Si observamos a los papiones –monos que tienen sistemas sociales bastante parecidos a los de los humanos primitivos–, observamos que hacen tres tipos de actividades, todas ellas de forma instintiva. Comer y sobrevivir en un entorno de seguridad es uno de los tres instintos básicos. Así, vemos como vagan en grupos buscando insectos bajo las piedras, desenterrando raíces y tubérculos, y cazando animales de tamaño pequeño o medio. En el Eneagrama este es el instinto de conservación y habrá máscaras que lo tengan como dominante, que se preocuparán por su seguridad, con mantener todo bajo control, con tener la subsistencia asegurada, un buen sueldo, una casa, una pensión, un grupo donde sentirse protegido...
Algo instintivo también es relacionarse. La comunicación desempeña un papel esencial en las manadas de papiones: emiten diferentes sonidos, que tienen un significado específico. El acicalamiento es habitual y tienen excelente vista y olfato. El período de lactancia dura ocho meses y es habitual que un macho pueda asociarse con una hembra y, por tanto, convertirse en un «padrino» para sus hijos durante sus dos primeros años de vida, aunque no sea el padre. En caso de que la madre muera, el padrino puede asumir el papel de padrastro. En el Eneagrama este instinto se llama sexual o relacional y las máscaras que lo tienen como dominante se preocupan mucho por relacionarse con el otro; les gusta mucho la cercanía y la intimidad.
El tercer instinto es el social. Las familias de los papiones están jerarquizadas entre ellas, de modo que una hembra de una familia de bajo rango debe subordinarse incluso a los jóvenes de una familia de rango superior. El poder está en manos de un macho adulto; le siguen los machos cercanamente emparentados con él, que cooperan para dirigir la marcha del grupo; por debajo están los machos no emparentados, los jóvenes, las hembras y sus crías. Los individuos de sexo femenino a su vez se ordenan en una escala jerárquica de carácter matriarcal. Este instinto se llama social en el Eneagrama y las máscaras que lo tienen como dominante priorizan su relación con el mundo; hay una búsqueda de poder y de posicionamiento, a menudo excesiva.
La máscara tiene que ver con la personalidad, el carácter o ego, y el subtipo tiene que ver con la forma en que esa máscara se relaciona con su entorno. Así, cada máscara tendrá tres formas distintas de expresarse en el mundo, según tenga como dominante el instinto de conservación, el sexual o relacional, y el social.
De esta manera, nos encontramos con 27 máscaras distintas (nueve eneatipos multiplicado por tres) que difieren mucho entre ellas. Por ejemplo el orgulloso 2 con el instinto social como dominante no se parece mucho a un orgulloso que tiene como prioritario el instinto sexual o relacional.
El alimento está en equilibrar estos tres instintos y fluir de forma más efectiva en la vida. A los que están muy enfocados en la conservación y en la seguridad les viene bien relacionarse más con los demás y mirar a la sociedad y a su posicionamiento. A los que están muy enfocados en las relaciones, les viene bien velar por su seguridad y posicionamiento, y a los que están muy enfocados en el poder y en lo social les viene bien tener relaciones más cercanas y en ocasiones preocuparse por su subsistencia y seguridad.
Al hacerlo de esta forma, el líder gana en determinación, ya que concentra el foco a través de las tres motivaciones principales: el logro (tarea, conservación), la relación y el poder (posicionamiento, social).
Enseñanza para el líder en este caso es: equilibra tu motivación de tarea con la de relación y la de posicionamiento.
Hasta aquí hemos visto los alimentos ecológicos; hay alimentos contundentes que precisan mucha digestión y también hay platos ligeros. Hay que saber combinarlos adecuadamente para ganar poder e influencia personal en un mundo de incertidumbre. Un líder es como un cocinero que, antes de ofrecer estos platos, debe conocerlos bien y haberlos disfrutado.
Hay quien cocina siempre lo mismo, siguiendo las recetas de su abuela o de un popular libro de cocina, y hay quien cocina desde lo más profundo de su alma, desde el amor y la fluidez. Ambas formas de cocinar son válidas. Hay cocineros creativos y hay cocineros de recetas. Lo que está claro es que ambos han de comer previamente lo que cocinan y conocer bien los ingredientes.
Este es un libro de recetas y también es un libro para experimentar. Tienes que preparar tus propios platos y alimentar tu alma con esta comida ecológica antes de ofrecerla.
Antes de entrar en las recetas para estas nueve máscaras, tenemos que analizar cómo organizamos la cocina; es importante conocer los escenarios que nos vamos a encontrar y el estilo de liderazgo que debemos seguir. Y así entramos en el siguiente capítulo.
Capitulo 2. La Pirámide de liderazgo
Ahora vamos a ver un proceso que nos permitirá alcanzar más poder e influencia personal, trascender nuestros comportamientos automáticos e ir más allá, salir de nuestra zona de comodidad, cuestionar lo que hemos hecho habitualmente y pensar en elecciones distintas. Los seres humanos estamos diseñados para aprender procesos y repetirlos; cuando hemos de afrontar retos distintos a los que nos hemos encontrado en el pasado tenemos un problema.
La «Pirámide de liderazgo» es un modelo para trabajar el liderazgo tanto en organizaciones como en procesos individuales. El lector puede ir transitando por los distintos escalones de la pirámide e ir moviéndose por ella en vertical y/o en horizontal; de esta forma irá construyendo su propia realidad desde el futuro emergente.
Como hemos visto, el Eneagrama proporciona una perspectiva de cómo lo estamos haciendo, cuál es nuestro estado de ánimo habitual, cuál es nuestra foto fija de la realidad y también nos dice qué hemos de hacer para seguir avanzando y enfrentarnos a nuevos retos de futuro.
Cada máscara tiene un estado de ánimo dominante que la acompañará toda la vida. Ese estado de ánimo o pasión ya está definido a la edad de siete años y a partir de ahí se irá reforzando con los avatares de la vida.
Este estado de ánimo dominante nos fuerza a permanecer dentro de nuestra zona de comodidad y a reaccionar conforme a un patrón fijo de comportamiento. Esto nos resta poder personal y capacidad de respuesta ante los retos que se nos van presentando. Nos obliga a mantenernos en una coraza de estuco que impide que afloren nuestros comportamientos más creativos y espontáneos. Nos mantiene en una caja emocional de la que es difícil salir, a no ser que haya confianza y fe en que lo que está dentro del estuco sea mejor que su apariencia exterior.
Estamos en nuestra zona de comodidad de forma voluntaria, de forma similar a como lo estaría una persona secuestrada que sufre el síndrome de Estocolmo; así, nos vamos haciendo a la idea de que dentro de la caja podemos ser felices y vamos desarrollando ciertos juicios sobre la realidad, sobre nosotros mismos y sobre los demás que nos ayudan a mantenernos dentro de sus muros.
Estar en la caja también supone, como decíamos antes, optar por una motivación dominante en detrimento de otra. De esta manera, elegimos la motivación de tarea (instinto de conservación), la motivación de relación (instinto sexual), o la motivación de poder (instinto social) según las condiciones que hayamos vivido. En este modelo entendemos que las motivaciones son instintivas.
Figura 9. Pirámide de liderazgo. Pirámide Integrativa.
Habitualmente, un líder profundiza en su manera de ver la vida, se marca objetivos que están dentro de su zona de comodidad, y sigue haciendo lo mismo que ha hecho porque sus referencias están en el pasado. Este tipo de liderazgo está representado en el lado izquierdo de la Pirámide (objetivo, emoción, motivación, juicios, estrategias y estructuras).
De esta manera, en un liderazgo clásico, seguimos pensando «dentro de nuestra caja», nos marcamos objetivos, tenemos un estado de ánimo determinado y fijo, y una motivación