan la cuenta de artículos específicos: las zanahorias frescas de cultivo orgánico contienen más vitamina C que las que se encuentran en conserva, por ejemplo.

      Para obtener un cálculo acertado de la ingesta óptima, sería necesario que esos estudios incluyeran ingestas de vitamina C que variasen entre 50 y 10.000 mg al día, y esto no se ha hecho. Algunos investigadores indican, de manera extraña, que la vitamina C presente en los alimentos es, de algún modo, más eficaz que la misma molécula contenida en los suplementos. Sin embargo, una explicación alternativa es que los métodos utilizados para calcular la ingesta de vitamina C con los alimentos tienen una precisión limitada. Otra explicación posible se relaciona con el hecho de que comemos varias veces al día y que la vitamina C se libera de los alimentos en forma más gradual que de los suplementos.[23]

      El escorbuto

      Mucha gente relaciona la palabra «escorbuto» con las clases de historia, más que con la salud contemporánea. Finalmente, el Almirantazgo británico, tras un retraso de cincuenta años, sancionó el descubrimiento de James Lind, en 1747, de que consumir limones podía prevenir el escorbuto. Miles de marineros murieron en el período intermedio. Desgraciadamente para ellos, el coste de suministrar frutas cítricas era mayor que el de reclutar nuevos marinos. Por aquel entonces, como ocurre hoy, las consideraciones económicas tenían a menudo prioridad sobre la ciencia o el bienestar de las personas.

      Quienes padecen escorbuto agudo al final sufren hematomas, sangrados de las articulaciones que provocan hinchazón y dolores agudos, así como pérdida de cabello y dientes. Como ya hemos explicado, esos síntomas son resultado de la falta de colágeno. Los síntomas tempranos, al inicio de la enfermedad, incluyen la fatiga, que es consecuencia de la capacidad reducida para fabricar carnitina, y la vulnerabilidad ante los esfuerzos, por culpa de los bajos niveles de adrenalina y noradrenalina.

      En los países desarrollados el escorbuto agudo es infrecuente, ya que consumir unos pocos miligramos de vitamina C al día previene la enfermedad, pero brotes de escorbuto son frecuentes en el Tercer Mundo. Sin embargo, incluso en las áreas desarrolladas, las personas que padecen de enfermedades crónicas, los débiles, los ancianos y los niños pueden estar en peligro, y los niveles bajos de vitamina C en sangre son comunes.[24] El escorbuto crónico puede surgir si una persona tiene una ingesta de vitamina C en cantidad suficiente para prevenir una muerte dolorosa a corto plazo, pero no para mantenerla sana.

      Prevención de las enfermedades cardíacas y las apoplejías

      Muchos estudios prospectivos indican que ingestas bajas de vitamina C están asociadas con un riesgo mayor de sufrir enfermedades cardiovasculares. A pesar de que tales estudios no incluyen una investigación sobre ingestas más altas, se supuso, erróneamente, que aproximadamente 100 mg de vitamina C al día proporcionan una máxima reducción de riesgos. El primer Estudio sobre la Salud Nacional y Examen de la Nutrición calculó que el riesgo de muerte por enfermedades cardiovasculares era un 25 % más bajo en las mujeres y un 42 % en los hombres que tomaban suplementos de vitamina C.[25] La ingesta promedio de vitamina C en suplemento era de 300 mg al día.[26]

      En un análisis de nueve estudios, que cubrían una población de 290.000 adultos, se averiguó que aquellos que tomaban suplementos de más de 700 mg diarios de vitamina C tenían un riesgo de enfermedades cardíacas un 25 % menor. Esos sujetos tenían aparentemente un sistema cardiovascular sano al comienzo del análisis, que se desarrolló durante diez años.[27] Un estudio realizado con 85.000 enfermeras durante un período de dieciséis años, averiguó que ingestas más altas de vitamina C contribuían a la prevención de las enfermedades cardiovasculares.[28] Una vez más, las altas ingestas de suplementos de vitamina C (un promedio de 359 mg al día) estaban ligadas a una reducción del 27–28 % en los riesgos de enfermedades cardiovasculares. En particular, las enfermeras


<p>20</p>

Gigerenzer, G. Riesgos calculados. Nueva York, NY: Simon & Schuster, 2002.

<p>21</p>

Surowiecki, J. La sabiduría de las multitudes. Nueva York, NY: Doubleday, 2004.

<p>22</p>

Hickey, S. y H. Roberts. El ascorbato: la ciencia de la vitamina C. Lulu Press, 2004.

<p>23</p>

Ibíd.

<p>24</p>

Stephen, R. y T. Utecht. «El escorbuto identificado en la sala de urgencias: informe de un caso». J Emerg Med 21: 3 (2001): 235–237. Weinstein, M., P. Babyn y S. Zlotkin. «Una naranja al día es lo más sano que hay: el escorbuto en el año». Pediatrics 108: 3 (2001): E55.

<p>25</p>

Enstrom, J. E., L. E. Kanim y M. A. Klein. «La ingesta de vitamina C y la mortalidad entre una muestra de población de los Estados Unidos». Epidemiology 3: 3 (1992): 194–202.

<p>26</p>

Enstrom, J. E. «Contrapunto: la vitamina C y la mortalidad». Nutr Today 28 (1993): 28–32.

<p>27</p>

Knekt, P., J. Ritz, M. A. Pereira y otros. «Las vitaminas antioxidantes y el riesgo de enfermedad cardíaca coronaria: un análisis conjunto de 9 cohortes». Am J Clin Nutr 80: 6 (2004): 1508–1520.

<p>28</p>

Osganian, S. K., M. J. Stampfer. E. Rimm y otros. «La vitamina C y el riesgo de enfermedad cardíaca coronaria en las mujeres». J Am Coll Cardiol 42: 2 (2003): 246–252.