Tal situación familiar proporcionó a Dick y a sus hijos oportunidades múltiples de desarrollar fuertes vínculos jugando, hablando y haciendo tareas domésticas juntos. La experiencia se prolongó muchos meses y la relación paterno-filial se fortaleció hasta el punto de que Dick quedó plenamente convencido de que esa era verdaderamente la mejor respuesta a sus oraciones. Cuando, ya en su edad avanzada, Dick Van Patten escribió su historia, reflexionó que tal experiencia había valido mucho más que el mejor de los papeles de actor imaginable.
Puedes comprar a tus hijos costosos juguetes, ropa, tecnología y material deportivo, pero a largo plazo, esto no conduce a la unidad y puede alejar e incluso enemistar a padres e hijos, si no hay una relación estrecha. Todos necesitamos acercamiento y reconciliación familiar. Y eso solo se consigue invirtiendo tiempo de relación activa. Si tienes hijos, especialmente en edad de crecimiento, considera si estás pasando con ellos el tiempo suficiente. La profecía de Malaquías nos dice que Dios hará “volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres” (4:6). Si hoy permaneces abierto a la influencia de tu Padre celestial, él producirá auténtica reconciliación con tus hijos (o con tus padres) terrenales.
19 de febrero - Familia
Los primeros años
“Y Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia para con Dios y los hombres”
(Lucas 2:52).
Todo lo revelado de la infancia y la adolescencia de Jesús se encuentra en pocas palabras en Mateo 2 y en Lucas 2. Sabemos de las condiciones de su nacimiento en Belén, su circuncisión al octavo día, su presentación en el templo, la huida de la familia a Egipto, su regreso a Nazaret y su pérdida en el templo de Jerusalén cuando el muchacho Jesús contaba con 12 años. Aquí se encuentra el versículo de hoy (que se reitera en Lucas 2:40). Los textos mencionan el principio del crecimiento integral y armónico de Jesús, algo que continúa enfatizando la pedagogía actual para el desarrollo óptimo. Se nos habla del aumento de la estatura/fortaleza, la sabiduría y la gracia, estableciendo así la atención a los ámbitos físico, mental y espiritual.
Francisco y Elsa tenían dos hijos en quienes pusieron altísimas expectativas. Desde los primeros días de su escolaridad, enfatizaron las tareas escolares, poniéndolos a hacer los deberes escolares durante dos horas diarias, porción que fue aumentando año tras año. Solo aceptaban notas de excelencia y sus estudios eran el centro de la vida familiar. Cuando apreciaban algún descenso académico, les asignaban profesores particulares y mantenían rígidas las horas de estudio. Estos dos muchachitos carecían de actividad física, juegos, deportes y relaciones con otros niños de su edad. Tampoco recibieron educación religiosa, pues según el razonamiento de los ambiciosos padres, ese componente no les ayudaría a alcanzar los más altos objetivos académicos y profesionales. Sin embargo, cuando llegaron a la mayoría de edad, los hermanos decidieron abandonar el hogar paterno y hacer su vida independiente. Si bien el régimen educativo de los padres los condujo a logros profesionales, las restantes facetas de su desarrollo completo (social, físico y espiritual) quedaron sin atender y tuvieron que enfrentar problemas de relación y crisis existenciales que probablemente se habrían evitado con una educación más equilibrada.
Si tienes hijos, sobrinos u otros menores a tu cargo, procura favorecer su desarrollo integral, como fue la experiencia de Jesús. Ofréceles ejercicio intelectual y cultural como la lectura, el apoyo en el aprendizaje escolar, la visita a museos, bibliotecas, eventos culturales, entre otros. Cuida de su desarrollo físico con la actividad al aire libre, los deportes, una alimentación sana, la higiene y el cuidado personal. Por último, no dejes de suplir sus necesidades espirituales, por medio de la oración, la lectura de las Sagradas Escrituras, la asistencia a la iglesia, el ejercicio de la fe en Dios y la práctica de los principios religiosos proyectada en la ayuda y la empatía hacia los demás.
20 de febrero - Familia
Los derechos del niño
“Le presentaban niños para que los tocara, pero los discípulos reprendían a los que los presentaban. Viéndolo Jesús, se indignó y les dijo: ‘Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de Dios’ ”
(Marcos 10:13, 14).
Cuando Jean Piaget (1896-1980) tenía tan solo diez años acudió a una biblioteca en busca de información sobre una especie rara de gorrión albino. El bibliotecario lo trató de modo despectivo, pues era solo un niño. Tal desprecio no impidió que Jean preparara un trabajo basado en las observaciones ornitológicas que él mismo había hecho en su barrio. Una revista científica publicó su artículo. Cuando el bibliotecario vio el ejemplar impreso, comenzó a dispensar un trato respetuoso hacia el niño. Jean Piaget llegaría a ser una figura clave en la psicología infantil y sus teorías siguen vigentes y se aplican de forma habitual en el ámbito de la enseñanza y el aprendizaje. Nunca deberíamos minusvalorar a un niño o joven por su edad.
Hay una tendencia generalizada a privar a los niños de sus derechos, situándolos en situación desventajosa. La Organización de Naciones Unidas (ONU), a sabiendas de que en muchas partes se violan los derechos infantiles, creó una convención de derechos del niño de 54 artículos. El documento estipula acciones que los padres y los gobiernos deben llevar a cabo para preservar el desarrollo sano, físico y mental de los más jóvenes. Aparte de los derechos más básicos (escolaridad, protegerles de la violencia, suplirles servicios sanitarios, facilitarles juego y recreación, y protegerlos de la explotación, la guerra y los conflictos armados), también se reconoce el respeto por el punto de vista del niño. Esto es especialmente cierto cuando las decisiones de los mayores afectan a los niños, siempre teniendo en cuenta el nivel de madurez de los menores, que va acrecentándose con la edad.
Jesús desplegó una conducta muy avanzada para su tiempo. Los niños no eran valorados ni se les reconocían derechos en la era del Imperio romano. Pero el Salvador no solo facilitó su acceso a él, sino que además dijo que el reino de los cielos les pertenecía e incluso llegó a decirles a sus discípulos que, a no ser que se hicieran como niños, no entrarían en el reino de los cielos (Mat. 18:3).
En tu relación con tus propios hijos u otros menores, recuerda que, de la misma forma en que Jesús los recibió, tú también debes estar abierto a sus puntos de vista, no para que dicten lo que ha de hacerse, sino para escuchar cuidadosamente y tener en cuenta su parecer.
21 de febrero - Familia
Honra a tu padre y a tu madre
“ ‘Honra a tu padre y a tu madre’—que es el primer mandamiento con promesa—, para que te vaya bien y seas de larga vida sobre la tierra”
(Efesios 6:2, 3).
Existen estudios en los que se comprueba que la armonía familiar general va ligada a la salud (física y mental) y, por lo tanto, a la longevidad de sus miembros. Entendemos que esta interacción familiar positiva incluye el respeto de los padres hacia los hijos, así como la honra y la obediencia de los hijos hacia los padres, lo cual es coherente con la promesa bíblica del versículo de hoy.
Las Escrituras exaltan de diversas formas el reconocimiento de los hijos hacia sus progenitores. La honra a los padres es muy importante, por eso ha sido incluida en el Decálogo (Éxo. 20:12). El profeta Jeremías hace referencia a bendiciones significativas como resultado de la obediencia a los padres (Jer. 35:18, 19). El sabio Salomón declara que “el hijo sabio recibe el consejo del padre, pero el insolente no escucha las reprensiones” (Prov. 13:1).
Jesús reprobó duramente (Mat. 15:3-9) a quienes se valían de artimañas legales para no auxiliar a sus padres. Los legisladores religiosos de su tiempo habían hecho ajustes para evitar el mandamiento de Dios. Utilizaban la idea de corbán