1. Trauma y resto
La preocupación de Freud por el fin del análisis persiste en diversos momentos de su obra. La encontramos tempranamente en su correspondencia con Fliess, en la que menciona el caso del “Señor E”:
E. concluyó, por fin, su carrera como paciente mío con una invitación a cenar a mi casa. Su enigma está casi totalmente resuelto; se siente perfectamente bien y su manera de ser ha cambiado por completo; de los síntomas subsiste todavía un resto. Comienzo a comprender que el carácter en apariencia interminable de la cura es algo acorde a la ley y depende de la transferencia. Espero que ese resto no menoscabe el éxito práctico. (2)
Casi al final de su obra, en su texto “Análisis terminable e interminable” –que podemos considerar, si seguimos a Lacan, su “testamento”–, se interroga en primer lugar si es posible terminar un análisis, y luego cuándo y de qué manera. Vemos que el “resto” al que alude ya en 1900 sigue apareciendo como una preocupación constante en su obra. Articula a la causalidad de la neurosis los conceptos de trauma (como causa exterior y contingente), pulsión (como causa interna y constitucional) y el yo; aborda en este mismo texto el problema de previsión y prevención; y se interroga sobre la pulsión de muerte y los límites del análisis.
Si bien al comienzo se pregunta por la larga duración de la experiencia analítica y la preocupación del hombre moderno por acortarla, al mismo tiempo nos sorprende porque se refiere a un resto que perdura y haría imposible su terminación absoluta. Da varias vueltas para situar este resto. Por un lado utiliza una metáfora aludiendo a que un fragmento de una época anterior permanece a título de resto en la época posterior, y por otro lado convoca a lo largo del texto a sus antiguos discípulos y analizantes bajo el interrogante de lo que su propia práctica produjo. ¿Qué efecto tuvo el análisis en estos sujetos?
Critica duramente a su discípulo Otto Rank, quien sostiene que el trauma de nacimiento (1924) es la fuente de la neurosis porque conlleva la posibilidad de que la fijación primordial a la madre no se supere y continúe como represión primordial. Para él la represión primaria tenía como contenido el trauma. La tesis de Rank acerca de la causa de la neurosis es que esta proviene de un acontecimiento que se produjo en la realidad, y se mal encuentra con la libido del sujeto. Mediante el análisis de ese trauma primordial Rank creía poder eliminar toda la neurosis, ir a la represión última, “de suerte que una piecita de trabajo analítico ahorrara todo el resto”. (3)
Freud es taxativo: afirma que esta idea de Rank de economizar el camino es congruente con la época y está bajo la influencia de la posguerra europea y la prosperity norteamericana, ambas pertenecientes al pasado. Para Freud es ineludible en un análisis pagar el precio, y Rank no lo paga porque nunca se analizó, se aparta del movimiento psicoanalítico.
Respecto de Rank, es interesante lo que Jacques-Alain Miller señala en “Marginalia de Milán”, artículo en el que comenta el texto freudiano. Dice que Freud cita a Rank a raíz de su particular salida del análisis, y lo define como alguien que no quiere saber nada del psicoanálisis, que pasó de una pasión de saber a un desinterés, como si el psicoanálisis le hubiera hecho desaparecer ese deseo. Afirma irónicamente que, según Lacan, a Rank sólo le faltó el pase. (4)
Volviendo a Freud, él se pregunta cómo salen sus analizantes del análisis con él, de su práctica. En “Inhibición, síntoma y angustia” se refiere a que el análisis concluye cuando el sujeto ya no sufre de sus síntomas, y supera sus angustias e inhibiciones. (5) Sabemos que para Freud la represión primaria no tiene un contenido y no es la última palabra como lo es para Rank, pero eso no impide que haya un final. Freud también tuvo su intento de abreviar las curas; lo hizo con el Hombre de los Lobos: precipitó el final fijando un plazo por anticipado para resolver así el impasse en el que se encontraba, ya que el paciente no quería concluir, lo que daba cuenta de una autoinhibición de la cura. Con esta medida se produjo la resolución de la neurosis. En 1914 Freud lo consideró radicalmente curado, pero en 1923 admitió haber incurrido en un error y tuvo que ayudarlo a dominar una “pieza no tramitada de transferencia”.
Este caso fue analizado en los años posteriores por Ruth Mack Brunswick, una de sus discípulas. Mientras Freud destaca un “cambio de vía” cuando las cosas quedan sin tramitar, ella en cambio enfatiza los restos de la vieja neurosis, fragmentos de su historia infantil que no habían salido a la luz y “que ahora eran repelidos con efecto retardado como unos hilos tras una operación”, y “restos transferenciales” que se presentan en el pasaje de un análisis a otro. (6)
Finalmente, Freud le resta potencia a esta medida coercitiva de fijar un plazo anticipado para el fin de la cura, y recuerda que la interpretación analítica está más bien ligada al tacto y que “el león salta una sola vez”, en un instante, en el momento oportuno. Tampoco les da crédito a la prevención, ni al saber como causa inmediata de una mutación subjetiva. Se puede entender de qué se trata, pero eso no necesariamente lleva a un cambio rápido en el sujeto; es decir, la pedagogía es inoperante en el análisis. No es posible cortocircuitar las curas, sin embargo Freud se pregunta: ¿cómo terminar con ese stuck? (‘resto’ en alemán). Sobre este punto Miller refiere que Lacan hablará del “resto fecundo”, y que en la historia humana lo más fecundo son los restos. ¡Lacan mismo fue un resto de la operación IPA!
2. ¿Cuánto tiempo dura el éxito terapéutico? La pulsión y el yo
Freud también se interroga respecto de la duración de lo obtenido en el final, es decir, por cuánto tiempo podremos beneficiarnos del éxito terapéutico. Si existe una conclusión natural para cada análisis, ¿a qué llamamos final de un análisis? ¿Se puede ir hasta el final sin que algo retorne más tarde? No se trata sólo de ir más rápido, sino de a dónde vamos.
Como ya he mencionado, Freud argumenta en 1926 que el análisis termina cuando el paciente ya no sufre a causa de sus síntomas y ha superado sus angustias e inhibiciones. Define así un final práctico y terapéutico cuando el analista juzga haber hecho consciente lo reprimido en el paciente, esclarecido lo incomprensible, eliminado sus resistencias. Y si por algún motivo externo, por ejemplo una mudanza o falta de dinero, el paciente no alcanza estas metas, habla de análisis imperfecto más que de uno no terminado.
Lo que a mi parecer Freud introduce como crucial, siguiendo este camino, es la pregunta de si existe la “normalidad” psíquica, y si es posible alcanzarla por medio del análisis. Antes se había referido al trauma, ahora introduce el factor pulsional. O sea, le agrega al trauma la pulsión. Cuando la pulsión es causa de la neurosis, no puede acelerarse la cura ni anticiparse un resultado duradero. Dice que hay acciones mixtas de factores constitucionales y accidentales para pensar la etiología de las neurosis, pero la etiología traumática ofrece oportunidades más favorables al análisis y permite considerar un análisis terminado definitivamente. Más aún: refiere que cuando hay un trauma el sujeto tomó en el pasado una decisión equivocada, y mediante el fortalecimiento del yo se sustituye la “decisión inadecuada que se remonta a la edad precoz por una tramitación correcta”; (7) no hay daño en el yo.
¿Cuáles son los obstáculos a la conclusión de la cura? Los factores desfavorables están del lado de la intensidad constitucional de las pulsiones y de la alteración del yo por la lucha defensiva, porque son causas internas. “El destino de la curación depende del destino de la pulsión”. (8) Cuando se trata de la pulsión, el yo no toma la decisión sino que se altera, se deforma. Pero cuando se trata del traumatismo el yo decide huir para defenderse. Son dos modos de defensa del yo, uno ante el trauma y otro ante la pulsión. Por lo tanto, la intensidad constitucional de las pulsiones y el grado de alteración del yo son causas internas que harían que un análisis no termine. De aquí se desprenderán la teoría kleiniana sobre el final de análisis, que se basa en limitar la intensidad pulsional; y la psicología del yo, que apunta al reforzamiento yoico, en el cual el final está planteado por la vía de una identificación con el yo no alterado del analista.
Podemos constatar que, si bien Freud propone al yo como un poder de dominio, hay para él un