C. H. SPURGEON
Señor, sé tú mi ayudador. Pues veo a muchos que caen; y voy a caer también si tú no me sostienes. Soy débil, estoy expuesto a la tentación. Mi corazón es engañoso. Mis enemigos son fuertes. No puedo confiar en el hombre; y siquiera me atrevo a confiar en mí mismo. La gracia que he recibido no me mantendrá sin ti. Señor, sé tú mi ayudador. Esta corta oración es apropiada en todos los deberes, en cada conflicto, en cada prueba, en todos los esfuerzos para promover la causa del Señor, en todas las épocas de prosperidad, en cada hora que vivimos. Que fluya de nuestros corazones, que esté presente a menudo en nuestros labios, y sea demostrada su efectividad en nuestra experiencia. Porque si el Señor nos ayuda, no hay deber que no podemos realizar; no hay enemigo que no podemos vencer; no hay dificultad que no podemos superar.
JAMES SMITH [1802-1862]
“The Believer’s Daily Remembrancer, Or Pastor’s Evening Visit”, 1846
Vers. 11. Has cambiado mi lamento en baile; desataste mi cilicio, y me ceñiste de alegría. [Has cambiado mi lamento en una danza; desataste mi sayal, y me ceñiste de alegría. RVR] [Tú has cambiado mi lamento en danza; has desatado mi cilicio y me has ceñido de alegría. LBLA] [Cambiaste mi lamento en baile, desataste mi cilicio y me vestiste de alegría. BTX] [Convertiste mi lamento en danza; me quitaste la ropa de luto y me vestiste de fiesta. NVI] [Convertiste mi llanto en danza, me despojaste del luto, me vestiste de fiesta. BLP] [Tú cambiaste mi duelo en alegre danza; me quitaste la ropa de luto y me vestiste de alegría. NTV]130
Has cambiado mi lamento en baile; desataste mi sayal, y me ceñiste de alegría. Observemos bien el contraste: Dios quita el luto de su pueblo; y ¿qué les da a cambio? ¿Paz y sosiego? Por supuesto, pero más, mucho más que esto:
Has cambiado mi lamento en baile. Sus corazones bailan con solo oír su nombre.
Desataste mi sayal. Y eso es bueno. ¡Qué deleite despojarse de los hábitos lóbregos de la aflicción! Pero ¿y qué?
Me ceñiste. Dios desviste a su pueblo del luto para vestirlo nuevamente. ¿Cómo? ¿Con atuendo vulgar y corriente? No, con vestiduras reales, que son el ropaje de los espíritus glorificados en el cielo.131
De alegría. Lo cual es mucho mejor que cualquier prenda de seda, o telas bordadas en oro y encastadas con gemas. Muchos pobres llevan envuelto el corazón en esta vestimenta celestial, aunque su atuendo exterior se limite al algodón y la pana; y tal persona no tiene por qué envidiar al emperador con toda su pompa. Gloria sea a ti, oh Dios, que por medio de un sentimiento de perdón completo y de total justificación, has enriquecido mi naturaleza espiritual, y me has llenado de toda la plenitud de Dios.132
C. H. SPURGEON
Has cambiado mi lamento en baile; desataste mi sayal, y me ceñiste de alegría. Esto era cierto en el caso de David, librado de la peste y la calamidad;133 lo fue en el caso de Cristo, al levantarse de la tumba para no morir ya más,134 y en el de todo redimido, que cambia su sayal de pecado por los vestidos de salvación;135 y lo será de manera especial en nosotros todos, en el día final, cuando nos quitaremos los vestidos de deshonor de la tumba para brillar en gloria inmarcesible.136
GEORGE HORNE [1730-1792]
“A Commentary on the Psalms in which Their Literal Or Historical Sense, as They Relate to King David, is Illustrated”, 1825
Has cambiado. Me fascinan los marcados contrastes en altos y bajos que plantea este salmo, desde lo más alto a lo más bajo, desde lo más bajo a lo más alto.
ADELAIDE LEAPER NEWTON [1824-1854]
“The Song of Solomon compared with other parts of Scripture”, 1864
Has cambiado mi lamento en baile; desataste mi sayal, y me ceñiste de alegría. Digo con el apóstol: “Vence con el bien el mal”,137 a lo que añado: y la tristeza con la alegría. Pues el único y verdadero remedio para la tristeza es la alegría; nunca ha habido otro mejor y nunca lo habrá. Debemos dar al alma que llora motivos para regocijarse; todos los demás consuelos le son poco menos que inútiles.
ALEXANDRE RODOLPHE VINET [1797-1947]
“Vital Christianity: essays and discourses on the religions of man and the religion of God”, 1951
Has cambiado mi lamento en baile; desataste mi sayal, y me ceñiste de alegría. “Mi sayal” o vestido de saco, era una prenda holgada, que uno podía quitarse fácilmente a voluntad; pero “mi alegría” es una prenda ceñida, apretada y segura, no puede abandonarme tan fácilmente aunque quisiera; o al menos nadie me la puede quitar.
SIR RICHARD BAKER [1568-1645]
“Meditations and disquisitions, upon the seven consolatorie psalmes of David namely, The 23, 27, 30, 34, 84, 103, 116”, 1639
Vers. 12. Por tanto, a ti cantaré, gloria mía, y no estaré callado. Jehová Dios mío, te alabaré para siempre. [A fin de que mi alma te cante y no esté callada. Jehová Dios mío, te alabaré por siempre. RVR] [Para que mi alma te cante alabanzas y no esté callada. Oh Señor, Dios mío, te alabaré por siempre. LBLA] [Para que te alabe con gloria y no calle. ¡Oh YHVH, Elohim mío, te alabaré para siempre! BTX] [Para que te cante y te glorifique, y no me quede callado. ¡Señor mi Dios, siempre te daré gracias! NVI] [Para que te cante sin callar nunca; Señor, Dios mío, te alabaré por siempre BLP] [Para que yo te cante alabanzas y no me quede callado. Oh Señor, mi Dios, ¡por siempre te daré gracias! NTV]138
A fin de que mi alma te cante alabanzas y no esté callada. “A fin de que”, es decir, con el propósito e intento; “de que mi alma”, esto es, mi corazón y mi lengua; “te cante alabanzas y no esté callada”. Si después de recibir las misericordias de Dios, nos olvidáramos de alabarle, sería un delito vergonzoso. Dios no tolera que nuestras lenguas estén ociosas habiendo tantos temas de gratitud al alcance de la mano. No desea hijos mudos en su casa. En el cielo habrán de cantar, por tanto, deben cantar también aquí en la tierra. Cantemos pues con el poeta:
«Quiero empezar la música aquí;
y dejar que ella transporte mi alma allí.
Que unas pocas notas celestiales eleven mis anhelos
hasta las estancias más sublimes de los cielos». 139
Jehová Dios mío, te alabaré por siempre. 140
«Te alabo en la vida; y en la muerte también
te alabaré sin cesar, en tanto respire y tenga aliento
y cuando el rocío de la muerte mi frente deje helada,
Jesús, si te amaba, te amo más hoy». 141
C. H. SPURGEON
A fin de que mi alma te cante y no esté callada. Jehová Dios mío, te alabaré