El pase antes del pase... y después. Irene Kuperwajs. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Irene Kuperwajs
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789878372112
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castración aparece para Freud como límite al fin del análisis, y las posiciones respecto del falo no hacen más que mostrar que ambos, varón y mujer, están ligados a este.

      Podemos concluir afirmando que a Freud lo interroga ese resto real imposible de analizar, que leemos como sintomático, y que sitúa para ambos neuróticos, hombre y mujer, en el rechazo de la feminidad como límite.

      6.1. El caso de Theodor Reik, un “asesino de alegrías”

      Muchas décadas después de terminado su análisis, Reik escribe Confesiones de un psicoanalista. Allí cuenta sobre una obsesión juvenil por leer toda la obra de Goethe, obsesión de la que se avergonzaba:

      Escribe en 1913 un trabajo que titula “Sobre el efecto de los deseos de muerte inconscientes”, y que fue publicado en forma anónima con la siguiente nota al pie:

      Explica el anonimato refiriéndolo a la discreción que en aquel momento entiende como valentía. Me interesa subrayar el interés que tenía Reik en la transmisión y enseñanza del psicoanálisis a partir de su propio caso.

      Un eje central de su análisis fue su amor al padre y el sentimiento de culpa por no haber podido salvarlo de su muerte, cuando él tenía 18 años. Relata una escena que lo marcó para siempre: corrió a la farmacia a comprar los medicamentos que le indicaron, pero al volver su padre ya había muerto. La pregunta que lo obsesiona es si hubiera podido salvar al padre de haber corrido más de prisa. Lo siguen autorreproches, sentimientos de culpa y una intensa excitación sexual. Reconoce finalmente, con espanto, que él no estaba dispuesto a sacrificar ni un sólo año de su vida por él. Tiene la sensación de que su padre muerto sabía todo sobre él y que su ambición de ser famoso se anudaba al padre, en tanto al hacer famoso su nombre honraba el de su padre. También siente que había llegado demasiado tarde, y que el destino había despojado a su padre de la oportunidad de convencerlo de que podría abrirse camino en el mundo de los hombres. Afirma que tuvo la misma sensación cuando murió Freud.

      Claramente esto indica el lugar paterno que Freud ocupaba en la transferencia. Sorpresivamente, en ese contexto, le brota ese impulso de leer todo lo que Goethe había escrito, a lo que se suma la exclusión de otras lecturas. Era una orden que debía obedecer. Nos aclara que Goethe representaba para los alemanes no sólo “el gran hombre”, sino también la figura paterna exaltada. Cita el “Moisés…” de Freud cuando afirma: “¿Qué otro que el padre de nuestra infancia podría ser el gran hombre?”. Reik dice que sólo en su análisis reconoció el verdadero significado inconsciente de su lectura de Goethe y recorta un recuerdo infantil: su padre encuentra su diario secreto, en el que confesaba su amor por una vecina, y lo lee en voz alta a su madre y amigos. Su madre adivina quién es la muchacha y su padre agrega: “Bueno, quizás llegue a ser escritor o poeta”. Si no llegaba a ser escritor, al menos debía saber todo sobre Goethe, gran hombre a quien su padre había admirado tanto.

      Durante su análisis con Abraham, Reik analiza un síntoma de eyaculación precoz, y finalmente desaparece. Afirma que sentía un gran amor por Ella, pero no había “armonía sexual”; alude así a la idealización del objeto amado y a la división entre la madre y la puta, lógica que padece en su vida amorosa. Reik nos transmite de este modo lo que Freud llama restos: