El pase antes del pase... y después. Irene Kuperwajs. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Irene Kuperwajs
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789878372112
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poético, que es el estilo de esta poetisa norteamericana.

      Si bien mi interés se centra en los finales de análisis y en su transmisión, considero que hay algunos pasajes que podemos tomar de su experiencia. Hay un entrecruzamiento entre la vida y el análisis; y a pesar del conflicto, las guerras, la muerte… HD nunca deja de tener en claro que está ahí para analizarse. Podemos destacar la enorme transferencia que tiene con Freud: lo llama “médico sin tacha”, “el Profesor”; por supuesto que es una transferencia idealizada, pero a la vez demuestra que el mismo Freud persigue desde su posición la posibilidad de agujerear ese gran Otro.

      EL PROFESOR

      “Recuerdo que el Profesor dijo que nunca se sabe, hasta que termina el análisis, qué es lo importante y qué no lo es”.

      En el año 1933, en la ya inestable Europa, Hilda Doolittle decidió trasladarse a Viena para analizarse con Freud por sugerencia de su compañera, la escritora Bryher (Annie Winifred Ellerman), y de Hanns Sachs, con quien había tenido algunas sesiones antes de que él emigrara. Esta primera consulta duró tres o cuatro meses, y luego regresó en octubre de 1934 durante dos meses más. Buscaba aliviar su angustia y realizó con él un tratamiento durante el cual escribió lo vivido en sus sesiones.

      Escribió “Escrito en la pared” en 1944; allí afirmaba que “el pasado había irrumpido literalmente en la conciencia con los bombardeos de Londres”, y el análisis con Freud formaba parte de ese pasado. Se publicó bajo el título Tributo a Freud (1944), junto con “Advenimiento”, que son las notas que tomó durante su análisis en 1933, y una selección de cartas de la correspondencia con Freud: “Era tan importante para mí, para mi propia leyenda. Sí, mi propia leyenda. Entonces a ponerse bien y a crearla de nuevo”. Norman Holmes Pearson, quien escribió el prólogo en julio de 1973, comentaba que ella usaba el término leyenda como cuento, historia, algo para leer, su propio mito. Y señalaba que “Advenimiento” era un testimonio.

      Estaba desorientada y consultó a Freud buscando respuestas; escribe:

      Freud la nombra “poeta” y la alienta a que continúe por esta vía, y no a que se convierta en analista. Si bien cuando consulta a Freud ya es una reconocida poeta, cofundadora con Ezra Pound del imagismo, su elección está marcada por el análisis: “…sentí que encontrarlo a los 47 años, y ser aceptada por él como paciente o estudiante, parecía coronar todos mis otros vínculos y relaciones personales, justificar todas las espiraladas tortuosidades de mi mente y de mi cuerpo. […] nada de lo que recuerdo tiene importancia ahora excepto en relación con la cuestión de si se lo digo o no se lo digo a Freud” (“Advenimiento”, 1933).

      Ella se sitúa con respecto a Freud en la alternativa de “ser aceptada por él como paciente o estudiante”. En esos años Freud estaba muy preocupado por el futuro del psicoanálisis y la formación de analistas. Debido a su avanzada edad y a los problemas de salud, sólo recibía en análisis a aquellos que pretendían ser formados como analistas. El análisis tenía ese sesgo de ser terapéutico o didáctico.

      HD elabora su análisis en “Escrito en la pared”, diez años después de terminado, en el momento en que la guerra deja de ser una amenaza y se convierte en realidad:

      Ella vuelve a ver a Freud ante la muerte accidental de J. J. van der Leeuw. Solamente había intercambiado horas con él, pero le “parecía el hombre perfecto para la tarea perfecta”:

      El Profesor dice: “Usted ha venido a ocupar su lugar”. ¿Qué le señala con esta respuesta? Le señala el goce, ese que tiene por volar alto y veloz; no parece tratarse sólo del desciframiento. Al decirle que ella ocupa su lugar, la sostiene en esa excepción no como analista, sino como poeta.

      Ella nos transmite que para Freud al final del análisis el analista queda destituido de su lugar, tenga la edad que tenga. Pero antes, es necesario amarlo. Muestra así su castración, φ, posición muy distinta de la de un padre idealizado. Orienta el análisis hacia la caída del amor al padre analista. Sus intervenciones están en la línea de “por supuesto, usted comprende” o “quizá a usted le parece otra cosa”.

      ESCRITO EN LA PARED