Y como becerro hace saltar al Líbano; y al Sirión69 como cría de búfalo. No tan solo los árboles, sino que también las montañas saltan y bailan cual novillos de toro o de antílope. Igual que nuestros poetas mencionan colinas y valles que les son familiares,70 el salmista escucha el rugido de la tempestad y los truenos en los montes del Líbano, y describe la escena en términos gráficos. Como hace uno de nuestros compatriotas:71
“El espanto y fúnebre rugido
es incesante dentro las montañas
de Carnarvon,72 y luego de improviso
abierta en trozos su erizada cima,
a resbalar comienza tronado con su ruido
en la mar inflamada y espumosa
que forman los torrentes desprendidos.
de allá las altas rocas de Pennamaur 73
causando espumeantes remolinos.
La punta de Snowdon74 es derretida
perdiendo de repente aquel cariño
que contrajera con sus eternas nieves:
Lo alto de Cheviot,75 que de arbustillos
siempre lleno se vio, se mira ahora
desde lejos en llamas confundido;
y hasta por los desiertos pavorosos
de la gran Tule,76 suena el retintido
de los tremendos fulminantes ecos,
que con espanto lanza el trueno altivo” 77
El evangelio glorioso del Dios bendito tiene más poder aún para quebrantar el peñasco rocoso de la obstinación y orgullo del hombre. La voz de nuestro Señor al expirar, partió las rocas y abrió los sepulcros:78 y habiendo resucitado, su voz sigue obrando maravillas aún mayores. Gloria sea a su nombre, porque cuando la voz de su intercesión se escucha los peñascos de nuestros pecados se hacen añicos, y quedan sepultados en el mar rojo de su sangre.
C. H. SPURGEON
Y como becerro hace saltar al Líbano; y al Sirión como cría de búfalo. Es decir, ha hecho que las astillas de los árboles golpeados por un rayo, sacudidos por el viento, por tempestades y terremotos, saltaran y volaran por los aires.
JOHN DIODATI [1576-1649]
“Pious and Learned Annotations upon the Holy Bible”, 1648
Y como becerro hace saltar al Líbano; y al Sirión como cría de búfalo. Una traducción más literal del hebreo sería:
“Les hace saltar como un becerro,
Líbano y Sirión como una cría de búfalo” 79
Da la impresión de estar hablando de los cedros mencionados en el versículo anterior, y que los términos Líbano y Sirión no son más que una metonimia80 para referirse a los árboles que crecían en estas montañas. Sin embargo:
1. No hay constancia alguna de que en el monte Sirión (o Shenir o Hermón, pues se le dan todos estos nombres); crezcan cedros. Y:
2. En el Salmo 114 hay un pasaje similar a este que no apoya en absoluto esta lectura, puesto que, refiriéndose a Israel después de pasar el Mar Rojo, dice: “Los montes saltaron como carneros, los collados como corderitos”.81 Y el verbo hebreo es el mismo en ambos casos: רָקַד raqad, que significa “saltar, bailar”. Un verbo peculiar utilizado en diversos pasajes proféticos: En los libros de Nahúm y de Joel para describir el “galopar de caballos, y saltar de carros”;82 “Como estrépito de carros saltan sobre las cumbres de los montes”.83 En ambos casos tiene un sentido de movimiento acompañado de trepidación, ruido y estruendo.84
Que por los efectos de una tormenta “los montes saltan como becerros y búfalos”, puede parecer exagerado; pero es interesante lo que explica Volney85 sobre ciertos fenómenos naturales frecuentes en los montes del Líbano, y que puede darnos una idea más coherente e inteligible de a qué se refería el salmista con este “saltar” de las montañas:
«Cuando el viajero se adentra por primera vez en estas montañas, la escabrosidad de los senderos, la pendiente de las laderas, y la profundidad de los precipicios le provoca un ataque de pánico. Pero muy pronto, la destreza de las mulas que le transportan hace que recobre la confianza, haciendo que se atreva a mirar hacia abajo y contemplar los impresionantes paisajes y pintorescas escenas, que se suceden de forma casi desconcertante. Igual que ocurre en los Alpes, toma días enteros llegar a un a un punto concreto, que al partir estaba la vista y parecía al alcance de la mano. Pero a medida que vas ascendiendo con vueltas y más vueltas, bajando súbitamente y a continuación subiendo de nuevo, ese punto al que te diriges se va alejando, cambiando de posición una y otra vez, como si un poder mágico estuviera cambiando el escenario a cada paso que das. Te encuentras con pueblos enteros literalmente colgados en la ladera, construidos de tal forma que los techos de las casas inferiores sirven de calle a las que están encima, y tienes la sensación de que van a desprenderse y deslizarse hacia el abismo de un momento a otro. De cuando en cuando aparece un convento aislado de todo, colgado de un peñasco sin que puedas saber cómo han podido construirlo en ese lugar. Encuentras rocas perforadas por la erosión formando impresionantes cascadas, como en Nahr el Leban.86 A menudo las cornisas de piedra, desgastadas por las aguas, se asemejan a las ruinas de castillos fantasmagóricos. En algunos lugares, las corrientes han minado la tierra formando profundas cavernas, como en Nahr el Kelb,87 cerca Aintoura,88 algunas convertidas en canales subterráneos a través de los cuales fluyen pequeños riachuelos durante buena parte del año. A veces estas circunstancias se tornan trágicas, cuando las rocas aflojadas por el deshielo o por un terremoto, pierden su equilibrio y se precipitan sobre los pueblos de las laderas, aplastando numerosas viviendas con todos sus habitantes. Hace alrededor de veinte años, un accidente de este tipo sepultó un pueblo entero cerca de Mar Djordos,89 sin dejar rastro de su existencia. Más recientemente, y cerca del mismo lugar, el suelo de una colina llena de vides y moreras se desprendió por entero a causa de un deshielo repentino, deslizándose sobre la superficie de la roca que antes había cubierto, y cayó al precipicio para terminar asentándose sobre la planicie, cual un cubo que cae rodando por una escalera hasta el rellano».
ROBERT MURRAY M’CHEYNE [1813-1843]
“Memoir and remains of the Rev. Robert Murray M’Cheyne, Minister of St. Peter’s Church, Dundee by Andrew A. Bonar”, 1878
Vers. 6-11 Y como becerro hace saltar al Líbano; y al Sirión como cría de búfalo. Es decir, con su voz poderosa y atronadora, el Señor hace primero que salten sobrecogidos por el miedo; y después, los conforta hasta que brinquen de alegría. Y más aún, leemos en el versículo siguiente que: “La voz del Señor levanta llamas de fuego” (29:7), es decir, envía y reparte a cada uno el Espíritu como él quiere,90 pues el Espíritu Santo se compara con el fuego y la llama,91 y que vino en forma de tormenta, como un viento recio que soplaba y lenguas como de fuego, asentándose sobre cada de cada uno de los apóstoles.92
Y esta voz atronadora, acompañada con llamas de fuego sobre cada uno, no se escuchó únicamente en Jerusalén; pues como se deduce del versículo nueve, “Voz de Jehová que hace temblar el desierto; hace temblar Jehová el desierto de Cades” (29:8), es decir, el Señor por medio de la voz del Evangelio se anuncia con poder a los gentiles, que son como un desierto: estériles de bondad y no fertilizados