Vida de Jesucristo. Louis Claude Fillion. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Louis Claude Fillion
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788432151941
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poco numeroso, según advierte Josefo[117], pues se reclutaba sobre todo entre los altos dignatarios de las familias sacerdotales; pero su misma constitución les confería un poder considerable en los negocios judaicos. Francamente adictos a la dinastía de Herodes y benévolos más tarde para con los romanos, ambicionaban sobre todo una influencia civil y política, que en aquella época ejercían sin rivales. Aunque estaban al frente del culto sagrado, los intereses religiosos eran para ellos secundarios. Partiendo del principio que basta obedecer a la letra de la ley, llegaron, de concesión en concesión, hasta rechazar algunas de las creencias esenciales de la religión judía: entre otras, la inmortalidad del alma y la resurrección de los cuerpos[118], la existencia de los ángeles, el dogma de la providencia y hasta las esperanzas mesiánicas, tan caras a su pueblo. Ricos, satisfechos de la vida presente e imbuidos del espíritu pagano, no se preocupaban gran cosa de las condiciones de otra vida. Eran los racionalistas de aquella época.

      En los Evangelios no son frecuentes las alusiones a los saduceos. Verdad es que los mencionan indirectamente bajo el nombre de príncipes de los sacerdotes. Por lo demás, tuvieron menos ocasiones que los fariseos de entrar en lucha con Nuestro Señor. Fue Él quien primero los atacó de frente en sus propios dominios, al principio de su vida pública, haciendo acto de autoridad en el Templo. Sin embargo, poco a poco comenzaron también ellos a temerle, y después a odiarle. Para desembarazarse más rápido de Él, llegaron hasta a asociarse con sus jurados enemigos los fariseos. El Sumo Sacerdote Caifás, jefe del partido, se puso a la cabeza del movimiento, que tenía por fin apresurar la muerte de Jesús. Juan Bautista se había dado perfecta cuenta de los peligros morales que hacían correr a la religión de su pueblo, y por esto no temió tratarlos, así como a los fariseos, de «raza de víboras», y el Salvador mismo puso en guardia a sus discípulos contra las perversas doctrinas que aquéllos enseñaban. Persiguieron con violencia a la Iglesia naciente, como se refiere el libro de los Hechos.

      El Salvador mismo nos da a conocer, en el discurso relativo al fin del mundo, las principales obras de misericordia practicadas por sus compatriotas: «Tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era peregrino, y me recogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y fuisteis a verme.» La más frecuente y la más importante de todas era la limosna. Los judíos la practicaban de buen grado entre ellos mismos.

      Lo que más poderosamente llama la atención cuando se estudia la situación religiosa del pueblo judío durante el período en que nos ocupamos, son las vivas y casi unánimes ansias con que esperaba la venida del Mesías. Los Evangelios y los documentos profanos que describen aquellos tiempos nos lo manifiestan constantemente y de muchas maneras. Muchas señales, en efecto, anunciaban que las profecías concernientes a la venida del Redentor prometido a Israel hacía tantos siglos iban a tener en breve