SALMO DE LA TEMPESTAD
Título: “Salmo de David”,1 El título no aporta ninguna información relevante más allá de certificar que David es el autor de este cántico sublime.2
C. H. SPURGEON
Tema: En opinión general de los exégetas modernos, este salmo tiene por objeto expresar la gloria de Dios según la oímos en el trueno ensordecedor, y la contemplamos en huracanes y tornados. Así como el Salmo 8 es para ser leído a la luz de la luna bajo el brillo de las estrellas; y el Salmo 19 precisa de los rayos del sol naciente para descollar todo su esplendor; el Salmo 29 encuentra su máxima belleza bajo las alas tenebrosas de la tempestad, con la luz fugaz de los relámpagos recortándose sobre la negrura del cielo y los elementos desatados mostrando su poderío en guerra abierta unos contra otros. Los versículos marchan al son de los truenos. Dios se hace visible en todas partes, y la tierra enmudece ante la majestuosidad de su presencia.3 La tempestad que aquí se describe simboliza la majestuosidad de la palabra de Dios en la ley y el evangelio; pues los verdaderos ministros del Señor son hijos del trueno,4 y la voz de Dios en Cristo Jesús está llena de majestad y gloria.5 Este salmo nos muestra la unión indisoluble entre las obras de Dios y su Palabra: que ningún hombre trate de separarlas alegando un falso concepto de que la teología y la ciencia son incompatibles y no pueden caminar de la mano una con la otra.6 Y aventurándonos a una mirada profética, probablemente podamos atisbar en este salmo las tempestades terribles que tendrán lugar en los días finales, y la seguridad de los elegidos en medio de ellas.
C. H. SPURGEON
Estructura: Los dos primeros versículos son un llamado a la adoración.7 Del tres al diez (29:3-10) describen el furor de la tempestad, y con ello, los atributos de la palabra de Dios, magnificando en toda su grandeza lo terrible del poder del Señor. El versículo once (29:11) cierra la escena mostrando con dulzura la seguridad que en mitad de todo ello el omnipotente Jehová dará a su pueblo proporcionándole paz y fortaleza. Aunque cielos y tierra pasen y se desvanezcan, ciertamente el Señor sigue bendiciendo a su pueblo.8
C. H. SPURGEON
Versión poética:
AFFERTE DOMINO FILII DEI
Pueblo feliz, de Dios hijo querido,
ven y trae al Señor presentes bellos,
traedle todos víctimas preciosas;
hijos de Dios, traedle los corderos.
Dadle gloria y honor, y reverentes
dad alabanzas a su nombre excelso,
adoradlo rendidos, y postraos
ante su tabernáculo que es nuevo.
Si poderosa voz se oye en las aguas,
sus órganos fieles son los vientos,
y por las espantosas tempestades
a todas partes llega con sus ecos.
El Dios de majestad resonar hace
su poder, y su cólera con truenos,
y su sonido formidable corre
de la tierra y los mares el imperio.
Esta voz del Señor es poderosa,
está llena de fuerza, da respeto,
y nos hace entender la prodigiosa
sobrehumana grandeza de su dueño.
Con un aliento solo veloz troncha
los más erguidos y lozanos cedros,
aunque sean del Líbano en un punto
ponerlos hace en átomos pequeños.
Y saltan sus volátiles astillas,
como brincan los rápidos becerros,
o como los hijuelos de unicornios,
que tan famosos son por lo ligeros.
Esta voz es tan fuerte que divide
hasta la llama que salió del fuego;
de Cades el desierto temblar hace,
y todos los más bárbaros desiertos.
Esta voz por las breñas intrincadas
abre nuevos caminos a los ciervos,
y circulando la maleza toda
penetra activa hasta lo más espeso.
Y por fin de esta voz con el sonido,
las naciones enteras y los pueblos,
para alabar al Dios que la pronuncia,
entrarán respetuosos en su templo.
Allí vendrá un diluvio de naciones
de caracteres varios y diversos,
que darán homenaje sometidos
al majestuoso Dios del universo.
Este será sin duda el mundo todo,
pero entonces será su propio pueblo,
y le dará con paz larga y amable
mayores bienes, pues serán eternos.
DEL “SALTERIO POÉTICO ESPAÑOL”, SIGLO XVIII
Salmo completo: En este Salmo se celebra la fortaleza de Jehová; y para ejemplificarla recurre de forma evidente a una tempestad en el Líbano. Desde las montañas, la tormenta se extiende sobre el llano. A tenor de alguna de sus expresiones: בְּנֵ֣י אֵלִ֑ים bənê êlîm9 (29:1) parece como si el salmo fuera dirigido a los ángeles, y en este sentido encaja con el Salmo 89: “Dios es temible en la gran congregación de los santos, y formidable sobre todos cuantos están alrededor de él”.10 Por esto empieza diciendo:
Tributad al Señor, oh hijos de los poderosos,
tributad al Señor gloria y poder.
Tributad al Señor la gloria debida a su nombre;
adorad al Señor en la majestad de la santidad.
Acto seguido comienza la descripción de la tormenta, en la que no resulta difícil identificar sus distintas facetas. Las primeras línea hablan del ruido del trueno, y la descripción va aumentando en intensidad en la medida en la que aumenta el estruendo:
Voz del Señor sobre las aguas;
el Dios de gloria truena,
el Señor está sobre las muchas aguas.
La voz del Señor es poderosa,
la voz del Señor es majestuosa.
Pero ahora los efectos se vuelven visibles; la tormenta ha descendido sobre las montañas y los bosques:
La voz del