Vida de Jesucristo. Louis Claude Fillion. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Louis Claude Fillion
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788432151941
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en el Calvario iba a hacer inútiles y suprimir por completo. Como alguien ha dicho, este sacrificio matutino que ahora generosamente ofrece, es presagio cierto del sacrificio de la tarde, y no cesará de ofrecerlo hasta que lo haya consumado en la cruz. ¡Con qué corazón no entregó también María a Dios el fruto de su virginal seno para que Dios hiciese íntegramente en Él y en ella su voluntad! Bien pronto sabrá que su oblación ha sido aceptada y que ella también será en cierta manera inmolada como suave víctima al propio tiempo que su Hijo.

      Ahora, Señor, dejas partir a tu siervo

      En paz, según tu palabra;

      Porque han visto mis ojos tu salud,

      La cual has aparejado a la faz de todos los pueblos:

      Lumbre para iluminar a las naciones,

      Y para gloria de Israel, tu pueblo.

      Sublime cántico que forma, con el Benedictus de Zacarías y el Magnificat de María y el Gloria in excelsis de los ángeles, el cuarto de los himnos de la Encarnación, que solamente San Lucas nos ha conservado. Profecía, al mismo tiempo que poema, el Nunc dimittis es digno de admiración por su «noble belleza», por su «singular dulzura», por su «suavísima solemnidad», por la intensidad de los sentimientos que expresa y por su «rica concisión». Es una verdadera joya lírica. Divídese en tres cortas estrofas, de dos miembros cada una. La primera contiene la acción de gracias a Dios; la segunda expresa el motivo de la gratitud; la tercera indica el oficio que Jesús estaba llamado a cumplir como Mesías. Cada palabra tiene su valor propio. En la misma estrofa es de notar el nunc muy acentuado del principio y el dulce in pace del final. Nunc, «ahora» ya puede morir Simeón, y morirá in pace, «en paz», sin pena, porque se han cumplido todos sus deseos, pues ha contemplado con sus ojos extasiados al que tantos reyes y profetas ardientemente habían deseado ver, sin llegar a conseguir esta ventura. Como el patriarca Jacob, cuando recobró a su amadísimo hijo José, siente colmada su alegría. También es para notarse la elegancia del verbo griego que corresponde al latino dimittis, que indica la libertad de un prisionero, el relevo de un centinela, en todo caso una feliz liberación.

      No podía Simeón expresarse mejor. Con aquel Niño en sus brazos estaba en cierto modo sobre la elevada montaña de la visión profética, y contemplaba los brillantes rayos del sol que se levantaba a lo lejos sobre las islas de los gentiles y concentraba luego todo su resplandor sobre su propio país y sobre su propio pueblo, a quien tanto amaba. El horizonte del Nunc dimitis es, pues, sensiblemente más vasto que el del Benedictus y el del Magnificat, pues no considera solamente el oficio del Mesías en relación con Israel, sino también en relación con todo el género humano.

      Oyendo aquellas palabras proféticas, María y José quedaron sobrecogidos de admiración. No es que les enseñasen nada nuevo, pues, aun no sabiendo todas las cosas respecto a Jesús, conocían incomparablemente mejor que Simeón lo que a Él se refería. Pero no podían asistir sin admiración a las manifestaciones milagrosas que Dios iba asociando a cada uno de los misterios de la Santa Infancia. ¿Cómo no quedar sorprendidos al ver que aquel anciano, desconocido para ellos, describía tan exactamente, a la luz del Espíritu de Dios, el glorioso porvenir de su Jesús?

      Porvenir glorioso, pero no exento de pruebas y dolores, como añadió Simeón tras breve pausa. Acabado su cántico, «bendijo» a María y a José, continúa el texto sagrado. Esta expresión significa aquí, en sentido amplio, que los proclamó bienaventurados, que los felicitó por tener relaciones tan estrechas con un Niño llamado a tan gloriosos destinos. Después, de repente, por nueva revelación del cielo, ve ensombrecerse por densas y amenazadoras nubes la luz que acababa de celebrar.