Enseñar a leer y escribir en educación inicial. María Cristina Solís Zañartu. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: María Cristina Solís Zañartu
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789561426139
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de comunicación oral que les permite desempeñarse adecuadamente en su mundo. Entienden lo que se les dice, expresan sus sentimientos, narran hechos y muestran una gran gama de diferentes destrezas lingüísticas en el lenguaje familiar. En este nivel, la escuela debe enriquecer esta situación de ingreso, aceptando el lenguaje familiar como la base necesaria para llevar paulatinamente a los niños y niñas hacia el lenguaje formal”.

       Mineduc, 2002.

      La adquisición del lenguaje oral es un proceso natural para los niños, habitualmente sucede sin mayor esfuerzo y la habilidad para hablar va creciendo con la edad, pero eso no significa que lo puedan hacer en forma efectiva, es fundamental potenciar el habla mediante experiencias significativas que les permitan comunicarse en forma eficaz, todo esto requiere atención y práctica constante.

      Si bien el lenguaje es una capacidad de los seres humanos, los niños necesitan del medio para poder desarrollarlo. Un niño aprende a hablar porque otros le hablan y también porque él escucha hablar. La lengua que él escucha es anterior a su existencia como individuo y él debe apropiarse de un instrumento arbitrario y convencional que las personas de su comunidad y su grupo cultural han construido; entonces para hacer suya esta herramienta, necesariamente debe participar de situaciones reales de comunicación (Bigas y Correig, 2001).

      Al ingreso al sistema escolar, el niño sabe que el lenguaje le sirve para diferentes propósitos, tales como satisfacer necesidades, influir sobre el comportamiento de otros, relacionarse con otros, comunicar sus experiencias y conocimientos. También se da cuenta de las distintas expresiones que se utilizan según requerimientos específicos (agradecer, alabar, ordenar, etc.), todo lo cual lo adquiere en forma espontánea en sus intercambios lingüísticos con personas de su medio (Rodríguez, 1995).

      El lenguaje es un instrumento complejo; llegar a ser un hablante competente requiere del dominio de aspectos fonológicos, semánticos, sintácticos y pragmáticos que el niño deduce de la lengua de los adultos y lo logran en el tiempo, por consiguiente la interacción con los adultos es fundamental para que progrese en el uso de su lengua.

      En el desarrollo del lenguaje se distinguen dos etapas. La primera etapa es la pre verbal o pre lingüística presente en los dos primeros años de vida, en la cual el niño busca la comunicación con las personas que lo rodean, en un comienzo a través de llantos, sonrisas, movimientos, gestos, sonidos guturales, murmullos, y más adelante realiza sonidos vocálicos, palabras o combinaciones de dos o tres palabras. Los adultos se transforman en una fuente de estímulos y afecto que median el desarrollo del lenguaje.

      En esta etapa, la capacidad del niño para comprender el habla adulta es mayor que la de expresión, entiende más de lo que suponen los adultos; alrededor de los 12 a 18 meses, dice sus primeras palabras que tienen una función de frase y entre los 20 y 24 meses el léxico aumenta y el proceso de adquisición y desarrollo del lenguaje oral se acelera. Los adultos que rodean al niño son fundamentales en esta etapa porque le brindan oportunidades de interacción verbal, las que gatillan la necesidad del niño por comunicarse.

      La segunda es la etapa lingüística o verbal, en la cual el niño ya demuestra poseer un lenguaje comprensible, diferencia fonemas, asocia palabras con elementos cercanos, inventa palabras nuevas y esto le permite participar en contextos de interacción más variados que también le exigen mayores destrezas para darse a entender y negociar significados.

      Alrededor de los cuatro años, el niño descubre el valor del lenguaje como instrumento de comunicación y siente interés y placer por hablar, ya se expresa con bastante precisión, en tanto que a los cinco años el lenguaje anticipa la acción, no tiene dificultades para comprender y expresarse en contextos variados y es capaz de analizar la secuencia fónica, proceso básico para el aprendizaje de la lengua escrita (Bigas y Correig, 2001).

      El niño, poco a poco, va ampliando su repertorio para, alrededor de los siete años, dominar todos los sonidos y articulaciones con algunos errores morfológicos y sintácticos (Díaz, Q., M., 2009). El avance en el lenguaje, en ambas etapas, comprende tanto la capacidad de expresión oral de los niños como su capacidad de comprensión del discurso hablado.

      Pero además, el habla es un instrumento de aprendizaje, a través del cual se reflexiona, se organizan acciones, se resuelven problemas, se regula el comportamiento de los demás. Desde esta perspectiva, la competencia oral es considerada predictiva para el aprendizaje de la lectura y escritura y provee las bases para el desarrollo del lenguaje y del pensamiento. A través del habla los niños aprenden a organizar su pensamiento y sus ideas, por lo tanto es indispensable enseñarlo en forma sistematizada y explícita.

      Si bien es cierto, el medio influye sobre los patrones de lenguaje que el niño trae, la escuela debe ayudar a perfeccionarlos; lo que se realiza en el aula debería tener como propósito construir conocimiento acerca del lenguaje receptivo y expresivo (Kirkland y Patterson, 2005). La ampliación de la comunicación oral se debe comenzar en los primeros años, dando amplias oportunidades a los niños para que escuchen y hablen sobre situaciones personales, de su vida escolar y social.

      Para la mayoría de los niños el proceso de aprendizaje de la lectura y escritura comienza generalmente con hablar sobre sus experiencias y sobre sí mismos, es decir, la actividad verbal desarrollada en contextos significativos, con apoyo del profesor y de los pares, es fundamental para el desarrollo de las competencias lingüísticas. En este sentido la escuela juega un papel clave y se reconoce la necesidad de estimular en forma sistemática la escucha atenta y comprensiva de diferentes textos y dar múltiples oportunidades para participar en forma activa en situaciones espontáneas e intencionadas.

      Los componentes básicos del lenguaje oral son el escuchar y hablar, considerados ambos prerrequisitos necesarios para leer y escribir. Escuchar es la primera modalidad de lenguaje que el niño adquiere y es la base para todos los aspectos del lenguaje y del desarrollo cognitivo y juega un papel importante en los procesos de aprendizaje y comunicación, esenciales para la participación en diferentes ámbitos de la vida (Minneapolis Elementary Literacy Framework, 2008).

      El escuchar es el lenguaje receptivo, el lenguaje escuchado, procesado y comprendido por una persona. Es la capacidad para entender y manejar unidades de información oral con distintos niveles de dificultad, en consecuencia, permite comprender el lenguaje y adquirir el significado de las palabras.

      Se pueden considerar como indicadores del lenguaje receptivo la percepción y discriminación auditiva de palabras, frases y oraciones, la memoria auditiva, la ejecución de órdenes, el seguimiento de instrucciones y las respuestas adecuadas a lo escuchado.

      El hablar es el lenguaje expresivo, entendido como el lenguaje generado y producido por una persona. Es aquel que permite expresarse por medio de gestos, señas o palabras; se traduce en la fluidez verbal para nominar, describir, narrar, informar y argumentar.

      Son indicadores del lenguaje expresivo el vocabulario adecuado y preciso, la combinación de palabras en frases y oraciones, la construcción gramatical de oraciones, el ordenamiento lógico y secuencial del mensaje y el uso pertinente de fonemas, palabras e ideas, evitando su repetición innecesaria.

      En suma, podemos decir que el habla es el proceso de trasmisión e intercambio de información, ideas y emociones usando lenguaje oral. Escuchar, en cambio, es el proceso de recibir, construir significado y responder a mensajes verbales o no verbales.

      En los primeros años, las habilidades receptiva y expresiva no se desarrollan al mismo tiempo, generalmente el lenguaje receptivo precede al expresivo, el niño necesita primero entender las palabras antes de producirlas y usarlas en su comunicación habitual.

      Usamos el habla para expresar nuestras ideas, opiniones y sentimientos y también para dar sentido y confirmar, cuestionar y probar nuestras suposiciones. Los niños necesitan desarrollar el habla para