C. H. SPURGEON
La voz del Señor está sobre las aguas; resuena el trueno del Dios de la gloria; el Señor está sobre las aguas impetuosas. Sí, gran Dios, esta tormenta que azota mi interior, este torrente de lágrimas que fluye de mis ojos, revelan tu presencia divina en mi alma. Este corazón hasta ahora tan seco, tan duro, tan árido; esta roca que has golpeado por segunda vez,49 no seguirá resistiéndote por más tiempo, porque de él brotan aguas saludables en abundancia.50 La misma voz de Dios que parte las peñas y derriba las montañas, que truena, ilumina y divide el cielo sobre el pecador, ordena ahora a las nubes que derramen lluvias de bendición sobre desierto estéril de su alma, transformándolo en un campo que produce a ciento por uno.51 Esta voz es la que escucho.
JEAN BAPTISTE MASSILLON [1663-1742]
“A spiritual paraphrase of some of the Psalms, in the form of devout meditations and prayers”,1805
La voz del Señor está sobre las aguas; resuena el trueno del Dios de la gloria; el Señor está sobre las aguas impetuosas. Todas las cosas que comúnmente atribuimos a las leyes de la naturaleza, las transformaciones de la materia y leyes del movimiento, son (si hemos de hablar en propiedad) resultado de la acción de Dios sobre la materia de forma constante y continuada, bien sea de manera directa o por la intervención de algún otro ser inteligente por él creado. En consecuencia, no existe tal cosa como las llamadas causas naturales o poder independiente de la naturaleza.
SAMUEL CLARKE [1675-1729]52
“Sermons”, 1742
Vers. 3-10.
La voz del Señor es conocida en los océanos,
el Dios de la eternidad, truena allende los mares;
la voz del Señor que brota de lo más profundo de su trono
en terror y poder, asombra y sobrecoge a la naturaleza.
La voz del Señor penetra en la espesura de los bosques
despertando sus ecos, su luz se introduce en las profundas cuevas.
El Señor está sentado como Rey sobre las aguas impetuosas,
los vientos son sus criados, y las olas sus doncellas.
JAMES MONTGOMERY [1771-1854]
Vers. 3-11.
De la voz poderosa
el eco ya resuena
del Señor en la nube tenebrosa:
El Dios de majestad es el que truena.
Oídlo en el estruendo de las aguas:
Voz es de fortaleza
voz es de majestad y de grandeza.
Voz del Señor del cielo
que los cedros quebranta,
del Líbano los cedros por el suelo:
y cual con leve planta
brinca el rinoceronte y el cabrito
saltando en los ribazos,
así van por el monte hechos pedazos.
Voz que da el estallido
apagando la llama; y sacudido
el desierto con trueno resonante,
el desierto de Cades se conmueve,
y a la voz espantosa
del Señor se estremece y no reposa.
Voz que el Señor envía
del remoto horizonte,
y el resonar entre la selva umbría,
abre el cerrado monte,
y de su hojoso toldo lo desnuda,
y el ciervo temeroso
busca en vano su asilo y su reposo.
Mas el pueblo felice
junto en el templo santo
la gloria del Señor publica; y dice
libre, alegre, seguro y sin espanto:
«El Señor reina en medio del diluvio,
y reina eternamente
sobre la nube y sobre el rayo ardiente».
Y el Señor a su pueblo religioso
feliz hace en la guerra y victorioso,
y en paz sobre la tierra asegurado;
y libre de recelo
sus bendiciones le envía desde el cielo.
TOMÁS GONZÁLEZ CARVAJAL [1753-1834]53
Vers. 4. Voz de Jehová con potencia; voz de Jehová con gloria. [La voz del Señor resuena potente; la voz del Señor resuena majestuosa. RVR] [La voz del Señor es poderosa, la voz del Señor es majestuosa. LBLA] [La voz de YHVH es poderosa, la voz de YHVH es majestuosa. BTX] [La voz del Señor resuena potente; la voz del Señor resuena majestuosa. NVI] [La voz del Señor es poderosa, la voz del Señor es espléndida. BLP] [La voz del Señor es potente; la voz del Señor es majestuosa. NTV]
La voz del Señor es poderosa. El poder del relámpago, del cual el trueno nos da parte, es un poder irresistible. En un instante, según el Señor lo ha dispuesto, la electricidad libera fuerzas gigantescas. Un escritor las describe como “una luz de tal intensidad que deja atrás la del sol en su cenit; una temperatura capaz de fundir los metales más duros y compactos; un impacto capaz de paralizar en un instante los músculos de los animales más fuertes; y una fuente de energía en suspensión capaz de alterar la gravedad así como descomponer y recomponer las combinaciones de la materia”.54 Así Thompson55 nos habla del «rayo invencible», por ser entre las fuerzas físicas el principal instrumento de Dios, y nadie puede medir su poder. La voz de Dios es tan poderosa en la naturaleza, como la gracia lo es en el mundo espiritual; y el lector hará bien en trazar un paralelo, puesto que hay mucho en el Evangelio que puede ser ilustrado por el relámpago y el trueno del Señor en la tempestad. La voz del Señor, ya sea en la naturaleza o la revelación, sacude cielos y tierra, y hemos de permanecer atentos a ella, pues como dice el autor de Hebreos: “Mirad que no desechéis al que habla”.56 Y si su voz es así de poderosa, ¡cuál será el poder de su mano!, cuidémonos bien de no provocar su golpe.
La voz del Señor es poderosa, la voz del Señor es majestuosa. El Rey de reyes habla como corresponde a un rey. Cuando el león ruge todas las bestias de la selva se acurrucan en silencio, y cuando Jehová truena en su majestad la tierra se queda muda y silente.
«Todo en horror y espanto formidable yace