El silencio, camino a la sabiduría. Rosana Navarro. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Rosana Navarro
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Сделай Сам
Год издания: 0
isbn: 9788418307867
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de plazo. Un tiempo después solicité algún que otro curso sobre idiomas de nivel superior, a los que me avisaron dos o tres años más tarde y para un nivel de principiante. En ocasiones, los candidatos serán elegidos aleatoriamente desde las listas del paro de aquellos que lo estén cobrando, otras veces por previa solicitud para cursos por los que no tendrán el más mínimo interés y a los que no les darán el más mínimo valor por ser gratuitos. Así que, en la mayoría de los casos, estos serán realizados sin un planteamiento real de lo que en verdad les gustaría hacer a los candidatos, no siendo finalmente aprovechadas estas subvenciones, pues el único beneficio real que proporcionarán será para aquellos que lo gestionaron como también para las empresas involucradas en su creación, para el desempleado que no quiere perder la retribución que está percibiendo y para aquellos que quieran engordar un currículum ficticio.

      En los últimos años, he realizado dos cursos online ofertados por una empresa especializada y subvencionados por el Estado. El primero de ellos lo elegí porque de entre todos los que ofertaban no había ninguno que me interesara, quería continuar con mi formación, aunque no era fácil, pues no disponía de recursos para pagarlo y los cursos que se ofrecían en aquel momento no eran lo que yo necesitaba, de haber existido alguno de francés o alemán lo habría solicitado sin dudarlo. Así pues, al igual que la mayoría de los interesados, solicitaría cualquiera sin importarme el contenido en sí, ni tampoco si sería una continuidad en mi formación o una pérdida de tiempo. Me tragaría una serie de explicaciones como un papagayo en un corto periodo de tiempo, las cuales, por cierto, no recordaría una semana después, para poder realizar y enviar posteriormente el test requerido y recibir el certificado, algo que no sabría muy bien para qué me serviría, pero que quedaría perfecto en mi currículum. El segundo curso que efectué me interesaba bastante, pues además de que la informática me gustaba, es muy importante en el mundo laboral. Debía de terminarlo en el plazo de tres semanas, pero antes de iniciarlo recibí un email solicitándome la realización y envío del test final así como mis datos personales para de este modo enviarme el certificado justificando la realización de este. Mi cara de sorpresa no tenía precio ya que todavía no lo había empezado, estaba claro que se trataba de puro negocio, dando igual si estos se terminaban o no, lo importante sería justificarlos con la documentación necesaria y cobrar las subvenciones. Aunque lo verdaderamente peligroso es hacernos creer que con un cursillo de ciento veinte horas, anunciando que son la fórmula mágica para encontrar el empleo ideal, jugando con la desesperación y la inseguridad de las personas que lo único que quieren es mejorar las condiciones de vida, arrastrados por el flujo de una sociedad materialista, será suficiente para actuar como verdaderos profesionales de la materia. La oferta puede ser muy amplia y pueden ser presenciales, a distancia u online. Nos venden cursos de «Psicología general o criminal y Psiquiatría forense», «Publicidad y marketing», «Auxiliares de la salud», «Masajes online»…, ¿eh? ¿Online? Y muchos otros que nos proporcionarán un ligero conocimiento del tema en cuestión. Convencidos por lo que nos venden y movidos por nuestro ego ardiente en deseos de figurar, creeremos estar capacitados para ejercer, siendo esto sumamente peligroso en el supuesto caso de estar involucrada la salud mental, física o espiritual de las personas, así como la de cualquier ser vivo de este planeta. La llamada vocacional debe ser profunda y consciente seguida de una formación adecuada, y el camino hacia el éxito personal y profesional se encuentra, sin duda, en las profundidades de cada individuo: tan solo tendremos que descubrir qué somos y qué queremos, siendo la confianza, la humildad y la paciencia compañeros de viaje.

      Nada permanece en el tiempo pues todo está en continua evolución, y por lo tanto, dar por hecho que una carrera profesional u empleo, elegidos en un momento determinado de nuestra experiencia, debería de ser aceptado por un largo periodo de tiempo o de por vida si en verdad lo que sentimos es bien distinto, es como encarcelarnos a nosotros mismos y tirar la llave a las profundidades del océano. Las elecciones pasadas, acertadas o no, debemos aceptarlas como enriquecimiento en nuestro desarrollo, pero la verdadera evolución se encuentra en cada acción del presente. Lo que ayer fue una buena opción hoy quizás habrá dejado de serlo, la puerta hacia el crecimiento siempre permanece abierta, sencillamente será una cuestión de elección atreverse a cruzar el umbral.

      Eres mucho más de lo que crees,

      mucho más de lo que has aprendido a ser,

      en ti se haya el potencial para ser feliz.

      Silencia tu mente y deja espacio al sentir

      para que pueda manifestarse la verdad que hay en ti.

      CAPÍTULO CUATRO

      UN SALVAVIDAS

      La ansiedad se había instalado en mi vida, la angustia formaba parte de mi rutina, pero ya no me valían las excusas para huir de ella, no se trataba de una situación en concreto ni un cúmulo de circunstancias en un momento dado, sino de toda yo. Ya nada encajaba, me encontraba sola en un túnel oscuro del que no conseguía salir, así pues, había llegado la hora de pedir ayuda y enfrentarme a la realidad de lo que en verdad me estaba ocurriendo. Al principio dudé en hacerlo porque consideraba que debía superarlo yo sola, tenía la impresión de que recurrir otra vez a la persona que ya me había socorrido en otras ocasiones sería un acto de debilidad o peor, de dependencia, aunque la realidad era que nunca me había sentido de esta forma. Observaba cómo me devoraba el sufrimiento por dentro sin poder hacer nada para solucionarlo, mientras una sensación extraña recorría cada célula de mi cuerpo, dejando a su paso un sabor desagradable, así que sin demorarlo más cogí el teléfono y le llamé.

      Se trataba de alguien que hasta ese momento había sido pieza fundamental en mi viaje de crecimiento. Cuando conocí a mi psicólogo yo tenía veintitrés años, una amiga me lo aconsejó y, aunque la razón por la cual decidí visitarle carece de importancia en este momento, fue la excusa perfecta para empezar lo que ya anhelaba en mi interior. La búsqueda de progreso, de aprender y crecer empezaba a dejarse ver de forma clara, y sin sospechar que él se convertiría en la mano que me guiaría en las situaciones más complicadas de ciertos momentos puntuales de mi vida, comencé una terapia que sería el principio del viaje hacia la comprensión de mí misma.

      Hacía ya tres meses de mi fracaso en las oposiciones cuando empezamos una nueva terapia, o mejor dicho, cuando continuamos con mi trabajo personal, necesitaba saber qué me estaba pasando, enfrentarme a ello y sobreponerme, pues el dolor me estaba matando. Cuando llegué a la consulta me senté en la sala de espera hasta que me llamara para poder entrar. Como era habitual, el silencio inundaba toda la estancia, envolviéndola en una paz dulce que te arropaba para calmar la intranquilidad. Como siempre, el entrar allí me inquietaba, el miedo me atrapaba y el estómago se encogía en un puño, mi mente daba vueltas a mil por hora y la sensación de pánico por las verdades que tendría que enfrentar me incitaban a abandonar. Daba igual las veces que hubiera trabajado con él, pues siempre me sentía como la primera vez, ya que sabía que todo saldría a la luz para ser curado. No tardó mucho en pedirme que entrara, y como era de esperar y debido a que el miedo me debilitaba, al caminar mis piernas temblaban. Me senté frente a él como solía hacer habitualmente, entonces me miró fijamente sin decir palabra, observando cada movimiento, cada gesto, mientras esperaba que yo le contara. Me sentía abatida, destrozada y fracasada, mi mirada era muy triste y mi cuerpo al completo reflejaba decaimiento. No sabía muy bien por dónde empezar, mi voz tenía dificultad para salir de la garganta y me era muy difícil mantener la cabeza erguida pues intentaba evitar su mirada, la cual me traspasaba como si de rayos X se tratara. Allí sentado en su sillón, sin perder ni un solo detalle de mi persona y con la serenidad que le caracteriza en su trabajo, me dijo con voz sosegada que levantara la cabeza, a la vez que me instó a contarle todo lo que me pasaba. Ese fue el comienzo de una labor que sin duda sería muy larga y dolorosa, ya que mi vida había estallado por todas partes.

      Las primeras sesiones fueron muy duras, sobre todo aquellas en las que tuve que hacerme responsable de toda mi vida, aceptando mis errores y enfrentando a mi propio ego cara a cara. A veces tenía la sensación de que el pecho se me iba a partir en dos del dolor tan profundo que padecía, el desgarro interior era intenso, insoportable y debía aceptarlo tal cual, ya no podía huir, no valían las excusas, ni acciones ni personas para evitar el momento, ya no quería eludir más la verdad ni alargar la angustia para desembocar