Vida de Jesucristo. Louis Claude Fillion. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Louis Claude Fillion
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788432151941
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objeto de sus divinas complacencias, proposiciones celestiales y para contraer con ella en su nombre un compromiso incomparable.

      Seis meses han transcurrido desde que fue concebido el futuro precursor. De Judea la sagrada narración nos traslada repentinamente a Galilea, aquella provincia tan despreciada por los rabinos; de Jerusalén, a una aldea insignificante, cuyo nombre no se menciona ni en los escritos del Antiguo Testamento ni en la historia de Josefo, quien, sin embargo, nombra gran número de localidades galileas; del interior del Templo, a una humilde y pobre habitación que va a servir de teatro al misterio más grandioso de la historia del mundo, y donde la elegida de Dios estaba por ventura entonces abismada en oración fervorosa.

      La aldea se llamaba Nazaret, y la doncella tenía por nombre María. Ni San Lucas ni San Mateo se entretienen en darnos, acerca de la vida anterior de esta bendita Virgen, noticias auténticas, que tan gustosamente hubiera acogido nuestra piedad filial. Cíñense ambos a mencionar que en el momento en que recibió la visita del ángel estaba prometida a uno de sus compatriotas, llamado José, que, por vicisitudes de los tiempos, no era más que un humilde artesano, aunque pertenecía —pronto veremos en cuán próximo grado— a la estirpe real de David, de la que también ella era descendiente.

      «Entró el ángel», dice el texto sagrado, y saludó a María con profundo respeto, empleando la antigua fórmula oriental: «La paz sea contigo», que sigue todavía usándose entre judíos y árabes. Después, en pocas palabras, de singular fuerza de expresión, indicó hasta qué punto había sido favorecida de Dios la augusta Virgen: «Llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres». Pero el cielo le tenía reservado un privilegio que explica y sobrepuja asombrosamente todos los del pasado.

      El lenguaje tan halagüeño del ángel produjo gran turbación en el ánimo de María, que quedó sorprendida, contristada. Preguntábase, perpleja, la humilde doncella cuáles podrían ser el objeto y alcance de semejante salutación. El espíritu celestial se apresuró a tranquilizarla, describiéndole, en lenguaje solemne, digno del asunto, el oficio sublime que estaba llamada a desempeñar en la obra de la redención. «No temas, María —le dice, llamándola ya por su nombre, con mezcla de familiaridad y simpatía—, porque has hallado gracia delante de Dios. He aquí que concebirás en tu seno y parirás un Hijo a quien darás el nombre de Jesús. Éste será grande, y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y reinará eternamente en la casa de Jacob, y su reino no tendrá fin.»

      Como escribimos en otra parte, para una mujer hebrea, familiarizada como lo estaba María con los oráculos del Antiguo Testamento, estas palabras eran tan claras como el sol, pues contenían una descripción popular del Mesías, un resumen de las más célebres profecías mesiánicas. El Hijo que el ángel promete a la Virgen había de poseer todos los títulos, llenar todos los ministerios atribuidos por Dios y por la voz pública al libertador impacientemente esperado. De tan admirable parecido era el retrato que no podía dejar de ser reconocido al instante y la Santísima Virgen no hubiera comprendido mejor si Gabriel se hubiese ceñido a decirle: «Dios te destina a ser madre de su Cristo.»

      El Arcángel San Gabriel se apresuró a esclarecer lo que María tenía excelente derecho a preguntar. Lo hizo, al modo de los hebreos en las circunstancias solemnes, en lenguaje rimado, cadencioso, de gran fuerza y delicada belleza:

      El Espíritu Santo vendrá sobre ti,

      Y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra;

      Y así el fruto santo que de ti nacerá

      Será llamado Hijo de Dios.