Vida de Jesucristo. Louis Claude Fillion. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Louis Claude Fillion
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788432151941
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páginas del Talmud y se tendrá idea cabal de la predicación de los escribas. Pronto comprendieron el riesgo que, ante semejante rival, corría la influencia de que gozaban entre el pueblo. Así es que no tardaron en tratarle de manera francamente hostil. Su antagonismo, como el de sus amigos los fariseos, fue cada vez mayor. Por su parte, Jesús denunció paladinamente sus vicios y sus falsos principios en la vigorosa invectiva a que hemos aludido.

      De los doctores de la ley, pasamos, por natural conexión, a los tres partidos que en tiempo de Jesús tanta influencia ejercían en la vida religiosa de Israel: los Fariseos, los Saduceos y los Esenios.

      Los otros dos partidos religiosos del judaísmo, el de los fariseos y el de los saduceos, figuran muy a menudo en la historia evangélica, que describe con rigurosa exactitud su espíritu y sus tendencias.

      Según se ha dicho, los fariseos fueron «una manifestación característica del judaísmo en la época de Cristo». Aún más, tanta fuerza adquirieron su espíritu y principios, que el judaísmo posterior no es otra cosa que el fariseísmo. En muchos puntos ha sobrevivido hasta nuestros días.

      Con igual escrupulosidad observaban los fariseos, como en otra ocasión demostraremos ampliamente, las ordenanzas de sus doctores relativas al descanso del sábado. Repetidas veces vituperarán al Salvador acerca de este punto, pues ni aun siquiera toleraban que en tal día hiciese sus curaciones milagrosas. Según se ve a cada instante en el tratado Schabbath (Sábado) del Talmud, la casuística de los rabinos se ejerció también en este sentido con una prodigalidad de detalles en que brilla más la imaginación que la inteligencia de la ley y de su verdadero espíritu.

      En varias circunstancias reprochó Jesucristo a los fariseos su hipocresía. Tal era, en efecto, uno de los principales vicios de la secta. La piedad de muchos de ellos no era más que ostentación y aparato. Su orgullo no tenía límites. Su «justicia», es decir, su santidad, era más aparente que real. Hubo entre ellos, sin duda, fariseos buenos y honrados, como hubo escribas virtuosos; pero en general tenían espíritu deplorable. El mismo Talmud no quiso privarse del maligno placer de señalar la ridiculez de muchos de entre ellos. «Hay —dice— siete fariseos: 1) el que acepta la ley como una carga; 2) el que obra por interés; 3) el que se da de cabeza contra la pared para no ver una mujer; 4) el que obra por ostentación; 5) el que pregunta cuál es la obra buena que deberá hacer; 6) el que obra por temor; 7) el que obra por amor.» De donde se sigue que muchos miembros del partido fariseo se guiaban en sus actos por motivos harto poco laudables.