El teatro norteamericano: una síntesis. Alfredo Michel Modenessi. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Alfredo Michel Modenessi
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9786070249792
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el romanticismo es, en todo caso, un movimiento de comunión con el Ser individuado. La poca calidad del teatro de entonces, acentuada por la glorificación tardía de épicas nacionales —como es el caso de muchas obras que tuvieron a Washington como héroe—, no es el rasgo a considerar. En lugar de ello se puede hablar de una consolidación de los recursos para el teatro, de importancia capital.

      La ciudad de Nueva York, por ejemplo, contaba con grandes escenarios fijos, algunos de ellos eran promovidos con los calificativos de "cómodos y modernos", como el Rickett's Circus o el John Street Theatre. Otras ciudades gozaban de recursos semejantes, a fuerza de albergar comediantes de fuera, lo que además había dado frutos en la preparación de actores nacionales que luego derivarían en dinastías como los Booth, los Barrymore y los O'Neill. Boston, Filadelfia, Baltimore eran ciudades con respetables inversiones en espectáculos que solían ser rentables. Durante esos años, los escenarios estadounidenses recibieron a personajes de todo tipo, como Edmund Kean, John Kembles y Sara Bernhardt, entre los histriones, y Caruso, Duse y Tauber, entre la gente del bel canto. En 1832 una temporada de tres meses de ópera italiana llenó el Richmond Hill Theatre de Nueva York, bajo la dirección y asesoría del otrora colaborador de Mozart, Lorenzo da Ponte, libretista de Don Giovanni. Las bases del star system estaban sentadas, mientras que la afluencia de público, otro elemento indispensable para la supervivencia del teatro, estaba asegurada.

      En esta época se definen tendencias que identifican al resto del siglo. A través de su conocimiento de los medios inglés y francés, John Howard Payne introdujo el concepto de la well-made-play (obra "bien hecha", "de buena factura": la composición dramática que sigue una trama cuidadosamente ideada, aunque pueda ser del todo inverosímil, y una estructura perfecta de acuerdo con su propia lógica interna). También usó el "melodrama sentimental" o lacrimógeno. Lo suyo eran las situaciones convencionales: cartas falsificadas, documentos robados, matrimonios falsos, conflictos familiares. Julia o The Wanderer (1806), Adeline, the Victim of Seduction (1822), Love in the Humble Life (1822), Mrs. Smith o The Wife and the Widow (1823), The Spanish Husband o First and Last Love (1830), Thérèse, the Orphan of Geneva (1821) y Brutus o The Fall of Tarquin (1818) se cuentan entre sus innumerables producciones y dan testimonio de una vida dedicada al teatro profesional. Cuando colaboró con Washington Irving logró mejorar la calidad de su propio trabajo, en especial con Charles the Second o The Merry Monarch (1824). Un detalle de gran importancia que rodea a los dramaturgos de principios del siglo XIX es que muchas de sus obras se publicaban anónimamente, a fin de que sus compradores no identificaran el origen vernáculo o bien creyeran que eran producto extranjero.

      Dadas las circunstancias, gente como James Nelson Barker pugnó por la existencia de una escritura nacional en su prólogo a Marmion o The Battle of Flodden Field (1812), si bien no era ésa la más norteamericana de sus piezas (aunque podría ser la mejor). Tears and Smiles (1807) fue un melodrama acerca de un estadounidense que deseaba refinarse en el extranjero. Ya que la mencionada Ponteach no fue llevada al escenario, su pieza The Indian Princess o La Belle Sauvage (1808) fue la primera en ser montada, entre una larga lista de obras de otros tantos autores que pretendían tratar la vida y hechos de los indígenas... de manera más artificial o supuestamente heroica o romántica. George Washington Parke Curtis, descendiente de Martha Washington, popularizó ese tipo de obras a partir de 1830 con su Pocahontas o The Settlers of Virginia. En ella, Pocahontas no es la virginal chiquilla atraída por el apuesto extranjero sino una mujer emancipada, ya convertida al cristianismo. En unos cuantos años este tipo de drama se convirtió en todo un género, de manera probable el más gustado, principalmente cuando fue popularizado por el actor y productor del momento, Edwin Forrest.

      Como parte de la tendencia hacia el drama nacionalista, Mordecai M. Noah, abogado, diplomático y sionista, escribió obras históricas, como She Would Be a Soldier o The Plains of Chippewa (1819), una de su mejores piezas; su retrato de los acentos del sur es muy apreciable. Sus Marion o The Hero of Lake George (1821) y The Grecian Captive o The Fall of Athens (1822) muestran cuán importantes eran los temas heroicos y la lucha de liberación griega para los públicos estadounidenses del siglo XIX. Las obras que Samuel Woodworth escribió sobre la personalidad del yanqui fueron tan destacadas como las de otros sobre los indígenas o la Guerra de Independencia. En The Forest Rose o American Farmers (1825) consolidó la popularidad del tipo norteamericano por excelencia; se trataba de una "ópera pastoral" y fue una de las obras más gustadas antes de la Guerra Civil. Entre sus demás producciones destacan The Widow's Son (1825), The Cannibals (1833), Blue Laws (1833) y The Foundling of the Sea (1833). Completando el panorama tipológico y temático se debe citar que James Murdock introdujo el personaje de Sambó —un estereotipo de los negros posteriormente muy explotado tanto en el teatro como en la cultura popular— en The Triumphs of Love o Happy Reconciliations (1795), donde desplegó sus ideas abolicionistas en una pieza de mala calidad, errática trama y pobres caracterizaciones, pero interesantes posturas sobre la esclavitud. David Darling también se ocupó en forma seria de la esclavitud como problema indigno del nuevo país en Beaux without Belles o Ladies, Can We Do without You? (1820). El drama doméstico no podía dejar pasar los temas socioeconómicos: The Man of the Times o The Scarcity of Cash (1797) de John Beete introdujo la figura de un especulador de Wall Street, con todo y evasión de impuestos y demandas legales. Todas estas piezas apuntan hacia temas que seguirán definiendo el teatro de Estados Unidos hasta hoy: etnicidad, negocios, roles sociogenéricos, estereotipificación y demás.