y al Sirión como cría de búfalo.
La voz del Señor levanta llamas de fuego.
Dejando las montañas, la tempestad descarga y se ensaña con las planicies, aunque por lo que parece aquí sus efectos no son tan temibles y devastadores como en las montañas:
La voz del Señor hace temblar el desierto;
el Señor hace temblar el desierto de Cades.
La voz de Jehová desgaja las encinas,
y desnuda los bosques,
y en su templo todo dice: ¡Gloria!
La imagen del Señor entronizado sobre las aguas, cierra la descripción:
Jehová preside en el diluvio,
y se sienta Jehová como rey para siempre.
Y el salmo concluye con la aplicación moral de todo ello:
Jehová dará fuerza a su pueblo;
Jehová bendecirá a su pueblo con paz.
ROBERT MURRAY M’CHEYNE [1813-1843]
“Memoir and remains of the Rev. Robert Murray M’Cheyne, Minister of St. Peter’s Church, Dundee by Andrew A. Bonar”, 1878
Salmo completo: No hay en la naturaleza otro fenómeno tan horrible como una tormenta eléctrica, y casi la todos los poetas desde Homero11 y Virgilio12 a Dante13 y Milton,14 incluso hasta Grahame15 y Pollok16 las han descrito. En la Biblia tenemos la descripción de una tempestad de ese tipo en el Salmo 29: una tempestad que, forjada sobre el Mediterráneo, cruza el Líbano, y se adentra a través de las montañas hasta alcanzar Jerusalén, enviando al pueblo a buscar refugio en los pórticos del templo. Además de esos toques de terror con que se describe el progreso geográfico del tornado, sus estrofas denotan una vitalidad y poder sagrados de la presencia de Jehová en cada versículo de manera progresiva.
JAMES HAMILTON [1814-1867]
“The Literary Attractions of the Bible”, 1849
Salmo completo: Un glorioso salmo de alabanza cantado durante una tempestad cuya majestad sacude de tal modo los cimientos de la naturaleza, que los cielos y la tierra sienten por igual la grandeza del poder del Señor. Y este Dios omnipotente es el Señor de su pueblo, que los bendice con fuerza y paz.
Para poder apreciar con propiedad los sentimientos del poeta, deberíamos conocer bien lo que es una tempestad en Oriente, de manera especial en las regiones montañosas de Palestina. Amplificados por los ecos terribles de las montañas, y los torrentes que alimentados por la lluvia bajan como trombas marinas destruyendo todo lo que encuentran a su paso, ya sean campos o ciudades, tales fenómenos meteorológicos infunden terror en hombres y bestias. Wilson,17 el viajero incansable, describe una tempestad de este tipo en un barrio de Baalbek:18 «Fui alcanzado por una tormenta, y era como si las compuertas del cielo hubieran reventado; llegó repentinamente y rugía con tal fuerza que parecía el fin del mundo. En pocos minutos una oscuridad aterradora cubrió la tierra: la lluvia caía a raudales, y la ladera de la montaña se convirtió en una inmensa catarata. Poco a poco fue cediendo, pero se transformó en una niebla espesa que no dejaba ver a un palmo, y que era casi tanto o más aterradora». Compárese esto la parábola de nuestro Señor sobre los dos cimientos,19 tomada sin lugar a dudas de la vida real.
AUGUST FRIEDRICH THOLUCK [1799-1877]
“A Translation and Commentary of the Book of Psalms for the Use of the Ministry and Laity of the Christian Church”, 1856
Vers. 1. Tributad a Jehová, oh hijos de los poderosos, dad a Jehová la gloria y el poder. [Tributad alabanzas a Jehová, oh hijos de Dios, dad a Jehová la gloria y el poder. RVR] [Tributad al Señor, oh hijos de los poderosos, tributad al Señor gloria y poder. LBLA] [¡Tributad a YHVH, oh hijos de Elohim, tributad a YHVH la gloria y la fortaleza! BTX] [Tributen al Señor, seres celestiales, tributen al Señor la gloria y el poder. NVI] [¡Hijos de Dios, aclamad al Señor, aclamad su gloria y su poder! BLP] [Honren al Señor, oh seres celestiales; honren al Señor por su gloria y fortaleza. NTV]20
Tributad. Ni los hombres ni los ángeles pueden aportar nada a Jehová, sino que deben reconocer su gloria y su poder, y tenerle presente en sus cánticos y en sus corazones.
Al Señor.21 A él y únicamente a él debemos dar honor y gloria. Las causas naturales, como las llaman los hombres, son Dios en acción, y no debemos adscribirles poder a ellas, sino al Infinito invisible que es la causa verdadera y final de todo lo que sucede en el universo creado.
Hijos de los poderosos. Es decir, los grandes en el cielo y en la tierra, reyes y ángeles, se unen en rendir culto al bienaventurado y único Soberano. Que recuerden esto los señores entre los hombres, pues a menudo fallan en aquello en lo que los más humildes son más fervorosos; que corrijan su conducta, inclinen unánimes sus cabezas con lealtad, y rindan homenaje al Rey de reyes. A menudo los magnates y potentados se olvidan del temor del Señor; pero cuando son conducidos a él, y educados en ensalzar a Jehová, su piedad se convierte en la mejor joya de su corona.
Dad al Señor gloria y fortaleza.22 Dos cosas que los hombres son muy propensos a pedir y reclamar para sí mismos, a pesar de que son prerrogativas exclusivas del Dios que existe por sí mismo. ¡Que coronas y espadas reconozcan su dependencia de Dios! ¡Oh reyes, no deis la gloria a vuestro brazo!23 Ni busquéis la fuerza en el poder de vuestros ejércitos,24 porque toda vuestra pompa es como flor que se marchita,25 y vuestro poder como una sombra que se va.26 ¿Cuándo llegará el día en que los reyes y príncipes consideren su deleite glorificar a su Dios? El lema principal grabado en todo escudo de armas debería ser este: «Sea toda reverencia únicamente a Dios».27
C. H. SPURGEON
Tributad al Señor. Tributad, tributad y tributad; dad, dad y dad. La insistencia del salmista nos muestra cuán poco dispuestos estamos a dar a Dios lo que le pertenece, y más aún, siquiera a tolerar la más leve palabra de exhortación en este sentido.28
JOHN TRAPP [1601-1669]
“A commentary or exposition upon the books of Ezra, Nehemiah, Esther, Job and Psalms”, 1657
Oh hijos de los poderosos. La versión griega29 traduce aquí: “Oh hijos de los carneros”.30 Pare evitar que algunos carneros dieran cabezazos y cornadas en el aire, o que caminaran con la frente erguida por encima los demás, el pastor les colocaba un pesado cencerro, más pesado que en el resto del rebaño.
JOHN TRAPP [1601-1669]
“A commentary or exposition upon the books of Ezra, Nehemiah, Esther, Job and Psalms”, 1657
Vers. 1-2. En estos dos versículos encontramos tres veces el verbo hebreo הָב֣וּ hāḇū, “dar, tributar”: “Tributad al Señor, oh hijos de los poderosos, tributad al Señor gloria y poder”, y “tributad al Señor la gloria debida a su nombre”. La gloria es un derecho de Dios que demanda de nosotros; esto es algo que todo cristiano sincero sabe muy bien, y en consecuencia tributa a su nombre el honor y la gloria que le es debida. ¡Pero no me entandáis mal! No digo que todos los creyentes realmente sinceros busquen constantemente la gloria de Cristo en todas sus acciones que llevan a cabo. ¡Oh, no! Sería lo deseable, pero imposible aquí en la tierra: no alcanzaremos esta meta hasta llegar al cielo. Pues otros propósitos, más terrenales y prosaicos, se interponen hasta en los corazones de los mejores. Se lamentan por ellos, y claman a Dios implorando justicia, y luchan fervientemente, día tras día, tratando der deshacerse de ellos; por