Vitamina C. Andrew Saul. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Andrew Saul
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Медицина
Год издания: 0
isbn: 9788478089970
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van desde «genio» hasta «matasanos». Sus dos Premios Nobel no compartidos (es la única persona de la historia que ha obtenido esa distinción) no son protección contra sus opositores, que condenan su estrategia con el uso de las vitaminas. Sus ideas se consideran controvertidas porque se atrevió a presentar, directamente al público, su penetrante interpretación de la literatura científica, indicando que altas dosis de vitaminas pueden curar enfermedades. También reexaminó muchos estudios del tipo «las vitaminas son inútiles», explicando que los investigadores habían malinterpretado sus propios datos o presentado opiniones sesgadas, y mostrando de esta manera que la terapia vitamínica tiene de hecho un valor estadísticamente significativo.

      La contribución del doctor Pauling es fundamental para la historia de la vitamina C. Extrañamente, su punto de partida fue afirmar que la vitamina C podía prevenir y tratar el resfriado común. Desde ahí, siguió argumentando que sería útil para todas las enfermedades contagiosas: las dosis elevadas de vitamina C podrían considerarse análogas a los antibióticos, pero funcionarían con los virus lo mismo que con las bacterias y reforzarían el sistema inmunológico. Llegando aún más allá, afirmó que el ascorbato sería útil para todas las enfermedades. Explicó que la arteriosclerosis, la causa subyacente de las enfermedades cardíacas y de las apoplejías, era provocada por una deficiencia en vitamina C. Finalmente, declaró que los pacientes de cáncer vivirían mucho más tiempo con la suficiente ingesta de vitamina C, y podrían incluso curarse.

      Puesto que tales afirmaciones están mucho más allá de la experiencia diaria de la mayoría de los médicos, apenas sorprende que los profesionales de la medicina pensaran que el doctor Pauling se había extraviado. No obstante, esas ideas no comenzaron con él: varios científicos y médicos independientes habían sido testigos de las notables propiedades de la vitamina C. La contribución del doctor Pauling consistió en situar esas observaciones en un contexto evolutivo, y en jugarse su reputación científica a la vitamina C.

      El caso de las dosis elevadas de vitaminas

      El doctor Pauling tuvo en consideración cómo usan los animales la vitamina C. Aquellos que la sintetizan fabrican cantidades relativamente grandes; por ejemplo, supuestamente las ratas elaboran 70 mg por kilo de peso corporal cada día. Si la rata está en tensión, lesa cantidad aumenta hasta unos 215 mg diarios.[104] Sin embargo, esto es insuficiente para mantener los niveles de vitamina C en animales enfermos, y según caen los niveles en sangre, la excreción urinaria se incrementa unas diez veces.[105] Una inyección de vitamina C – una dosis equivalente a 5 g (5.000 mg) en un ser humano— restaura los niveles normales de ascorbato en plasma, la tensión arterial y el flujo sanguíneo (perfusión) capilar, a la vez que inhibe el crecimiento bacteriano. Hay otros animales que también incrementan su producción de vitamina C cuando se hallan bajo tensión.[106] Una explicación verosímil es que los animales enfermos aumentan tanto la fabricación de vitamina C como su excreción. La tasa de producción de ácido ascórbico en las ratas es equivalente a una dosis de entre 5 y 15 g al día, administrados por vía intravenosa, a un adulto humano de unos 70 kg de peso. Tasas semejantes de elaboración pueden verse en las cabras y en otros animales. Los gatos y perros domésticos producen algo menos (2,5 g de equivalente humano). Por hacer la comparación, la CDR en los Estados Unidos es de menos de 0,1 g al día, entre cincuenta y ciento cincuenta veces menor. Además, si se ingiere por vía oral, solamente se absorbe parte de la vitamina C.

      Una comparación directa entre las cantidades requeridas por los animales y los humanos puede ser desorientadora. Los seres humanos podrían haber evolucionado para necesitar menos cantidad, por ejemplo. El doctor Pauling utilizaba un argumento evolucionista y calculaba que la cantidad de vitamina C en alimentos vegetales crudos que proporcionen 2.500 calorías supone, al menos, treinta y cinco veces la CDR. Sin embargo, disponemos de pocos datos sobre la dieta de los hombres primitivos y de otros mamíferos. Aunque es probable que las plantas de hace cuarenta millones de años tuviesen niveles de vitamina C similares a los que encontramos hoy, no poseemos mediciones directas. Nuestros antepasados podrían haber sido en gran medida vegetarianos, pero no podemos estar seguros de ello.

      Los animales que no sintetizan la vitamina C consumen una dieta vegetariana que les proporciona un nivel alto de esta vitamina. No obstante, no podemos estar seguros de que ese sea siempre el caso ya que no tenemos una lista completa de esos animales. Sabemos que los primates, aparte de los humanos, consumen grandes cantidades de vitamina C en su dieta, principalmente vegetariana. Se supone que una mascota, o un mono de laboratorio, necesita el equivalente a 1 g de vitamina C al día, mucho más de lo que los gobiernos recomiendan para los humanos. Un gorila en estado salvaje consume diariamente una vegetación que contiene unos 4,5 g de vitamina C. A pesar de estas reservas, el doctor Pauling supuso una dieta semejante a la de los grandes primates y calculó que la ingesta de vitamina C de los humanos primitivos estaba entre 2,3 y 9,5 g al día.[107] Indicó que, a menos que pueda demostrarse que nuestra bioquímica sea sustancialmente diferente de la de nuestros parientes animales más próximos, probablemente los seres humanos deberían consumir dosis de varios gramos de vitamina C cada día.

      El doctor Pauling se convenció de que existe un caso científico para las dosis elevadas de vitamina C tras haber escuchado las ideas del doctor Irwin Stone. Según este, la gente necesita vitamina C en grandes cantidades para ocuparse adecuadamente de las infecciones y del estrés. Los doctores Stone y Pauling creían que la vitamina C, como ácido ascórbico, se necesita en la dieta por causa de una mutación genética identificable, que podría clasificarse como un error innato del metabolismo.

      «El hombre de la vitamina C»

      Un pequeño número de nutricionistas no considera que el ácido ascórbico sea la vitamina C; en su lugar, hablan del «complejo vitamínico C». No existen evidencias que validen este enfoque, puesto que el ácido L-ascórbico, administrado solo, prevendrá y curará el escorbuto. Hallar una explicación en su forma más sencilla es el núcleo del método científico. Guillermo de Ockham en el siglo xiv dejó establecido su principio, el cual se aplica tanto a la filosofía como a la ciencia. Viene a decir que, ante circunstancias iguales, se preferirá siempre la explicación más sencilla. Las insinuaciones de que la vitamina C es alguna mezcla mal definida de sustancias naturales no son científicas, aunque resulten provechosas para las organizaciones comerciales interesadas.

      Puede considerarse que la gente que consume vitamina C en los bajos niveles de la CDR es deficitaria en esta vitamina. A las autoridades que afirman que solamente necesitamos cantidades tan bajas debería requerírseles que proporcionen datos sólidos que muestren que esas dosis son las óptimas. A menos que tales datos se presenten, el consejo oficial puede estar sometiendo a millones de personas a una mala salud innecesariamente.[108] Existe un sesgo en el corazón del consejo nutricional convencional. La hipótesis original sobre las vitaminas era que se trataba de unas sustancias necesarias en pequeñas cantidades para mantener la salud. Esta definición se ha arrastrado hasta la medicina moderna y ha llegado a considerarse como un hecho. La gente se ha olvidado de que la idea de que se necesiten las vitaminas solo en pequeñas cantidades era una medida relativa, que comparaba la cantidad de vitaminas con la proporción de grasas, proteínas y carbohidratos de los alimentos habituales. Nos hallamos ahora en la desgraciada posición en la que la idea se ha convertido en un dogma médico.

      Se ha venido suponiendo durante décadas (sin evidencia alguna de apoyo) que el escorbuto agudo era la única enfermedad provocada por la deficiencia de vitamina C. La idea de que esta deficiencia a largo plazo podría dar como resultado padecimientos crónicos como las cataratas, las enfermedades cardíacas o la artritis era mayoritariamente ignorada porque no existían «pruebas» para esta insinuación. El doctor Pauling defendía un aumento en la cantidad necesaria de vitamina C, utilizando bioquímica comparativa y datos evolutivos. Creía que la gente obtenía la suficiente vitamina C de sus dietas para evitar que muriesen o que enfermasen de escorbuto agudo, pero insuficiente a largo plazo para prevenir otras enfermedades.

      Linus Pauling llevó las demandas de dosis elevadas de vitamina


<p>104</p>

Salomon, L. L. y D. W. Stubbs. «Algunos aspectos del metabolismo del ácido ascórbico en las ratas». NY Acad Sci 92 (1961): 128–140. Conney, A. H. y otros. «Interacciones metabólicas entre el ácido L-ascórbico y los fármacos». Ann NY Acad Sci 92 (1961): 115–127.

<p>105</p>

Armour, J., K. Tyml, D. Lidington y otros. «El ascorbato previene la disfunción microvascular en los músculos de fibra roja de las ratas sépticas». J Appl Physiol 90: 3 (2001): 795–803.

<p>106</p>

Conney, A. H., C. A. Bray, C. Evans y otros. «Interacciones metabólicas entre el ácido L-ascórbico y los fármacos». Ann NY Acad Sci 92 (1961): 115–127.

<p>107</p>

Pauling, L. «La evolución y la necesidad del ácido ascórbico». Proc Natl Acad Sci USA 67 (1970): 1643–1648.

<p>108</p>

Hickey, S. y H. Roberts. La Cantidad Dietética Ridícula. Lulu Press, 2005.