No llores que vas a ser feliz. Neus Roig. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Neus Roig
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788417743802
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sus hijos e hijas y estos eran dados a otras familias o entregados a familias de reconocida ideología católica y cumplidora de sus preceptos para su crianza y educación o recluidos en instituciones represoras como las cárceles y los manicomios.

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      Carteles de Guerra. Autor: Pedrero. «El Generalísimo». Junta Delegada de Defensa de Madrid. Delegación de Propaganda y Prensa. Madrid, 1937.51

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      Caricatura del fascismo, en el período entreguerras (Primera y Segunda Guerra Mundial).52

      El ejército español se convirtió en el máximo soporte de la identificación política con la dictadura. Franco fue nombrado jefe de los tres ejércitos. Inicialmente, la mayoría de sus ministros fueron militares. Con el lema «Una patria, un estado, un caudillo», traducción del eslogan nazi «Ein Volk, Ein Reich, Ein Führer», se identificaría a la nueva España, especialmente en la prensa falangista.53

      Los niños y niñas que los republicanos habían enviado al extranjero, los que no habían sido repatriados por el bando nacional durante la contienda, una vez terminada la guerra quedaron desamparados o al cuidado de los países en los que habían sido acogidos. Los documentos que los identificaban se perdieron o se destruyeron y los cuidadores, con el tiempo, también desaparecieron.

      Pronto, el aparato del nuevo Estado se puso manos a la obra para identificar y repatriar en la medida de lo posible a los hijos de los republicanos. La Orden de 24 de marzo de 1939 derogaba el matrimonio civil y ordenaba a la dirección de los registros civiles que, junto con el nombre de los padres, identificase si el hijo era natural, adoptado, reconocido o ilegítimo por no estar los padres casados. La Orden de 8 de marzo de 1939 en su artículo 8.1 afirmaba que «ante los desafueros y las tropelías perpetrados por los rojos en los registros civiles, y que habían culminado en un grave estrago dentro de las regiones recientemente liberadas, todas las anotaciones relativas a la paternidad adoptiva o al prohijamiento se debían tachar de oficio, lo que implicaba la nulidad formal a todos los efectos».54 Fue el principio de la primera limpieza represiva, que utilizó a los «niños rojos» como medida coaccionadora contra sus padres naturales. Al desconocer la nueva identidad de su hijo o hija, solo podían callar y acatar las decisiones del Gobierno. «Prefiero que mis hijos vivan con padres adoptivos a que se críen sin padres», afirmaban los padres que sabían que reclamar les costaría la vida.

      La búsqueda de todos los niños republicanos exiliados se intensificó con el fin de repatriarlos a través de las embajadas, los consulados y los enlaces de la Falange y la Iglesia. Los padres sabían por los niños y niñas ya repatriados por el bando nacional que, si iban a recogerlos, debían identificarse y, al hacerlo, serían detenidos y encarcelados por rojos. Era una situación imposible y dolorosísima: si iban a buscarlos, los padres perdían a sus hijos e hijas y los niños y niñas quedaban igualmente a expensas del Estado. De lo contrario, también.

      Los niños y niñas repatriados tras la guerra fueron considerados por la prensa española como un triunfo del Caudillo «en un panegírico de las virtudes políticas, militares, humanitarias y religiosas […] para entronarlo como un líder carismático y absoluto».55 La repatriación de los «niños de la guerra» se veía «como una obra personal del Generalísimo, ya que la reincorporación "a la Patria de estos niños, que la brutalidad roja exportó al extranjero" se debía a su magnimidad como "Salvador"».56

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      Comedor infantil del Auxilio Social de Barcelona.57

      En 1939, el Auxilio Social contaba con 2 487 comedores y 1 561 cocinas de hermandad. La Vanguardia Española publicaba cada día la comida que se iba a servir en los comedores del Auxilio Social barcelonés. La correspondiente al 7 de diciembre de 1939 reflejaba: «Minuta que se servirá hoy en las instituciones de Auxilio Social: "Comedores infantiles": Comida: Sopa de arroz con picadillo. Fabada asturiana. Membrillo. Pan. Cena: Crema de habas. Estofado de carne con patatas. Pan. "Cocinas de hermandad": Comida: Potaje de garbanzos con arroz. Pan. Cena: Alubias estofadas con arroz. Pan».

      Una gran parte de la población española normalizó la nueva situación. España siempre fue un país católico y el hecho de haber reprimido a los insurrectos anarquistas se consideró «un regreso a la normalidad», marcada por el poder de la Iglesia, el ejército y el Caudillo en ausencia de rey. Pronto se olvidaron los grandes avances acontecidos en educación, sanidad e igualdad durante la República. De nuevo, España se sumió en el letargo de la misa diaria y el control social. En el periódico La Vanguardia Española de Barcelona, en su edición del 13 de junio de 1939 se podía leer: «Su Santidad el papa bendice en los soldados españoles a la patria y al Caudillo que defienden la fe católica. Habéis sido los defensores de la fe y de la civilización de vuestra patria a costa de muchos sufrimientos. Os habéis sacrificado con verdadero heroísmo defendiendo la causa del todopoderoso y de la religión y os habéis cubierto de gloria, luchando bravamente, con cristiano valor por vuestra querida patria».

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      El dictador sale bajo palio ante la atenta mirada del obispo de Madrid-Alcalá, Leopoldo Eijo Garay, de la iglesia de San Francisco el Grande, donde se celebraron los funerales por Alfonso XIII, el 3 de marzo de 1941. El palio es portado por militares y saludado por falangistas y militares.58

      La educación, igual que la censura en los medios de comunicación, quedó por completo en manos del clero, que obtuvo el permiso provisional para ejercer el control moral de la población civil. La policía, especialmente «la secreta», integrada por policías vestidos de paisano e infiltrados entre la población civil, inspeccionaba las calles para controlar que se respetara el orden establecido. La enseñanza pública desarrollada durante la República fue duramente castigada, fusilando a miles de profesores, y otros que pudieron escapar se exiliaron para evitar la muerte. Se los consideraba responsables de haber inoculado en la sociedad59 y en las mentes juveniles el virus republicano.60 Como apunta Francisco Morente Valero, profesor de Historia Moderna y Contemporánea de la Universidad Autónoma de Barcelona: «Sencillamente había que aplicar un castigo ejemplarizante a los intelectuales en general, que quitara las ganas a cualquier otro de repetir aquel modelo de vida. Y lo consiguieron […] la purga buscaba también hacer huecos en las escuelas donde colocar a familiares y allegados». La falta de profesores fue suplida por curas y militares. Se calcula que aproximadamente unos 2 500 alféreces se hicieron cargo de la educación de posguerra.61

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      Niños en clase. Auxilio Social de Paracuellos (Madrid).62

      Al actuar sobre las escuelas y sobre la educación en general, el objetivo era erradicar el espíritu republicano para poder imponer definitivamente la política nacionalcatolicista. La educación fascista puso en marcha una eficaz destrucción del liberalismo, la democracia y el socialismo, a la vez que se convirtió en un despliegue de instrumentos de sojuzgamiento de la población con mecanismos de represión social.63

      Las mujeres republicanas que habían sido encarceladas