Un corazón alegre. Julián Melgosa. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Julián Melgosa
Издательство: Bookwire
Серия: Vida Espiritual
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789877980530
Скачать книгу
a su esposa, pero sí la agredía con sus críticas y palabras hirientes. Constantemente veía faltas en las tareas caseras, el cuidado de los niños, las relaciones con las vecinas… Con frecuencia la comparaba con otros miembros de su familia y ella siempre salía perdedora. En medio de su enojo, increpaba a Valeria con insultos que jamás pronunciaría en presencia de familiares y amigos. Sus niños eran testigos de estas conductas y se llenaban de temor. A Valeria esos insultos la derrumbaban moralmente. Así acabó convencida de que era realmente inútil, torpe, malvada y una fracasada. Esa familia sufrió mucho por el carácter iracundo del padre.

      Hoy se sabe que el abuso, tanto verbal como físico, tiene un efecto devastador sobre la víctima, sea cónyuge o hijo, que puede acabar sufriendo ansiedad, hipervigilancia, depresión, ideas suicidas, sentimientos de incapacidad, vergüenza, culpa, problemas del sueño… y otras dolencias. Es muy triste que el ámbito familiar, que debería ser un lugar acogedor donde sus miembros pudieran hallar cariño, apoyo y comprensión frente a las dificultades de la vida, se transforme en un lugar peligroso y dañino. Para evitar situaciones tales, Pablo insta a los maridos cristianos a no ser ásperos con sus esposas y a amarlas como Cristo amó a su iglesia, entregándose a sí mismos por ella (Efe. 5:25). Más adelante les pide que el marido ame a su esposa como a su propio cuerpo, es decir, sustentándola y cuidándola (vers. 28, 29).

      El verbo pikraino (ser áspero) significa literalmente “producir amargor en el estómago” y, por extensión, quiere decir enojarse o irritarse. El mensaje encaja en un tiempo en que, según la ley judía, la mujer era tratada como una propiedad u objeto. El marido podía divorciarse de su esposa por alguna razón intrascendente, pero ella no tenía esa potestad. Era también costumbre que la mujer permaneciera de puertas adentro mientras el marido tenía libertad total para tener relaciones con otras mujeres.

      Desgraciadamente, las conductas violentas persisten en el siglo XXI: una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia física, con frecuencia perpetrada por un ser amado. Si añadimos la violencia verbal, tenemos más víctimas que mujeres respetadas. El Señor no quiere que sus hijas sufran por causa del enojo y la violencia familiar. Si vives en tal situación, intenta resolverla con oración y fe. Si las cosas no se arreglan, busca ayuda externa, pues muchos casos de violencia doméstica requieren intervención profesional.

      Coherederas

      “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo”

      (1 Pedro 3:7).

      Muchas familias en buena relación acaban enemistadas por asuntos de herencias. Gisele Sousa Dias (Clarín, 16 de noviembre de 2009) estima que, de diez sucesiones, siete son conflictivas. Dice que solo en la ciudad de Buenos Aires hay unas treinta y cinco mil familias enemistadas por algún problema de herencia. “Yo pago alquiler y tú tienes tu propia vivienda, ¿cómo nos va a tocar recibir lo mismo?" “Yo cuidé de mamá durante los cinco últimos años y tú no ayudaste ni enviaste dinero…”, son ejemplos de argumentos comunes. En la disputa se evocan encuentros del pasado, frases o insinuaciones del difunto que indican que las cosas deben hacerse de forma distinta a lo testado… y así se deteriora la relación hasta el punto de no haber remedio aparente a corto plazo y muchas veces la muerte de los involucrados llega antes que la reconciliación. Y es que la solución no es nada fácil pues, aunque el testamento esté claro desde el punto de vista aritmético, el corazón humano es egoísta, duro y orgulloso y tales rasgos florecen en estas situaciones.

      El texto de hoy presenta a dos coherederos: esposo y esposa. La herencia es nada menos que la vida eterna. Evitar el maltrato físico o verbal en la pareja es solo un primer paso. El apóstol Pedro llama al varón a dar honra a la mujer. Y para dar fuerza a su consejo, presenta un argumento de peso: ella es coheredera con derecho idéntico a la herencia de la vida eterna. Insta al esposo a manifestar además el trato amable, cariñoso, tierno y suave que se dispensa a un recipiente frágil y valiosísimo.

      Este llamamiento a los maridos sugiere un gran paso que va más allá de las particiones idénticas. Como en el caso de las herencias terrenales que encuentran posesiones indivisibles, la responsabilidad y el amor no son susceptibles de particiones iguales. Por eso añade el apóstol el concepto de “vaso más frágil”. Está invitando al esposo a ser generoso, magnánimo, espléndido, desinteresado y altruista con su mujer. En los próximos días, prueba a sobrepasar el concepto de dar el 50 % y recibir el 50 % en tu vida conyugal; ofrece el 100 % cuando sea posible. Y si no eres casado, el resto de 1 Pedro 3 está dedicado a las relaciones en general: sé de un mismo sentir con otros, compasivo, expresando amor fraternal, misericordia y amistad (1 Ped. 3:8).

      Ayuda idónea

      “Después dijo Jehová Dios: ‘No es bueno que el hombre esté solo: le haré ayuda idónea para él’ ”

      (Génesis 2:18).

      Cuando la Dra. Leah Bright del Hospital Johns Hopkins (Baltimore, Maryland, EE.UU.) y sus colegas midieron las cuerdas vocales de una muestra de sujetos sanos descubrieron algo sorprendente: el tamaño de las cuerdas vocales no guardaba relación alguna con la altura, el peso o la masa corporal de los participantes en el estudio. Sin embargo, observaron una clara diferencia de tamaño de estos órganos de fonación entre hombres y mujeres. Esto explica las diferencias en lenguaje hablado entre hombres y mujeres: aparte de producir tonos más altos en la voz de ellas, la diferencia hace posible que la emisión de la voz necesite menos aire para su agitación y que se produzca en las damas menos desgaste de energía. Por ello, en términos generales, las mujeres tienden a hablar más y más deprisa que los hombres. Este es solo un ejemplo de diferencias biológicas entre géneros.

      Es una acción noble luchar por el trato igualitario entre géneros que tanto se ha violado y sigue violándose, pero no podemos ignorar que existen diferencias biológicas y psicológicas, que en parte se remontan a los orígenes cuando Dios creó a la mujer como “ayuda idónea”. Significa esto que algunas características que poseemos van ligadas al sexo, lo que hace a hombres y mujeres diferentes y al mismo tiempo complementarios. Por ejemplo, el sistema endocrino es muy distinto: el tipo y cantidad de secreción hormonal prepara a la mujer para la menstruación, la gestación y la lactancia, funciones que no posee el varón. El metabolismo femenino es más lento, la estructura ósea más ligera, el tamaño de los riñones, el hígado y el estómago, mayor y la cantidad de músculo (en relación con la masa corporal) menor que en los varones. También se han observado diferencias marcadas en la conducta comunicativa: la mujer escucha con más atención y con más contacto visual que el hombre. La mujer cuenta con una expresión verbal más dramática, más rápida y más cargada de emociones que el varón, quien habla con más precisión, objetividad y brevedad.

      Para fomentar la calidad de relación entre marido y mujer pensemos que, en su inmenso amor, Dios creó “varón y hembra” (Gén. 1:27) para la mutua edificación y satisfacción. No veamos las diferencias como una fuente de irritación, sino como un complemento. Hoy, observa alguna de estas diferencias en tu trato con el sexo opuesto y da gracias a Dios por el don de las diferencias.

      Mujer, vid y olivo

      “Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa; tus hijos, como plantas de olivo alrededor de tu mesa”

      (Salmo 128:3).

      Durante siglos y hasta en la actualidad, muchas casas de las regiones mediterráneas alojan un patio central que permite el flujo de luz a las ventanas interiores. Allí se plantan vides que crecen exuberantes por el clima benigno del Mediterráneo. La planta arroja sombra y provee decoración y el precioso fruto de la uva para deleite y nutrición de todos los miembros de la familia. En el patio juegan los niños bajo la mirada atenta de la madre que los supervisa desde cualquier lugar de la casa en la que se encuentre. Al atardecer el patio se hace habitáculo de reunión para toda la familia. Allí cenan y disfrutan de la velada convirtiendo el espacio en centro social en