Porque tú eres mi roca y mi castillo. El alma del salmista, sometida a prueba, confiesa aquí de nuevo su plena confianza en Dios. Las repeticiones de la fe nunca son vanas.27 Confesar nuestra confianza en Dios en tiempos de adversidad es el principal método para glorificarle. El servicio activo es bueno, pero la confianza pasiva de la fe no es menos apreciada a los ojos de Dios. Es como si las palabras quisieran abrazarse al Señor y asirse a él con un agarre de confianza que no tienen intención de relajar. Los dos pronombres personales: “mi roca”, “mi castillo” se afianzan como clavos en la fidelidad del Señor. ¡Concédasenos la gracia de que nuestro corazón mantenga su firme creencia en Dios! En estos tiempos podemos ilustrar la figura de la roca y el castillo con la fortaleza de Gibraltar, a menudo asediada por nuestros enemigos y que jamás han logrado arrebatarnos.28 En tiempos antiguos las fortalezas, aunque lejos de ser impenetrables para nuestros métodos actuales de guerra, eran cruciales para bandas poco numerosas, como la de David, que se fortificaban en las montañas y despeñaderos donde se sentían seguras. Fijémonos en el hecho singular de que David pide al Señor que sea su roca29 porque estaba convencido de que era su Roca (31:2); y aprendamos a orar pidiendo que podamos experimentar y disfrutar aquello a lo que nos hemos asido a través de la fe. La fe es el fundamento de la oración.
Por amor de tu nombre me encaminarás y me guiarás.30 El salmista argumenta igual que un filósofo lógico, con sus “por”, sus “por tanto”, y sus “porque”. «Dios mío, –reflexiona– puesto que confío sinceramente en ti, sé tú mi guía». Guiar y encaminar son dos cosas muy similares, pero la meditación pausada detecta entre ambas cosas importantes matices de significado, en especial porque “me guiarás”, incluye un sentido de provisión: proveerás para mis necesidades.31 Al propio tiempo, la duplicidad revela un sentido de urgencia en la necesidad, precisamos del doble efecto, pues el camino es abrupto, y no basta con que simplemente nos encaminen hacia él, necesitamos alguien que nos guíe paso a paso. ¡Encamíname cual soldado, guíame como al viajero! Encamíname cual bebé que gatea, guíame como un adulto que precisa dirección; encamíname físicamente cuando estés a mi lado, pero guíame también con tus directrices cuando estés ausente; encamíname con tu mano, guíame por medio de tu palabra. El argumento que utiliza el salmista se obtiene en la armería de la libre gracia: “me guiarás” no para mi propio bien, sino “por el bien de tu nombre”. Nuestra apelación no parte de alguna virtud imaginaria oculta en nuestro propio nombre, sino de la bondad y la gracia gloriosa que brilla resplandeciente en el carácter del Dios de Israel. El Señor no puede consentir que su honor sea mancillado, como sería en el supuesto de que los que en él confían tuvieran que perecer. Este fue también el argumento de Josué: “Porque los cananeos y todos los moradores de la tierra oirán, y nos rodearán, y borrarán nuestro nombre de sobre la tierra; y entonces, ¿qué harás tú a tu gran nombre?”32
C. H. SPURGEON
Por amor de tu nombre. Si se tratara meramente del honor de la criatura, el crédito de los ministros o la gloria de los ángeles, la salvación del hombre sería sin duda incierta. Pero cada paso de la misma implica el honor de Dios. Oramos pidiendo las cosas en su nombre. Si Dios empezara una cosa y no la continuara, o si la continuara, pero no la completara, nos llevaría a la conclusión de que el reproche al Todopoderoso podría estar en cierto modo justificado. Pero esto no puede suceder jamás. Dios tomó por propia voluntad la decisión de levantar el edificio de la salvación del hombre. Y su nombre glorioso nos da la certeza absoluta de que el sillar de coronamiento33 del mismo será colocado allá en la gloria.
WILLIAM SWAN PLUMER [1802-1880]
“Studies on the Book of Psalms”, 1867
Por amor de tu nombre. Lo que equivale a decir: en razón y por cuenta de la fama de tu poder, de tu bondad, de tu verdad, etc., etc.: “Me guiarás”. Como un pastor a una oveja errante,34 como un general a su tropa, o como un experto en la ruta al confiado caminante.35 Toma pleno control de mis planes, de mis afectos y de todos mis pensamientos.36
MARTIN GEIER [1614-1681]
“Commentary on Psalms”, 1695
Vers. 4. Sácame de la red que han escondido para mí, pues tú eres mi refugio. [Sácame de la red que me han tendido, pues tú eres mi refugio. RVR] [Me sacarás de la red que en secreto me han tendido; porque tú eres mi refugio. LBLA] [¡Sácame de la red que me han tendido, porque Tú eres mi refugio! BTX] [Rescátame de la trampa que me tendieron mis enemigos, porque solo en ti encuentro protección. NVI] [Libérame de la trampa que me tienden, porque tú eres mi refugio. BLP] [Rescátame de la trampa que me tendieron mis enemigos, porque solo en ti encuentro protección. NTV]
Sácame de la red que me han tendido.37 Los enemigos de David eran sagaces y poderosos; si no lograban capturarle empleando la fuerza, probarían con la astucia. Nuestros enemigos espirituales son del mismo calibre, son simiente de la serpiente,38 y tratan de hacernos caer mediante su astucia. La frase asume la posibilidad de que el creyente sea capturado como un pájaro; y, de hecho, somos tan necios que nos ocurre a menudo. Con tanta destreza hace el cazador su trabajo, que los simples fácilmente se ven rodeados. Pero el texto va aún más allá, y pide que el cautivo sea liberado sacándolo incluso fuera de las mallas de la red; se trata de una petición muy adecuada, pues el amor eterno puede rescatar a sus santos hasta de entre las fauces del león39 y del vientre del infierno40. A veces es posible que para rescatar un alma de la tentación haga falta un tirón repentino y seco, y otro para arrebatarla de los lazos de la astucia maliciosa; pero el Señor está listo para todo tipo de situaciones, y ni aún las redes más hábilmente colocadas por el cazador lograrán retener a sus escogidos. ¡Ay de aquellos que emplean su astucia para colocar redes que atrapen a otros! Los que se esfuerzan en tentar a los demás acabarán destruyéndose ellos mismos.41 Los villanos que tienden trampas en secreto, serán castigados en público.42
Pues tú eres mi refugio. ¡Qué dulzura tan inefable encierran estas pocas palabras! Con cuánta alegría podemos abordar proyectos, y con cuánta entereza soportar sufrimientos, cuando tenemos la certeza de que contamos con el auxilio celestial. El poder divino hará pedazos todas las trampas del enemigo, confundirá sus planes y frustrará sus astucias y pícaros trucos; ¡dichoso el que cuenta con una fuerza tan inigualable alistada en su bando! Nuestras propias fuerzas nos serán de poca utilidad si caemos en las redes tendidas por la astucia, pero la fuerza del Señor está siempre cerca, basta con que la invoquemos. Cuando a través la fe dependemos exclusivamente de la fuerza del Fuerte de Israel,43 podemos utilizar con absoluta propiedad esta santa dependencia como argumento de súplica ante Dios.
C. H. SPURGEON
Sácame de la red que han escondido para mí. Con estas palabras insinúa que sus enemigos no solo utilizaron la fuerza contra él, sino también la astucia y la política para atraparle, como cuando siguiendo las instrucciones de Saúl, le propusieron convertirse en yerno del rey con la condición de conseguir como dote cien prepucios de filisteos, bajo una pretensión de buena voluntad, pero buscando en el fondo su muerte;44 y al no lograrlo, le tendieron también trampas para asesinarlo en su casa.45 Pero confiaba en su Dios, y oró pidiendo ser librado de tales lazos, y de otros similares que pudieran tender contra él en el futuro.
JOHN MAYER [1583-1664]
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