Señales 2.0. Jaume Salinas. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Jaume Salinas
Издательство: Bookwire
Серия: Ginesta
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9788412332292
Скачать книгу
tipo perla Majorica que destacaban en aquella cara redonda.

      Enric estaba en silencio, observando el gesto de mi cara, mientras yo hacía mi “trabajo” analizando esa foto. A medida que pasaban los segundos notaba su creciente inquietud. A medida que me iba fijando más, más “recordaba” la imagen que vi nítidamente en la foto de la discordia. Me concentré en la cara y después de un larguísimo minuto, finalmente, le dije:

      —Amigo mío, en un tema tan rocambolesco como éste sé que no se puede estar del todo seguro, sobre todo cuando, aparentemente, sólo yo soy el que ve la imagen de una mujer que los demás no ven, pero estoy casi seguro que se trata de la misma persona. La que sale en esta foto que me enseñas, por eso, es un poco más joven que la que veía en la otra. Lo que me ha hecho decidir que se trata de la misma persona es, en primer lugar, la forma de la cara y el peinado y en segundo lugar, la mirada y la media sonrisa de su expresión que son casi idénticas a las de la otra foto. En cuanto al resto, como el vestido, la verdad es que no lo recuerdo. En definitiva, amigo Enric, estoy cada vez más convencido de que se trata de la misma persona. ¿Tienes suficiente con esto? Te has quedado medio jodido, pero yo también, porque ninguno de los dos creemos más allá de lo que vemos o percibimos por los sentidos o justificamos por la razón. ¿Y ahora qué? ¿Qué sacas de todo esto, si se puede saber?

      —Pues algo tendremos que replantearnos. Al menos yo, porque ahora entiendo a mi madre cuando me comunicó lo que había dicho mi abuela poco antes de morir: “Me sabe muy mal morirme antes de tiempo y no poder ver crecer a mi nieto para protegerlo hasta el día que sea un hombre hecho y derecho”.

      Agosto del 2003.

      La tienda de las piedras

      ¿Cómo puede ser que alguien que no me conozca de nada pueda saberlo todo sobre mí? Es más, ¿cómo podía saber aquella mujer qué era lo que más daño me estaba haciendo en mi vida?, ¿cómo, en definitiva, sabía aquella mujer de la tienda de piedras de Mataró, que mi hijo había muerto? y ¿cómo pudo describírmelo a la perfección?

      Antes de entrar en detalles, dejadme que os diga quien soy y qué pienso de todo esto. Mi nombre es Amalia, estoy en esta etapa de la vida en que, si no fuera por la desgracia de la muerte súbita de mi hijo Sebastián, Sebas para los amigos, a causa de un accidente absurdo, estaría en mi plenitud personal. Plenitud tanto en el aspecto físico, ya que por el momento no tengo ningún problema de salud; como en el profesional, puesto que hace algo más de un año que he conseguido una plaza de bióloga médica para un equipo de investigación de un importante laboratorio; como en el personal, ya que entre mi marido y yo habíamos conseguido ver como nuestros dos hijos, Marc y Sebas, conseguían sacar adelante sus estudios, BUP y COU respectivamente, con muy buenas notas, pero sobre todo, veíamos que su desarrollo personal iba por buen camino, ya que eran muy responsables a la hora de tomar aquellas decisiones que más les convenían.

      Soy una persona muy racional, tal vez viene de mi condición de científica, sólo creo en lo que se puede ver, tocar y medir. Es más, apenas tengo ninguna creencia religiosa, más allá de lo que me contaron en su momento en la escuela, pues mis padres eran unos agnósticos convencidos, por no decir ateos, pero no indiferentes. Mi creencia en un ser superior se limita a la suposición de que “algo de orden más elevado” a nuestra condición humana, es la base o el causante de lo que llamamos las Leyes del Universo, muy lejos de la visión de un ser superior, una especie de “superhombre” a lo que llamamos Dios. Creo también, como científica, que en nosotros existen dos naturalezas: la material, el cuerpo, y la energética, la que alimenta y da vida a este cuerpo mientras estamos vivos, pero que en un momento determinado, lo abandona. La parte material se descompone y la otra se transforma. ¿En qué se transforma? No lo sabemos. Tampoco he creído nunca en lo que se llama el “más allá”, aunque me hubiera gustado hacerlo ya que en el fondo me hubiera servido de gran consuelo, como a la mayoría de los que creen, cuando una desgracia como la que he sufrido te golpea sin piedad. Bueno, esto último, se está resquebrajando a raíz de la visita que hice, hace un par de meses, a aquella tienda que os comentaba al principio.

      Una tarde a finales del mes de mayo, recibimos una llamada del director del centro donde estudiaba Sebas, invitándonos a mi marido y a mí, a la ceremonia de graduación de fin de curso, en la que hubiera participado mi hijo con todos los honores, diciéndonos que, a iniciativa de los compañeros de Sebas, tenían previsto hacer una ceremonia especial de despedida en su memoria. En aquel momento no le respondí, pero me comprometí que en un plazo de cuarenta y ocho horas le daríamos una respuesta. De esta forma, Joan Anton (mi marido) y yo, podíamos evaluar la invitación. A favor, teníamos el hecho de comprobar que Sebas era muy querido por sus compañeros y eso siempre hace ilusión a los padres, sobre todo cuando se pone de manifiesto de forma pública. En contra, evidentemente, la sacudida que representaba revivir públicamente su muerte. A pesar de ser una ceremonia simbólica.

      Después de evaluar los “pros” y los “contras” decidimos que iríamos, pues de una forma u otra estábamos convencidos de que nuestro hijo estaría presente, al menos en el recuerdo de todos los presentes. Es más, desde un primer momento, quise que su presencia se materializara en un medallón precioso que me había regalado él, hacía justamente un año, en motivo del día de la madre, y que llevaría puesto de forma bien visible. Sólo me hacía falta encontrar una cadena de plata adecuada, pues de este metal estaba hecha la joya. De todas las cadenas que tenía no había ninguna que me acabara de gustar del todo. Quería una de especial para que el medallón luciera como se merecía. Una amiga mía, Mónica, que en todo momento me había acompañado en aquel proceso de dolor y desesperación me dijo que conocía una tienda en Mataró, donde se hacían cadenas de todo tipo y que, con toda seguridad, encontraría lo que estaba buscando.

      Quedamos para el lunes de la semana siguiente, a media mañana, cuatro días antes del día de la ceremonia, ya que ese día no tenía que ir al laboratorio. Cabe decir que, si bien vivimos en el Maresme, concretamente en Premià de Mar, siempre escogemos ir a Barcelona, ya sea para ir de compras, quedar con los amigos, ir a un restaurante, ir al cine o al teatro.

      Tal vez hacía más de diez años que no había ido a Mataró. Lo encontré todo muy cambiado, tanto el paisaje urbano —había crecido mucho y se habían mejorado algunas vías de comunicación—, como el paisaje humano, se veían muchas personas provenientes de tierras lejanas. La primera impresión que tuve era que se había convertido en una pequeña ciudad, con todos los defectos de una ciudad grande y todos los defectos de un pueblo. Seguramente, si la conociese más, también encontraría todas las virtudes que sin duda tiene.

      La tienda a donde me llevaba mi amiga estaba situada en el centro histórico de la villa, muy bien cuidado por cierto, por lo que empecé a cambiar esa primera opinión, no muy favorable, de la antigua Iluro romana. Poco antes de llegar a nuestro destino me fijé en una pequeña tienda que tenía el escaparate lleno de piedras de varios tipos. El conjunto constituía un universo especial y atrayente. Decidí entrar, a pesar de los requerimientos de mi amiga, pues íbamos con el tiempo justo antes de que cerrasen las tiendas al mediodía. Sin embargo, Mónica me siguió y entramos dentro, sin saber muy bien a qué, pues no era mi intención comprar ninguna piedra.

      Una vez dentro, enseguida vi que el local no era muy grande, pero tenía un encanto especial. Era un poco alargado, en la parte izquierda estaban expuestos las piedras y los minerales, según variedades y colores. Cada una de ellas tenía un pequeño cartel que indicada sus cualidades y sus utilidades. En la parte derecha, vi una gran cantidad de collares, pulseras y anillos hechos con aquellas piedras ya pulidas, lo que me hizo pensar que quizás también tendrían