El silencio, camino a la sabiduría. Rosana Navarro. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Rosana Navarro
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9788418307867
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fue mucha gente la que me animó a ello, imagino que condicionados por una crisis económica que estaba haciendo estragos, junto con el miedo que un alto por ciento de paro producía en la sociedad, pero en estas pruebas, más que en ninguna otra, tenía claro que no perdería ni un solo minuto de mi tiempo en estudiar para un trabajo que no me gustaba en absoluto. Aunque me hablasen de seguridad y buen sueldo, no encontraba razón alguna para realizar tal esfuerzo por una actividad que nada tenía que ver conmigo. Cierto es que en el supuesto caso de conseguir un puesto de trabajo, superando las pruebas selectivas del tipo que fuere entre otros muchos candidatos, siempre que no sea una elección por auténtica vocación venida desde nuestro verdadero ser, la alegría ficticia por haber conseguido ganar o por haber conseguido un empleo estable, promovido por el temor al futuro, durará poco tiempo, exactamente hasta que las quejas mentales se vuelvan a poner otra vez en funcionamiento, puesto que las razones de dicha decisión estarán exentas de la realidad de lo que uno es, apareciendo de este modo la disconformidad y el desagrado por aquello que realizamos, pero con lo que no nos sentimos plenos. En este momento no puedo más que dar gracias por haber suspendido aquel examen que tanto pensé que significaría en mi vida, pues no era un trabajo que pudiera sentir como mío, es más, una sensación oscura es lo que me acompañaba en todo momento, mientras me decía a mí misma que esa era la única salida a mi infortunio.

      Aunque me encontraba bastante mal anímicamente y el sufrimiento era abrumador, había algo verdadero que por primera vez empezaba a tomar forma en mí. Pequeñas voces comenzaban a alzarse en mi interior susurrándome sutilmente desde lo más profundo de mi corazón y guiándome a través del túnel en el que me encontraba hacia la luz. No tenía ninguna respuesta ni solución inmediata a mi pesadumbre, pero quedarme en silencio para poder escuchar la verdad, observar y confiar en la vida y en mí misma sería un buen comienzo.

      CAPÍTULO TRES

      GANARSE LA VIDA

      Nunca había recapacitado sobre la ocupación en la que deberemos pasar la mayor parte de nuestra vida, «el trabajo». Siempre he seguido el patrón predeterminado de forma ilusoria, realizando una actividad obligatoria enfocada básicamente a ganar dinero para subsistir, en una sociedad materialista establecida en la inseguridad del futuro incierto y en el miedo a perder lo que tenemos, y cuya realidad tan solo se encuentra en nuestros pensamientos. Mis trabajos siempre habían sido elegidos dependiendo de las circunstancias que me rodeaban en el momento, junto con las opiniones externas a las que en ocasiones tanto escuchaba, sin saber que dentro de mí existía todo el conocimiento necesario para llegar a una vida profesional y personal plena. Recuerdo cómo hace veintiocho años, antes de decidir estudiar secretariado, me incliné por intentar opositar para el Cuerpo de Policía Local, algo que decidí sin ninguna razón especialmente importante. Todo lo que yo sabía en aquel momento es que quería alejarme de la ya mencionada confección precaria en la que trabajaba, así que no recapacité mucho sobre cuál sería el camino que debía coger, sencillamente un día cualquiera un amigo me aconsejó que me presentara a las pruebas selectivas para policía local, y así lo hice guiada por pensamientos como la estabilidad, el sueldo y la imagen que me podría proporcionar el vestir un uniforme, aunque sin vocación verdadera. Poco tiempo después inicié la preparación de las pruebas físicas requeridas en el examen con la ayuda de un amigo, con el que quedaba todos los sábados muy temprano en las pistas de atletismo del polideportivo de mi ciudad, al mismo tiempo comencé a leer una pequeña parte del temario requerido en mis ratos libres, cuyos artículos se me hacían difíciles de digerir por ser poco interesantes y por el cansancio que padecía después de haber terminado una jornada laboral larga y poco complaciente, aunque ahí estaba yo convenciéndome de que lo que estaba haciendo era perfecto. Tras unos meses de esfuerzo y dedicación sin demasiado entusiasmo, de repente un día surgió una voz interna preguntándome si ser policía era lo que yo quería verdaderamente para mi vida, y sorprendentemente la respuesta salió con la rapidez de un rayo, claramente mi corazón gritó un ¡no! rotundo y tranquilizador, para no dejar duda alguna ante la decisión que debía tomar, así que inmediatamente abandoné la preparación, por supuesto.

      En aquel momento no era consciente de mis facultades, ni a nivel personal ni profesional, no sabía qué quería de la vida, aunque afortunadamente una leve intuición me salvaba de vez en cuando de situaciones erróneas, como había sido el caso de esta última. Una gran parte de mi existencia dependía del mundo exterior, originando que navegara sin rumbo y sintiéndome en muchas ocasiones perdida. Las razones por las cuales solía elegir un empleo podían ser muy variadas, pero casi siempre iban influenciadas por la necesidad de recibir el visto bueno de la sociedad y por el pensamiento de obtener un sueldo fijo que me salvara de la inestabilidad, es decir, de mi propio miedo. En algunas ocasiones, a la hora de elegir un trabajo nos acompañará el ego al que le gusta tanto representar un papel. A veces, la representación de una imagen de poder, autoridad y seguridad, quizás inexistentes en el interior. Pero el verdadero poder tan solo podrá presentarse ejecutando los oficios elegidos con integridad, respeto y humildad.

      Después de esto me incliné por estudiar secretariado, como ya he mencionado anteriormente, no porque sintiera que era mi vocación, sino porque sería lo típico para muchas mujeres de la época. Por otra parte, trabajar en un despacho proyectaba una buena imagen, además de ser una tarea cómoda con un buen horario, sobre todo después de mi experiencia en la fábrica, por lo que un empleo de estas características sería toda una bendición. Inicié los estudios con ilusión y fuerza sin preguntar a mi corazón si este camino tenía algo que ver conmigo, ya que de haberlo hecho no habría obtenido respuesta alguna por la ignorancia existente en aquel momento sobre mí misma, y si alguien me hubiera aconsejado que buscara dentro de mí mis verdaderas capacidades y deseos afirmándome que me estaba equivocando, yo le habría tratado de loco por dicha afirmación, no obstante, se trataría de una experiencia con la que debería crecer. No puedo sin más obviar un comentario que me hizo no hace mucho tiempo el que fue mi jefe hace algunos años, al entregarle un currículum para que considerara mi candidatura para un posible puesto en la empresa él señaló, sabiamente he de decir, que sinceramente él no me veía trabajando en una oficina.

      Son muy pocas las personas afortunadas que realmente tienen un empleo que les haga felices, el cual puedan ejercer con el corazón y, por lo tanto, con efectividad, el resto sencillamente trabajamos por una supervivencia o porque se tiene que trabajar y punto. En ocasiones, la carrera profesional puede ser decidida soñando en la imagen que nos pueda proporcionar, pero una elección de este tipo podría costarnos verdaderos esfuerzos de mantener más tarde, pues podríamos estar nadando contra corriente en relación con nuestra verdadera naturaleza. Por otra parte, hay ciertos empleos que son sinónimo de estatus social y económico, de inteligencia o de elegancia, todo un icono que se ha creado en torno a ello en nuestro mundo, y los cuales elegiremos desde la ignorancia de nuestra propia realidad, y aunque es cierto que muchos profesionales dedicados a ello lo harán por verdadera vocación, la razón para otros, sin embargo, será la de seguir la tradición familiar, la de mantener el estatus sin el que no podrían vivir u otras decisiones materiales como el dinero, todas ellas muy respetables aunque carentes de identidad propia. Sin dudar ni por un momento que existen buenos profesionales en cada función existente en nuestra sociedad, los valores con los que nos movemos quedan alejados de la autenticidad. Es curioso como el hecho de trabajar en un banco es motivo de admiración entre familiares y amigos de la persona en cuestión, considerándolos realmente afortunados por haber conseguido un empleo de estas características. Sí, es cierto que es mucho más cómodo este tipo trabajo que hacerlo en una mina, a no ser que picar piedra fuera una elección libre y personal, pero no puedo ignorar las caras serias y desganadas perdidas en papeles y números carentes de vida que veo en alguno de los empleados de las oficinas bancarias o similares cada vez que tengo que ir a hacer alguna gestión, y no es raro encontrar a la persona que te atiende con un semblante malhumorado y casi sin mirarte a la cara, contestándote como si fueras idiota cada vez que le haces una pregunta sobre el funcionamiento tan «transparente» que tiene la banca, aunque afortunadamente también los hay que son grandes profesionales, los cuales atienden con mucha paciencia y educación ofreciendo lo mejor de ellos.

      En ocasiones nacemos con la profesión ya decidida por herencia, como pudiera ser el caso de pequeñas o grandes empresas familiares. Sin embargo, si se carece de una buena base de autoconocimiento,