Figura 15. Estados de ánimo y virtudes de las máscaras emocionales.
Las máscaras más instintivas, que parten de la rabia, con sus estados de ánimo y las actitudes para contrarrestarlos, son las siguientes:
Mascara | Estado de animo - pasion | Actitud - virtud |
Fanático 1En rebeldía con la rabia | Ira. La ira es ciega. Estar contra lo que hay en nombre de lo que sería o lo que debería ser. Se traduce en una mirada al mundo muy perfeccionista. Con esa mirada se olvidan de sí mismos | Serenidad. Dejar las cosas en paz. Aceptación. Dejar que lo imperfecto no tenga que ser perfeccionado. Confiar en las leyes de la naturaleza |
El conformista 9Reprime la rabia | Pereza psicoespiritual. Se pone por debajo de los demás con la expectativa de ser querido así | Acción esencial, una acción desde uno mismo, desde una conexión con la propia interioridad, con su propio fondo |
El tirano 8Asume la rabia | Lujuria. El olvido de sí se traduce en vivir la vida con una extrema intensidad con sus propias reglas, sin miedo y sin culpa | Inocencia. Estar abierto a lo que pasa en el aquí y ahora. Recuperar la espontaneidad infantil sin su agresividad |
Figura 16. Estados de ánimo y virtudes de las máscaras instintivas.
Una vez que he revisado el estado de ánimo que corresponde a mi máscara, podré ser capaz de construir futuro partiendo de la intención e incorporándole la actitud adecuada. De esta forma, tomo la iniciativa ante los desenlaces y direcciones emergentes que van surgiendo.
Ejercicio. Construcción de actitud
Tómate un tiempo para relajarte en un espacio tranquilo, sin interrupciones
Piensa en un proyecto que tengas que hacer en el que esté clara tu intención
Analiza las emociones involucradas. El Eneagrama te puede ayudar a detectar qué estás evitando o dónde te bloqueas
En actitud meditativa, conecta con la actitud que se corresponde con tu máscara (si tienes dudas de qué mascara eres, puedes conectar con dos de ellas). Es también un ejercicio de meditación activa que puedes hacer a diario cuando camines (se recomienda que se haga en pareja, donde uno hace de guía y el otro de explorador)
Este ejercicio, aplicado a cualquier proyecto, nos arroja luz sobre la actitud que necesitamos asumir según sea nuestra máscara. Nos permite trascender nuestro particular «síndrome de Estocolmo» para liberarnos de nuestra cárcel y mirar la luz.
Los alimentos que aquí estamos degustando son especialmente el 3 y el 4. Observamos nuestro estado de ánimo dominante e intentamos transitar a nuestra actitud o virtud. Asumir la actitud adecuada para trascender nuestra máscara no es un trabajo sencillo y viene solo después de un profundo trabajo de observación. Suele ser útil en este caso llevar un diario de nuestros estados emocionales y cómo estos nos llevan a actuar de forma automática ante los retos del entorno. Solo tomando conciencia de que vivimos en una prisión con cadenas podemos acceder a desarrollar una actitud apropiada que permita que nuestra alma crezca y conecte con el Buda de oro.
En las organizaciones la actitud es muy importante. Las emociones que rigen los grupos de trabajo son a menudo poco constructivas. Conflictos, competitividad, miedo, egos en confrontación... La lista es larga. Un buen líder debe percibir estas emociones y ponerlas sobre la mesa. Una vez que el grupo de trabajo asume estas actitudes pueden transitar a actitudes más adecuadas para su trabajo.
Para este tipo de intervención se necesita un líder preparado que sea capaz de gestionar emociones propias y ajenas. A veces el ambiente en las reuniones es denso y complicado; hay temas pendientes, reinos de taifas, secretos, comportamientos repetitivos, miedo... Saber mirar todo lo que emerge con limpieza de corazón y proponer medidas alternativas es una intervención compleja que no siempre llega a buen puerto, ya que la inercia de la organización suele ser profunda.
De la motivacion al instinto
David McClelland fue un psicólogo estadounidense que destacó por su teoría de la motivación humana. Realizó un exhaustivo estudio en el cual observó que las personas teníamos de forma prioritaria una motivación de tarea, una motivación de relación y otra de poder. Así, vio que a los universitarios que tenían orientación por la tarea les gustaba moverse por objetivos, estaban orientados al proceso y buscaban el logro. Aquellos que estaban orientados por la relación priorizaban esta en su interacción con los demás; preferían comunicarse y desarrollar una cierta intimidad o complicidad en sus relaciones. Finalmente, un tercer grupo priorizaba las relaciones de poder; eran más políticos y estaban más orientados a posicionarse en el grupo.
En mi libro El coach como chamán comento las similitudes entre este modelo y los subtipos del Eneagrama. Por ejemplo, el subtipo conservación se relaciona con la motivación de tarea. Las personas de este subtipo están orientadas mayoritariamente a la tarea, al logro, a la seguridad y al proceso.
Las personas de subtipo sexual se orientan mayoritariamente a la motivación de relación. Les gustan las distancias cortas, la comunicación, estar con el otro en una relación cercana, que no tiene por qué ser sexual.
Finalmente, las personas de subtipo social según el Eneagrama se orientan mayoritariamente a la motivación de poder. Les gusta buscar el posicionamiento en los grupos, se orientan a mirar dónde están los líderes y tienen un enfoque más social.
Es claro observar que McClelland se refiere a motivaciones extrínsecas y nosotros las conectamos con el instinto, no con las necesidades, que sería el campo del cerebro emocional. De esta forma, una cosas son las emociones y las necesidades y otra muy distinta los instintos y deseos.
Volviendo al ejemplo de los papiones, estos tendrían las tres motivaciones equilibradas, de conservación o tarea, de relación o sexual, y de poder o social. Sin embargo, los seres humanos, a consecuencia de la «caída», tenemos preferencia por uno de estos instintos en detrimento del resto. Normalmente tenemos un instinto muy desarrollado, ya sea de conservación, relación o social, y un segundo que está al servicio del primero. El tercer instinto lo tenemos prácticamente abandonado.
Cuando en la Pirámide Integrativa hablamos del camino «de la motivación al instinto» nos referimos a este tránsito: movernos de nuestra motivación dominante a la integración de estas tres motivaciones para poder liderar con determinación. Esto tiene que ver con nuestro alimento orgánico número 7.
De los juicios a las perspectivas
Los juicios sobre la realidad, sobre nosotros mismos y sobre los demás conforman nuestra vida. Lo que hacemos y cómo lo hacemos es producto de estos juicios, y nuestra identidad también. Hay quien dice «yo soy siempre así» o «la gente no cambia», pero eso no es totalmente cierto.
A lo largo de nuestra vida van cambiando nuestras opiniones acerca de las cosas, como no podía ser de otra forma. Inicialmente asumimos la visión de la realidad de nuestros padres, o de la comunidad a la que pertenecemos, o la opuesta si nos ponemos en rebeldía, y luego vamos cambiando esa visión con los avatares de la vida.
Las cosas son cambiantes, el agua de la vida fluye. Así, los juicios fijos sobre la realidad no tienen mucho sentido más allá de la necesidad del ser