Las 4 llaves. Antonio Díaz-Deus. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Antonio Díaz-Deus
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9788416994397
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de los demás, ya que asume la creencia de que ha de hacerse valer para que lo quieran. Para conseguirlo crea una imagen de sí mismo con la que se identifica. Está orientado hacia el pasado. Hace que piensa pero, en realidad, siente.

      Esta emoción básica se desglosa en otras tres según la forma que tiene el niño de manejar esa carencia:

       Máscara 2. El orgulloso. Transforma la sensación de carencia en lo contrario. Se vuelca en complacer a los demás desde una posición de «yo no necesito, yo estoy bien». El amor es vivido como aprobación. Su pasión es el orgullo.

       Máscara 3. La apariencia. Reprime la carencia y busca que le quieran mediante logros. Tiene bloqueados sus sentimientos. El amor es vivido como reconocimiento. Su pasión es la vanidad.

       Máscara 4. La envidia. Asume la carencia y se pone de víctima. Se concentra en lo trágico y complejo de su vida para buscar que así le hagan caso. Demanda empatía del otro como forma de llenar su carencia. Su pasión es la envidia.

      Emocion basica de rabia Triada del instinto

      El niño ha pasado por la emoción del miedo ante el desvalimiento y de la tristeza ante el abandono, y se olvida de quién es. Se cierra la conexión con la fuente de la que proviene y aparece una sensación de descreimiento, impotencia y rabia ante el paraíso perdido.

      Aquí el niño pierde contacto con su ser y aflora la rabia. Es una rabia por ser quien en realidad no es, por aceptar falsificarse, porque el mundo lo ha quebrado y eso es muy doloroso. Al perder la conexión con su ser, el niño pierde la determinación que le da el instinto.

      El niño pertenece a esta tríada al perder contacto consigo mismo. Entonces se vuelca en la acción para desconectar del aquí y ahora, se resiste al presente. Es instintivo y visceral. Piensa que siente, pero en realidad hace.

      Según la forma disfuncional de manejar esta rabia, tenemos tres caracteres instintivos:

       Máscara 1. El fanático. Es el rebelde ante la rabia; la reprime y la convierte en lo contrario, ya que es una emoción inadmisible para él. Por eso su fijación es el perfeccionismo y su pasión es la ira.

       Máscara 9. El conformista. Reprime la rabia, se convierte en pasivo-agresivo, es indolente, pareciera que no tiene sangre, que todo le va bien. Así, se esconde para no tener que interactuar con el mundo. Su pasión es la pereza, el olvido de sí.

       Máscara 8. El tirano. Asume esa rabia y la saca hacia fuera, hacia el mundo, como para vengarse. Se queda pegado a ella; es como un perro rabioso que está deseando morder. Su pasión es la lujuria.

      LOS SIETE ALIMENTOS

      Esta máscara dominante nos acompañará toda la vida, por lo que no se trata tanto de cambiar una máscara por otra que nos venga mejor, sino de tomar conciencia de ella, conocerla y transformarla para acceder al Buda de oro que hay dentro de nosotros. No se trata de modificar la conducta, sino de integrar e incorporar aquello que nos falta para poder liderarnos mejor.

      Hoy día están de moda los huertos urbanos y el cultivo ecológico. Todos somos conscientes de que no es lo mismo un tomate industrial modificado genéticamente y atiborrado de química que un tomate cultivado en un huerto con abono orgánico. Algo similar ocurre con nosotros: podemos alimentarnos de lo que demanda nuestra máscara: tecnología, televisión, relaciones virtuales, drogas químicas, comida basura, importancia personal, poder, dinero, seguridad, marketing, mentiras... o podemos alimentarnos de amor, confianza, gratitud, dignidad, generosidad, humildad, desapego, serenidad, sobriedad, y de tantos y tantos alimentos orgánicos que alimentan nuestra semilla sagrada.

      Hay alimentos que engordan nuestra coraza de estuco y hay alimentos que engordan nuestro Buda de oro. Podemos tener una existencia plácida, identificándonos con nuestra máscara, con sus creencias, juicios, motivaciones y estados de ánimo, o podemos iniciar un proceso de transformación que nos ayude a desarrollar nuestra semilla sagrada y nos permita liderarnos y liderar a otros de forma efectiva.

      Hay muchos alimentos orgánicos disponibles desde la «caída» que nos permiten experimentar el Buda de oro. El chamanismo utiliza las plantas de poder como el peyote, la ayahuasca o el cactus de San pedro para acceder a nuestra semilla sagrada; también hay procesos menos radicales como la meditación, la música, el trabajo corporal, la terapia Gestalt o la compasión. El Eneagrama nos proporciona un contexto para degustar muchos alimentos orgánicos, para ser más felices, tener más libertad y conectar con lo sagrado de la existencia. En este trabajo vamos a mencionar siete alimentos, por orden de importancia:

      1 Amor

      2 Meditación

      3 Observación de la pasión-estado de ánimo

      4 La virtud-actitud

      5 Desmontar los juicios

      6 La integración

      7 Integrar lo instintivo

      Alimento 1. Amor

      El amor es una gran palabra, aunque poca gente entiende qué quiere decir de verdad. El Amor, con mayúscula, tiene que ver con la integración de los tres amores: «amar a tu prójimo como a ti mismo y a Dios sobre todas las cosas».

      El amor a uno mismo tiene que ver con cuidarse, comer sano, tener las necesidades cubiertas, desarrollar un sentido de pertenencia y mirar por uno mismo haciendo crecer el sentimiento de autoestima. Tiene que ver con disfrutar, reírse, amar y ser amado, desear y ser deseado, quererse y ser querido. Maslow, con su teoría de las necesidades humanas, es quizá quien más se ha acercado a este concepto.

      En general, las personas no se quieren a sí mismas; buscan desesperadamente que las quieran, pero amarse, quererse o respetarse, suele ser una frase vacía para mucha gente. Buscar que nos amen lo llama Claudio Naranjo el «amor inverso», mientras que amarse a uno mismo sería el «amor directo».

      El amor a Dios tiene que ver con respetar nuestra parte divina, mirar con devoción el Buda interior, ponernos a su servicio y bajar la cabeza ante la grandeza de la vida. Es nuestra parte divina, el espíritu que nos contiene y nos trasciende y que muchas personas han conocido a lo largo de los tiempos. Thomas Heckel comenta en su libro autobiográfico, Baba Om, que cuando se iluminó conectó con ese Buda de oro, se sintió parte de la divinidad y gritaba por las calles: «yo soy Dios, yo soy Dios».

      Desarrollar este amor es el objetivo de muchas tradiciones espirituales, ya que lo que las personas solemos hacer es pedir, buscar que ese Dios se fije en nosotros y nos dé felicidad, dinero, amor, y ese desde luego no es el camino. Esto sería el amor inverso, mientras que el directo tiene que ver con la gratitud, la entrega y la confianza, para así conectar con nuestra alma.

      El amor está relacionado con mirar esa parte divina en el otro. Tiene más que ver con el amor de madre, con la ternura; lo que los mexicanos llaman «apapachar», que según dicen es «acariciar con el alma». Tiene que ver con la compasión, con mirar lo sagrado más allá de la máscara que al otro le ha tocado llevar, con abrir el corazón a la vida.

      Como consecuencia de la pérdida de confianza inicial, las máscaras se mueven habitualmente en el ámbito del amor inverso, aunque cada una de ellas lo hace de una forma específica. Cada una de ellas suele demandar que la quieran, que la respeten o le den cariño y ternura. Así, cada máscara tiene una dificultad específica para desarrollar el amor directo, darse amor a sí misma, mirar a los demás con ternura y mirar con devoción lo sagrado de la existencia.

      Cada máscara tiene una relación particular con estos tres amores y sus propias recetas para alimentarse. Por ejemplo, el fanático 1 está tan enfrascado en perfeccionar las cosas que no es capaz de ver al otro. Necesita ser más compasivo para poder acceder a su semilla divina; si es capaz de ver al otro, se podrá ver a sí mismo. También ha de quererse más a sí mismo y no estar tanto en la razón. El orgulloso 2 necesita bajar la cabeza ante la vida y mirarla con respeto. Entonces podrá mirar con respeto al otro y a sí mismo. El conformista 9 necesita quererse más, tenerse más en cuenta... Veremos más adelante la relación especial de cada máscara con