C. H. SPURGEON
En mi prosperidad. No seré jamás zarandeado.87 Prestar un servicio especial a Dios, o recibir de él un favor especial, son situaciones peculiares en las que Satanás redobla la tentación (…) somos propensos al orgullo, al descuido, y al exceso de confianza; igual que nos invade el sueño después de una comida copiosa o abusamos de nuestra salud cuando nos sentimos sanos. La seguridad y abundancia de las que disfrutaba Job, como él mismo confiesa, lo llevaron a confiarse en exceso: “Decía yo: En mi nido moriré, y como arena multiplicaré mis días”.88 David disfrutaba del favor de Dios en una medida muy por encima de lo ordinario, y a pesar de que estaba más familiarizado con los cambios y vicisitudes que la mayoría, él ya se creía por encima de todo hasta el punto de exclamar: “No seré jamás zarandeado”. Pero tuvo que reconocer su error, dejando constancia escrita como advertencia necesaria para que otros aprendieran de su experiencia; de cómo sentirse arropado bajo los rayos de luz del rostro de Dios le llevó a considerarse a sí mismo excesivamente seguro; algo a lo que era propenso. Cuando más seguro se sentía, más vulnerable era y más se acercaba a los problemas: “Escondiste tu rostro”, y de inmediato el Diablo aprovecha para mostrarle su debilidad: “y quedé desconcertado”. Los goces engendran confianza; la confianza da lugar al descuido; el descuido hace que Dios se retire, y ello proporciona a Satanás la oportunidad para actuar a sus anchas. Los ejércitos que se sienten seguros después de ganar una batalla, a menudo son sorprendidos por la retaguardia; nosotros, después de importantes progresos espirituales, solemos aumentar el riesgo de ser derribados.
RICHARD GILPIN [1625-1699]
“Daemonologia Sacra: Or, A Treatise of Satan’s Temptations”, 1677
En mi prosperidad. La palabra hebrea בְשַׁלְוִ֑י ḇəšalwî de שָׁ֫לֶו shalu denota la paz y tranquilidad que derivan de una condición de prosperidad afianzada. Una vez Dios le hubo asentado en el trono y concedido paz con sus enemigos, creyó que todos sus problemas habían terminado y que, a partir de ese momento, disfrutaría de felicidad ininterrumpida; que Dios en su gobierno paternal había hecho de él “un monte fuerte que jamás sería conmovido”,89 es decir, a salvo todo peligro, como si estuviera fortificado sobre un monte inaccesible; creyó que su prosperidad era segura e inalterable cual montaña, que no era susceptible a ser trasladada de un lugar a otro; y se sintió encumbrado a un nivel tan eminente de honor y prosperidad, que se describe a sí mismo como “monte”: símbolo, por su elevación y fortaleza, de un estado superior de poder, riqueza y dignidad. Había logrado asediar y tomar la fortaleza asentada sobre el monte de Sion,90 haciendo de ella su montaña, y fijando en ella su residencia.91 Cuando la tomó por asalto era ya una fortaleza casi inaccesible,92 y él la había convertido en prácticamente impenetrable añadiéndole importantes fortificaciones.93 Todo esto lo consideraba resultado del favor de Dios, y sin embargo, le condujo al error de prometerse a sí mismo que su paz y prosperidad, cara al futuro, serían tan sólidas y firmes como el propio Monte Sión.
SAMUEL CHANDLER [1693-1766]
“A Critical History of the Life of David”, 1766
En mi prosperidad. La prosperidad siempre nos resulta más agradable que provechosa. Aunque a primera vista aparenta ser un verano risueño; es ciertamente un invierno perdido, que malogra toda la fruta de santificación que habíamos cosechado en épocas de aflicción. Nunca estamos en mayor peligro que bajo la luz del sol de la prosperidad. Ser mimados por Dios constantemente y no gustar nunca la tribulación es una mala señal; más que probar que somos blanco predilecto de su ternura y amor, demuestra más bien que Dios nos tiene descuidados.
WILLIAM STRUTHER [1578-1633]
“True happines, or, King David’s choice”, 1633
Vers. 7. Porque tú, Jehová, con tu favor me afirmaste como monte fuerte. Escondiste tu rostro, fui turbado. [Porque tú, Jehová, con tu favor me afianzaste como monte fuerte. Pero escondiste tu rostro y quedé desconcertado. RVR] [Oh Señor, con tu favor has hecho que mi monte permanezca fuerte; tú escondiste tu rostro, fui conturbado. LBLA] [Porque con tu favor, oh YHVH, me habías afirmado como un monte fuerte. Escondiste tu rostro, fui turbado. BTX] [Tú, Señor, en tu buena voluntad, me afirmaste en elevado baluarte; pero escondiste tu rostro, y yo quedé confundido. NVI] [Señor, tu ayuda me exaltó cual monte poderoso, pero ocultaste tu rostro y sentí miedo. BLP] [Tu favor, oh Señor, me hizo tan firme como una montaña; después te apartaste de mí, y quedé destrozado. NTV]94
Porque tú, Jehová, con tu favor me afianzaste como monte fuerte. David atribuye su prosperidad al favor del Señor, propicia hasta ese momento. Bueno es contar con la mano del Señor apoyando nuestra estabilidad y riqueza. Observemos, sin embargo, en qué manera la bondad de un hombre bueno no es bondad pura, sin mescolanza, pues la de David estaba aleada con la seguridad carnal. Fijémonos cómo compara su estado a una montaña; cuando una madriguera hubiera sido más realista, pero nunca nos quedamos cortos a la hora de valorarnos a nosotros mismos. David se jactaba de estar afianzado como “monte fuerte”, cuando en el salmo anterior, Salmo 29, reconoce que el Líbano y el Sirión dan saltos como becerros y crías de búfalo.95 ¿Era su estado más fuerte y firme que el Líbano? ¡Ay, vana presunción, tan frecuente y común en todos nosotros! ¡Qué pronto estalla la burbuja cuando el pueblo de Dios se deja llevar por la arrogancia e imagina que disfruta de inmutabilidad bajo las estrellas y de constancia en este orbe rotante! Pero cuán conmovedora y aleccionadora es la manera en que Dios corrige el error de su siervo:
Escondiste tu rostro y quedé desconcertado. No hubo necesidad de asestarle un golpe, con ocultar el rostro fue suficiente. Lo cual demuestra, en primer lugar, que David era un creyente genuino, un verdadero santo, pues no hay pecador que se inquiete si Dios oculta su rostro de él; y, en segundo lugar, que la alegría del creyente verdadero depende de la presencia de su Señor. Cuando nuestra comunión con Dios se interrumpe porque oculta su rostro, no hay montaña capaz de proporcionarnos seguridad y reposo, no importa cuán firme sea. Sin embargo, es bueno sentir preocupación en tales circunstancias. La mejor alternativa a disfrutar de la luz del rostro de Dios, es padecer y sufrir cuando se nos niega.
Señor, que llore tan solo
por causa del pecado,
¡y únicamente a ti!
Así estaré; y ojalá lo consiga,
llorando constantemente a ti. 96
C. H. SPURGEON
Porque tú, Jehová, con tu favor me afianzaste como monte fuerte. Pero escondiste tu rostro y quedé desconcertado. Cosa extraña es recibir el favor y adulación de este mundo, y no acabar como el hijo pródigo perdido en tierras lejanas;97 difícil resulta mantenerse cerca de Dios en prosperidad, cuando hay tanto en este mundo en lo que sustentarnos y contentarnos; vivir junto a Dios y en Dios, hacer de él nuestro apoyo y gozo, como si no tuviéramos otra vida ni sostén fuera de él; somos propensos a caer en lo carnal, soltarnos de Dios, a desacostumbrarnos del ejercicio de la fe, a disminuir y alejar nuestros afectos de