Vida de Jesucristo. Louis Claude Fillion. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Louis Claude Fillion
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788432151941
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que aquí debe ser interpretado este título en el sentido más estricto y absoluto. Hay una gradación manifiesta y continua en el mensaje del ángel. Por lo demás, oiremos al Padre atribuir este título a Nuestro Señor Jesucristo en las horas solemnes de su bautismo y de su transfiguración. En dos ocasiones[39], San Pedro, divinamente iluminado, reconocerá a Jesús como verdadero Hijo de Dios. Y la Iglesia, desde su origen, usó este nombre y fijó definitivamente su significación para expresar con brevedad y energía su fe en la naturaleza divina de su Señor y fundador[40].

      Puesto que en tales condiciones va a ser madre María, bien puede tranquilizarse. Sin vacilar puede aceptar la proposición del cielo. No se infringirá su voto y, como canta la Iglesia, ella reunirá en su frente las dos coronas más augustas: la de su virginidad maternal y la de su virginal pureza: Gaudia matris habens cum virginitatis honore.

      No habiendo dudado un solo instante de la palabra del ángel, no le pide ninguna señal, ninguna garantía de su misión. Pero él, espontáneamente, va a darle una prueba irrecusable de su veracidad. Consistirá en el anuncio circunstanciado de otro nacimiento maravilloso, aunque de un orden muy diferente, que precederá al del Mesías: «He aquí que tu pariente Isabel también ha concebido un hijo en su vejez, y la que se llamaba estéril está ahora en el sexto mes, porque nada hay imposible para Dios.» ¡El Señor es todopoderoso! No podía el ángel acabar mejor su mensaje que por este principio indiscutible, al cual refiere, como a causa soberana, los dos nacimientos milagrosos.

      Tranquilizada ya, María da su pleno asentimiento en términos tan sencillos como sublimes: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Lenguaje de fe y de obediencia que se ofrece a todos los sacrificios, lenguaje de incondicional adhesión. ¿No es oficio del esclavo cumplir en todo la voluntad del señor? ¿Y no es aquí el Señor Dios mismo en persona? María, pues, se ofrece toda entera y con toda su alma para cooperar a la grandiosa obra del Creador. Parece probable que previese desde entonces sus dolorosos sufrimientos, especialmente las sospechas que sobre ella iban a recaer, y desde luego de parte de su prometido, sin poder defenderse más que con protestas a las que difícilmente se daría crédito. Pero su aceptación fue ilimitada; lo dejó todo en manos de la Providencia, pronunciando su generoso Fiat.

      «Y partióse de ella el ángel.» Con esta sobria conclusión termina el relato de una escena deliciosa, capital para la salvación de la humanidad; relato de «casta hermosura», en el que con justicia se han alabado cualidades de todo género. No es dudoso —y tal es, siguiendo a los Padres, el sentir general de los teólogos católicos— que el adorable misterio de la Encarnación se cumplió inmediatamente después de la partida del ángel. Verbum caro factum est et habitavit in nobis. Misterio de amor sin límites y de inefable anonadamiento, de profunda sabiduría y de poder infinito, que confunde el orgullo de los judíos y la sensualidad de los gentiles, pero que es la admiración de los espíritus bienaventurados y que está clamándonos a cada uno de nosotros: Sic nos amantem quis non redamaret? (¿Quién no amará al que así nos ama?). En cuanto a la hermosura y grandeza del carácter de María, exceden a todo elogio. ¿No está, en verdad, la madre de Cristo a la altura de su dignidad incomparable, por lo menos en cuanto ello es compatible con la naturaleza creada? «¡Qué tipo tan ideal de pureza, de humildad, de candor, de fe sencilla y fuerte!» Sobre el viejo tronco del judaísmo aparece como la flor en el árbol, para anunciar la estación de la madurez y el fruto divino que será producido por esta flor. Pero pronto —¡con cuánta alegría!— volveremos a hablar de esta alma celestial.

      Este nuevo cuadro, perfectamente esbozado por San Lucas con unos cuantos rasgos de su pluma, forma un delicado trazo de unión entre las dos anunciaciones y las dos natividades milagrosas. Las dos privilegiadas mujeres que pronto van a ser madres en virtud de especialísima intervención divina, nos son presentadas en una entrevista íntima, en una encantadora escena de familia.

      Bendita tú entre las mujeres,

      Y bendito el fruto de tu vientre.

      Y ¿de dónde a mí el que la madre de mi Señor venga a mí?

      Porque apenas sonó en mis oídos la voz de tu salutación,

      Saltó mi hijo de gozo en mi seno.

      ¡Bienaventurada quien ha creído!, porque le serán cumplidas

      Las cosas que le fueron dichas de parte del Señor.