El pase antes del pase... y después. Irene Kuperwajs. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Irene Kuperwajs
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789878372112
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porque estaba asociada la visión de verla morir en sus brazos. Aparecía la imagen de la muerte en conexión con la sexualidad. ¡Esto le sucedía a Goethe!: ese temor obsesivo le impidió acercarse sexualmente a una mujer antes de los 40 años.

      La historia es la siguiente: Alfredo, joven rico, mantiene una desgastada relación con Elisa. Se enamora de Adela, con la que desea casarse. El padre de Adela le impone que viaje un año por el mundo sin tener contacto con su hija como prueba de su amor. Si al regresar siguen amándose, no se opondría al matrimonio. Alfredo inicia el viaje con Elisa, que sufre espasmos cardíacos. Se mantiene alejado sexualmente de ella con la excusa de su enfermedad, pero ella logra atraerlo. Antes tenía la esperanza de que muriera en el acto sexual, pero ahora se siente burlado porque Elisa, dichosa, parece albergar una nueva vida. Desesperado, caminando por la playa, sufre un mareo y se siente desmayar. Luego de este ataque decide envenenar a Elisa, quien muere después de tener relaciones sexuales con él. Regresa a Viena y Adela se ha comprometido con otro hombre.

      ¿En qué radica la eficacia de la intervención? Le permite reconocer su deseo de matar a su esposa en la relación sexual en el deseo del personaje Alfredo. Por lo tanto ya no es el asesino, y disminuye así su sentimiento inconsciente de culpa que es, según él, causa de sus conversiones. Recordemos que él mismo se ubicaba como un “asesino de alegrías”. Enfrentar esta realidad no le produce pánico sino calma, y el síntoma cede. Ahora mantiene el deseo y el acto bifurcados, ya no se siente un condenado a muerte, pero se sacrifica con trabajos forzados para que su mujer no padezca su tan mala salud. Cree que ella espera de él sus cuidados y, podemos agregar, evita así confrontarse con el goce femenino.

      Al final de sus Confesiones escritas cuarenta años después, expresa que conocer a Freud y a Ella, su esposa, fue un golpe de suerte, y que ambos se convirtieron en imágenes primarias. Ella era única para él, un modelo de mujer, “la feminidad hecha persona”. Y Freud no sólo fue un gran hombre para él, sino el modelo de hombre con integridad, coraje moral, fortaleza e ingenio: “Lo que Ella y Freud significaron en aquellos años dejó huellas profundas e imborrables en mi carác-

      Sabemos que en su práctica Reik apuesta a lo singular, critica las lecturas corrientes y llama “tercer oído” a ese escuchar tras los dichos de un paciente: los matices, los colores, los detalles más sutiles, la enunciación. Al final escribe:

      Podemos situar en este final la presencia de lo que Freud llamaba restos sintomáticos y la articulación con el cuerpo que se goza, cuestiones que abonan lo que Lacan trabajará en su última enseñanza: que el pase es del orden del no-todo.

      6.2. H. Doolittle: la escritura, del síntoma a la causa