JOHN KING [1559-1621]
“Lectures upon Jonah”, 1594
Vers. 9. ¿Qué provecho hay en mi muerte cuando descienda a la sepultura? ¿Te alabará el polvo? ¿Anunciará tu verdad? [¿Qué provecho sacas de mi muerte cuando descienda a la sepultura? ¿Te alabará el polvo? ¿Anunciará tu verdad? RVR] [¿Qué provecho hay en mi sangre si desciendo al sepulcro? ¿Acaso te alabará el polvo? ¿Anunciará tu fidelidad? LBLA] [¿Qué provecho hay en mi sangre cuando baje a la sepultura? ¿Te alabará el polvo? ¿Anunciará tu verdad? BTX] [¿Qué ganas tú con que yo muera, con que descienda yo al sepulcro? ¿Acaso el polvo te alabará o proclamará tu verdad? NVI] [¿Qué provecho hay en mi muerte, en que yo baje a la tumba? ¿Podrá alabarte el polvo? ¿Anunciará él tu fidelidad? BLP] [¿Qué ganarás si me muero, si me hundo en la tumba? ¿Acaso podrá mi polvo alabarte? ¿Podrá hablar de tu fidelidad? NTV]
¿Qué provecho sacas de mi muerte cuando descienda a la sepultura? ¿Te alabará el polvo? ¿Anunciará tu verdad?118 En este versículo aprendemos la mecánica y método de la oración de David. Era una discusión con Dios, un alegato de razones, una súplica argumentada de su causa. No una declaración de fe, ni de opiniones doctrinales, tampoco un relato de experiencias propias, y menos aún la típica jugada astuta de aludir y herir a terceros bajo el pretexto de exponer la situación ante Dios.119 Lamentablemente todas estas cosas, y otras peores, han acabado reemplazando casi por entero a la verdadera súplica santa en ciertas reuniones de oración de nuestros días.120 Pero no eran el estilo de David: luchó cara a cara con el ángel del pacto con súplicas vehementes, y ello le valió el prevalecer.121 En la ingente labor de exponer su causa correctamente delante del Señor amoroso junta cabeza y corazón, criterio y afectos, memoria e intelecto, todo ello sumado a un mismo propósito.
“¿Qué provecho sacas de mi muerte cuando descienda a la sepultura?” ¿No perderás un cantor de tu coro, y alguien que ama magnificarte? “¿Te alabará el polvo? ¿Anunciará tu verdad?” ¿No habrá un testigo menos de tu fidelidad y veracidad? ¡Preserva, por tanto, la vida de este tu pobre e indigno siervo en bien de tu nombre!
C. H. SPURGEON
¿Qué provecho sacas de mi muerte122 cuando descienda a la sepultura? Con ello da a entender que estaría dispuesto a morir, si ello mereciera la pena para rendir un servicio efectivo a Dios o su país.123 Pero no vio qué podía ofrecer de bueno, muriendo en el lecho del dolor, que no pudiera alcanzar muriendo el lecho del honor. Por ello razona y exclama: Señor, vas a vender a uno de “tu pueblo a bajo precio, sin que te beneficies con su venta”.124
MATTHEW HENRY [1662-1714]
“Commentary on the Whole Bible”, 1811
¿Qué provecho sacas de mi muerte cuando descienda a la sepultura? ¿Te alabará el polvo? ¿Anunciará tu verdad? La poca ganancia que el Señor obtendría al negarle a su pueblo las misericordias que pide, puede usarse también como motivo de oración. David suplica a Dios que preserve su vida recurriendo a este argumento: “¿Qué provecho sacas de mi muerte?”. Y lo mismo vemos que hace el pueblo en cautividad: “Has vendido a tu pueblo de balde; no exigiste ningún precio”.125 De igual modo, los creyentes afligidos pueden acudir al Señor y decirle en sus oraciones que está en su mano condenarlos y rechazarlos si esa es su voluntad; fruncir el ceño sobre ellos; negarles lo que le pidan, aunque sea por una causa justa, pero hacerlo, ¿qué ventaja le reportará? El escucharlos y atender a sus peticiones, hará que incrementen sus alabanzas, que le rindan mayor honra y gloria; pero, ¿qué beneficio sacará de verles oprimidos por los enemigos de sus almas?, o ¿qué deleite le reportará contemplarlos hundiéndose y desmayando bajo la presión horrible de sus tribulaciones? Este es un método súplica válido, permisible y útil.
THOMAS COBBET [1608-1686]
“Gospel Incense Or a Practical Treatise on Prayer”, 1656
¿Te alabará el polvo? ¿Cuántas almas bastan para alabarte? ¿Puede haber suficientes bocas para proclamar tu verdad? ¿Y no merece la pena que yo siga siendo una más de ellas –pecadora, sí, pero a fin de cuentas una más en el número de los que te alaban–, si en tu gracia tienes a bien eximirme de descender a la fosa?
SIR RICHARD BAKER [1568-1645]
“Meditations and disquisitions, upon the seven consolatorie psalmes of David namely, The 23, 27, 30, 34, 84, 103, 116”, 1639
¿Qué provecho sacas de mi muerte cuando descienda a la sepultura? ¿Te alabará el polvo? ¿Anunciará tu verdad? Nuestras oraciones tienen más probabilidades de prevalecer ante Dios si están debidamente argumentadas. A Dios le complace que oremos razonando, que arguyamos nuestras alegaciones, que litiguemos y prevalezcamos con nuestros argumentos.
THOMAS WATSON [1620-1686]
“A Body of Practical Divinity”, 1692
Vers. 10. Oye, oh Jehová, y ten misericordia de mí; Jehová, sé tú mi ayudador. [Escucha, oh Jehová, y ten misericordia de mí; Jehová, sé tú mi auxilio. RVR] [Escucha, oh Señor, y ten piedad de mí; oh Señor, sé tú mi socorro. LBLA] [Escucha, oh YHVH, y ten misericordia de mí, ¡Oh YHVH, sé Tú mi ayudador! BTX] [Oye, Señor; compadécete de mí. ¡Sé tú, Señor, mi ayuda! NVI] [¡Escucha, Señor, ten compasión de mí; Señor, ven en mi ayuda! BLP] [Escúchame, Señor, y ten misericordia de mí; ayúdame, oh Señor. NTV]126
Escucha, oh Señor, y ten misericordia de mí. Una oración breve y completa, útil en todos los casos; usémosla a menudo. Es la