Tal como me había dicho aquella mujer, por la noche las volví a poner fuera, esta vez a la luz de la luna.
La noche del 23 me fui a acostar temprano, aún no eran las 11 de la noche y por los alrededores se oían los estruendos de los petardos y cohetes que tiraban los chicos del barrio. ¡Era la “nit del foc”! Yo en cambio, no estaba para muchas alegrías, ya que entre el embarazo, que no llevaba muy bien, el hecho de estar sola y las pesadillas de las últimas noches, realmente me encontraba muy cansada.
Cuando me puse a dormir, enseguida aparecieron aquellos rostros malvados de mis sueños, pero esta vez casi podía “olerles” el aliento putrefacto. Quería escapar y no podía. Me sentía inmovilizada. “Aquello” amenazador me acechaba debajo de la cama... Quise gritar y no me salía voz de la garganta. Entonces, en el sueño, recordé lo de la protección que me había dicho Thelma e imaginé que estaba en el interior de una esfera reluciente que me protegía de todos los peligros externos y noté que me iba tranquilizando al mismo tiempo que los rostros se alejaban. Poco después, desperté con la sensación que hacía muy poco que me había acostado y sin embargo, eran casi las dos de la madrugada. ¡Habían pasado tres horas!
No sé por qué, pero me sentía bien y con fuerzas y volví a recordar lo que me había dicho Thelma, lo que debía hacer con el agua de las botellas. Fui a buscar la esponja de baño que me había comprado el mismo día que el aceite de almendras y me limpié todo el cuerpo con el agua de la primera botella. Con el resto del agua limpié todos los marcos de las habitaciones y finalmente, el de la puerta de casa. Eran casi las tres y media de la madrugada cuando acabé con mi “limpieza” especial. Poco después, hacia las cuatro, Francisco entraba en casa con cara de cansancio por el vuelo, pero al verme se sorprendió y me dijo: —Cariño, ¿qué haces despierta a estas horas? Has de descansar y cuidarte.
—Te estaba esperando amor y no te preocupes por mí, que ya sé cuidarme sola. ¿Cómo te ha ido el viaje? Haces cara de cansado —añadí sin decirle lo más mínimo de lo que había pasado aquella noche ni las noches anteriores.
Aquella misma mañana del día de San Juan, bajé a la calle a comprar pan y unos bollos para el desayuno. No había caminado ni cincuenta metros cuando de pronto me topé de cara con Thelma, justo cuando giraba la esquina de mi misma manzana. Me quedé sorprendida al verla ya que nunca hubiese imaginado encontrármela en aquel lugar y menos una mañana como aquella. Viendo mi cara, sonrió y me preguntó:
—¡Hola María! ¿Cómo te fue anoche? ¿Tuviste pesadillas? ¿Has tenido que utilizar los remedios que te aconsejé?
—Hola… Thelma, —balbuceé—. ¿Cómo dice? Ah sí… anoche… bien, me encuentro bien —le respondí al mismo tiempo que intentaba poner en orden mis pensamientos.
—Pues nada —respondió ella—. Ya veo que estás bien y que todo está en orden. Cuídate mucho y ya verás que tendrás una niña preciosa.
Y sin decir nada más, sonrió y siguió su camino.
Yo no supe reaccionar y me quedé muy de cortada, sin saber qué decir, por aquel inesperado encuentro. Seguí mi camino y de repente, me volví a girar para ver dónde estaba ella y poder hacerle unas preguntas que me intrigaban de todo lo que había vivido durante la última semana, pero una vez más había desaparecido. Como si la tierra se la hubiese tragado.
Desde aquella noche ya no tuve más pesadillas. Cinco meses después nacía mi primera hija, Helena, una niña especial ya que desde muy pequeña parece saber leer mis pensamientos y la verdad es que me siento muy conectada a ella. Referente a la novela, deciros que finalmente la terminé y fue publicada por una pequeña editorial, y aunque he de reconocer que no fue un éxito comercial, se llevó más de una buena crítica. ¡La próxima será mejor!
A Thelma, nunca más la he visto. Siempre me he preguntado si era realmente una “bruja”, pero de las buenas, de las que están plenamente integradas a los ciclos naturales de la Tierra, de las que ayudan a los demás, sin pedir nada a cambio. No lo sé, pero lo que sí me ha quedado bien claro es que cuando alguien especial como ella te haga una advertencia o te dé un consejo, no le hagas oídos sordos, porque quizás podrías arrepentirte…
Abril del 2010.
3 “Noche del fuego”. En muchas zonas del Levante es costumbre hacer hogueras el dia 23 de junio por la noche.
4 Población costera alicantina, al lado de Benidorm.
Конец ознакомительного фрагмента.
Текст предоставлен ООО «ЛитРес».
Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.