Vida de Jesucristo. Louis Claude Fillion. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Louis Claude Fillion
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788432151941
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Mediterráneo hasta Casium y Pelusa, en el bajo Egipto. Pero este camino era menos seguro para los fugitivos, pues los emisarios de Herodes podrían alcanzar fácilmente a la Sagrada Familia antes que ésta tuviese tiempo de atravesar la frontera. Así, es probable que José prefiriese encaminarse hacia el límite meridional de Palestina por Hebrón y Bersabé, y que desde allí se entrase por el desierto de Farán[30], donde no faltaban varios caminos bastante directos. Sólo al cabo de seis o siete días de fatigosa marcha debieron de arribar los viajeros a la antigua provincia de Gessen, durante mucho tiempo habitada antiguamente por los hebreos[31]. De allí, según tradición digna de respeto, tras una parada cerca de Heliópolis, en el sitio que lleva hoy el nombre de Matariyéh[32], llegaron a Menfis, donde vivieron todo el tiempo que duró su permanencia en Egipto. La iglesia copta del Antiguo Cairo ocupa, según se cree, el emplazamiento de la casa en que habitaron.

      Aunque sumido Egipto en el paganismo, fue señalado a José como lugar de refugio porque era el país más a su alcance para escapar a las asechanzas de Herodes. Dependía entonces esta región directamente de Roma y el tirano carecía en ella de toda jurisdicción. Desde el reinado de Tolomeo Lago (muerto el año 233 a. J. C.), muchedumbres de emigrados judíos se habían ido estableciendo allí: unos para entregarse a fructíferas empresas comerciales; otros, más recientemente, para ponerse a cubierto del furor de Herodes. En la época en que llegó allí la Sagrada Familia formaban una colonia floreciente, sobre todo en Alejandría, en Heliópolis y en Leontópolis. En esta última ciudad habían construido, hacia el año 160 antes de nuestra Era, un templo magnífico, tan grande, dice ingenuamente el Talmud, que, por no alcanzar la voz del ministro oficiante hasta los extremos, era necesario que el sacristán agitase un velo para advertir a los asistentes cuándo habrían de responder «Amén» a las diversas oraciones. Entre aquellos judíos había muchos y hábiles obreros, que estaban organizados en corporaciones, según sus diversos oficios, y se procuraban mutuos socorros en caso de enfermedad o de falta de trabajo. En el distrito en que se fijó la Sagrada Familia podía, pues, hallar recursos y la protección que necesitaba.

      Entretanto, Herodes, en acecho, había esperado con impaciencia y sobreexcitación creciente la vuelta de los Magos a Jerusalén y la respuesta que le prometieran. Cuando, cansado de esperar, se persuadió de que ya no volverían —y fácil fue a sus agentes cerciorarse de que ya habían salido de Judea—, tuvo aquel proceder por grosero insulto y por traición urdida contra él para destronarle en provecho de su rival. Entonces se entregó a uno de aquellos ciegos arrebatos de cólera y rabia a que tan propenso fue, sobre todo hacia el fin de su vida, y dejando a un lado disimulo y aun prudencia, se lanzó al cumplimiento de su bárbara venganza. Dio, pues, órdenes a los soldados de su guardia, que eran también sus ordinarios verdugos, de degollar sin compasión, no sólo en el interior de Belén, sino también en los caseríos inmediatos y viviendas aisladas que de Belén dependían, a todos los niños varones de dos años para abajo, conforme a las noticias que de los Magos había adquirido acerca del tiempo en que se les apareciera la estrella. Esperaba que ampliando así sus bárbaras órdenes, así en cuanto al tiempo como en cuanto al espacio, no saldrían fallidos sus propósitos, y que no se le escaparía Aquél a quien en su presencia habían osado llamar «Rey de los judíos». Ni gustaba de tomar medidas en sus disposiciones, ni la sangre de sus súbditos tuvo gran valor ante sus ojos.