Figura 1. Pirámide de liderazgo.
En sentido vertical la pirámide muestra el liderazgo tradicional, representado en la columna de la izquierda (objetivo, emoción, motivación, juicios, estrategias y estructuras), que se mueve dentro de la caja, y el liderazgo generativo en la columna de la derecha (intención, actitud, instinto, perspectivas, escenarios, apoyos), fundamentado en las cuatro llaves.
Hasta aquí la teoría, pero las palabras son vanas si no van acompañadas de práctica, dedicación y experiencia, y aquí es donde entran los siete alimentos que necesitamos de ir tomando en el camino del líder para encontrar las cuatro llaves.
El Eneagrama nos permite conocer cuáles son los alimentos más adecuados para cada carácter o máscara. Así, tenemos nueve menús diferenciados, uno para cada carácter.
A lo largo de las siguientes páginas describo los nueve caracteres del Eneagrama. El material que uso está basado en experiencias personales y escenas de películas y biografías, de forma que el lector pueda situarse en uno de esos caracteres.
Las descripciones que hago se enfocan en los aspectos más conflictivos de cada máscara, que son los que le impiden tomar decisiones acertadas, gestionar adecuadamente sus relaciones, promover las acciones correctas y mantener una mirada global. Una vez que uno se descubre ya no hay marcha atrás. Ahora toca encontrar esas cuatro llaves con la ayuda de los alimentos que le vienen bien a su máscara.
Resumiendo, este libro tiene cuatro áreas bien diferenciadas y relacionadas entre sí:
1 Conocerse a sí mismo, que es la primera tarea en el camino del líder. El Eneagrama es el mapa del que dispone el líder para conocerse y convertirse en un experto cocinero, no solo de lo que le viene bien a él, sino también para preparar platos para sus seguidores
2 Para alcanzar la felicidad el líder necesita aprender cuatro talentos o llaves que irá descubriendo a lo largo del camino: confianza, iniciativa, determinación y mirada global
3 Para descubrir estos talentos el líder ha de tomar los alimentos más adecuados para su máscara, como una dieta personalizada. A mayor calidad en la alimentación, mejores serán las llaves
4 La Pirámide de liderazgo es una herramienta para ir superando las pruebas en este camino del líder. Muestra en la columna izquierda el proceso de un liderazgo tradicional y en la columna derecha el proceso de un liderazgo generativo «fuera de la caja»
El camino es, en su mayor parte, experiencial; requiere confianza, iniciativa, determinación y mirada global, llaves que se van encontrando a medida que se va caminando. En todo caso, animo al viajero a profundizar en su propia búsqueda de felicidad y de significado, más allá de las herramientas e ideas que este libro pueda ofrecer.
Capitulo 1. Siete alimentos que permiten encontrar las llaves
Steve Taylor, en su libro La Caída, argumenta que el ser humano tuvo una desconexión con su propia instintividad hacia el año 6.000 a. C., coincidiendo con una época de escasez de recursos que llevó a las sociedades cazadoras recolectoras de entonces a una cruenta lucha por la subsistencia.
En este tránsito, los que ganaban esclavizaban a los perdedores y subyugaban a las mujeres; esto es lo que se ha considerado el comienzo del patriarcado. El rey lideraba un Ejército que le permitía dominar a otros pueblos y ponerlos a su servicio. La sociedad se organizaba de forma piramidal, con el rey dominando una estructura muy masculina basada en el control de la información, el poder militar y el dinero.
Este patrón sigue hoy vigente y ha evolucionado desde el imperio egipcio, persa, Alejandro Magno, el imperio romano, el español, el portugués, el holandés o el inglés, al mundo global actual. Este modelo lo denominamos de «conquista, dominación y explotación», ya que se fundamenta en la conquista de los territorios y sus recursos, en su control y en el lucro. Es claro que este tipo de organización, típica de los imperios, está llevando a una crisis ecológica sin precedentes y a una lucha constante de todos contra todos que engulle cada vez más recursos y engorda las cuentas de unos pocos. Estos valores los tenemos incorporados y los experimentamos veinticuatro horas al día, siete días a la semana.
La forma en que nos comportamos, lo que decimos, la educación que damos a nuestros hijos, los valores en el colegio o en la Universidad, todo está impregnado por los valores del Imperio en donde se justifica la conquista, la dominación y la explotación de unos pocos sobre el resto de la población.
Es conocido el estudio de la organización humanitaria Oxfam, según el cual el 1% del planeta posee el 99% de los recursos, o las ocho personas más ricas del planeta tienen tanta riqueza como la mitad de la población de escasos recursos.
Cualquier liderazgo que queramos ejercer en estas condiciones estará más al servicio de la estructura y del sistema de los valores «conquista, dominación y explotación» que al servicio de las personas o de la vida.
Si queremos cambiar las cosas hemos de mirar hacia dentro y dejar de buscar las llaves donde no hay luz y buscarlas en nuestro interior. Una vez que las encontremos, tendremos conciencia de nuestro ser interior y podremos ir más allá de nuestra caja.
Muchos mitos hablan de esta «caída». Así, la lucha de Teseo con el Minotauro expresa la decadencia de la civilización minoica, que adoraba a la Gran Diosa Madre, también conocida como la Gran Dama del Laberinto, en favor del patriarcado, representado en ese momento por los atenienses.
El Antiguo Testamento lo ilustra con la expulsión del Paraíso de Adán y Eva. Originalmente, en el Génesis aparece el pasaje en el que «Dios indica a Adán y Eva que no deberán comer del fruto del árbol del bien y del mal». El término «mal» fue traducido al latín vulgar por «malum», que tanto servía para designar un acto negativo como para llamar a una manzana. Así pues, comer de este árbol supuso la expulsión del Paraíso, lo que Taylor llama «la caída».
La serpiente es un animal de poder y representa el ciclo de transformación del nacimiento, la sexualidad, la muerte y el renacimiento. Significa una profunda identificación con los instintos y el don de la transformación. La transformación siempre surge a partir de un cambio de conciencia, símbolo de la unión de nuestra máscara y nuestro alma con el espíritu.
Esta transformación o cambio de conciencia parte del ego, de nuestra propia máscara o carácter. En este mito, la serpiente ofrece al ser humano la posibilidad de la transformación, aunque para poder acceder a ella ha de ser expulsado del Paraíso.
Figura 2. La serpiente simboliza el don de la transformación.
Este es el «camino del héroe» que han preconizado los antiguos, desde el poema de Gilgamesh de la mitología sumeria, las andanzas de Ulises en La Odisea, las aventuras de Perceval en los dominios del Rey Arturo, Dorothy, en El Mago de Oz, Alicia en el País de las Maravillas, Skywalker en La Guerra de las Galaxias o incluso Neo en Matrix. Paradójicamente, la serpiente, animal de poder venerado por muchas culturas antiguas, fue vilipendiada en las religiones posteriores a la «caída».
Figura 3. Alicia en el País de las Maravillas.
Otro ejemplo de esta transición al patriarcado se puede ver en la historia de Boudica, reina celta que luchó contra los romanos para defender su reino en el 60 d.C., ya que los romanos no reconocían la igualdad entre hombres y mujeres pero los celtas sí. Prasutago, su padre, aliado de Roma, había vivido pidiendo prestado dinero a los romanos, circunstancia que estos aprovecharon para anexionarse el reino, confiscar sus bienes y esclavizar a sus habitantes. Un método típico del Imperio que hoy en día se ha hecho muy popular.
En todo caso, es en este tránsito donde, según Taylor, se genera una «explosión del ego», que no solo muestra el camino para una profunda transformación de la conciencia, sino que también es el origen de todas nuestras hazañas y de nuestras desgracias.
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