Recasens explica el silencio que rodeaba las barbaries de la posguerra, como lo que ocurrió en Vilalba dels Arcs (Tarragona) y del que nadie oficialmente tiene constancia.
Hacia mitad de los años cuarenta, con los primeros indultos franquistas, llegó al pueblo un grupo de personas. Los vecinos los capturaron, los reunieron en la plaza del pueblo y los ajusticiaron pinchándolos repetidas veces con agujas de coser sacos. Pinchazos y pinchazos hasta causarles la muerte. Hubo enfrentamientos entre las familias ejecutoras y la de los asesinados. Los militares que custodiaban la cárcel, dícese por compensación o por miedo, soltaron a los que estaban presos, incluidos dos que estaban esperando al pelotón de fusilamiento. Al intentar documentar los hechos, me encontré con que el Ayuntamiento no dispone oficialmente de ningún tipo de información y me negaron el acceso a los documentos en él guardados. Los vecinos de Vilalba no contestaron ni a una sola de mis preguntas sobre los hechos. Nadie se acuerda de nada.11
En la provincia de Tarragona también se incautaron bienes a las familias por ser simpatizantes de la República, pero si pagaban 1 500 pesetas de multa, en algunos casos los podían recuperar. Esta ley de responsabilidad política no se abolió hasta 1961. Por otra parte, también en Tarragona hubo presos de las Brigadas Internacionales, que fueron trasladados a la cárcel de Miranda de Ebro (Burgos). En Tarragona no se ejecutó a ninguno de ellos.
Ramón Nebot y Rosa Roig en la fotografía por la que fueron condenados a muerte.
Joan Ramón Cros Nebot, nieto de Rosa Roig i Boqué, compañera de cárcel de Antonia Abelló, explica que a sus abuelos los detuvieron en Reus por culpa de una fotografía. La familia no quiso denunciar una vez entrada la democracia, solo recuperar la documentación a la que han tenido acceso.
Las tropas franquistas habían entrado el 15 de enero de 1939 y ocuparon Reus. Empezó la purga represiva hacia el pueblo. Mis abuelos eran un matrimonio que militaba en el POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista). Se habían hecho una fotografía de fotomatón coloreada que los representaba vestidos de republicanos. Por ella, fueron denunciados y se les aplicó juicio sumarísimo. Los trasladaron a Tarragona. Los dos con condena de pena de muerte.12
Ramón Nebot ingresó en el Pretorio Romano reconvertido en cárcel de Pilats y su esposa, en el convento de las Oblatas. En el momento de ser detenidos tenían cuatro hijos: Ramón, de seis años; María, de cinco; Juanita, de cuatro; y Rosa, de tres. Ramón y María se quedaron con la familia que pudo demostrar afinidad a las tropas nacionales. A Juanita la enviaron a un convento de monjas en Vitoria y a Rosa, a otro convento de Valencia.
El 16 de noviembre de 1939 comunicaron a Ramón Nebot que sería fusilado al alba. Por la noche, el capellán de la cárcel le confesó y le notificó que, al amanecer, sería trasladado para su ejecución. A los reos se les entregaba papel, pluma y tinta para que pudiesen escribir una carta que sería entregada a la familia a condición de referir que se arrepentían de haber sido republicanos y escribirla en castellano. Así lo hizo Ramón: fue la única forma que tuvo de poder despedirse de su mujer y sus hijos. Su nieto guarda la fotocopia de la carta como un tesoro.
Llegó el camión, los cargaron a todos y el vehículo tomó la carretera del Camí de la Oliva, donde está situado el cementerio de Tarragona. Los pusieron en fila y les dispararon para que cayeran directamente en la fosa abierta. A continuación, se arrojaban unas paladas de tierra encima de los cuerpos y se formaba la nueva fila. Este ritual macabro seguía hasta que todos los integrantes del grupo habían sido fusilados. Esa operación se realizaba casi a diario.
En el cementerio de Tarragona, frente a la fosa, se colocó una placa conmemorativa con los nombres de todos los fusilados. Es imposible exhumarla porque se construyeron nichos encima. Además, aunque se consiguiera abrirla, no se podría obtener ADN de los restos porque han estado mal enterrados y también por las lluvias caídas sobre la fosa. Sería imposible clasificarlos. El 16 de enero de 2010, el Diari de Tarragona anunciaba: «La fosa ha sido dignificada y señalizada y, a partir de ahora, se podrán leer los nombres de las más de setecientas personas que fueron enterradas allí».13 Fue la primera actuación de dignificación de una fosa en Catalunya.
En octubre de 2013 se beatificaron en Tarragona quinientos y pico «mártires» de la guerra. La pompa eclesiástica fue increíble, autobuses llenos de personas que vinieron dos días antes e hicieron actos conmemorativos. «No tuvieron tiempo» ni tan solo se acercaron al cementerio a rezar una oración por los fusilados. Todos los beatos eran curas y monjas y afines a su causa. Los familiares de los asesinados, junto con personas de la sociedad civil, sí fuimos a rendirles homenaje. Mi abuelo y los allí asesinados son tan mártires como ellos. La única diferencia es quién los mató.14
Diario de Guerra
08/10/2013
El catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad Rovira i Virgili (URV) de Tarragona y miembro de la Coordinadora por la Laicidad y la Dignidad, Josep Sánchez Cervelló, ha enviado una carta al arzobispo de Tarragona, Jaume Pujol, mostrando su rechazo al acto de beatificación de 522 mártires de la iglesia muertos durante la Guerra Civil que se celebra el próximo domingo, 13 de octubre, en la ciudad. Sánchez Cervelló repasa la estrecha vinculación de la Iglesia católica con la Guerra Civil y el franquismo. Y considera que el acto masivo de beatificación tiene un «carácter político porque pretende hacer aparecer su institución como víctima de la guerra civil cuando también fue verdugo».15
Como recuerdo y reconocimiento a todas las personas fusiladas durante la Guerra y la Posguerra, reproducimos la carta que Ramón Nebot escribió a su mujer horas antes de ser ejecutado:
Anverso y reverso de la copia de la carta que fue entregada a Rosa Roig escrita por su marido.
Copia a máquina de escribir de la misma carta. Su nieto supone que es el modelo que debió de copiar para que le permitieran escribirla y le prometieran entregársela a su esposa.
Certificado de defunción de Ramón Nebot i Alabart. Murió el día 16 de noviembre de 1939 a las 6:15 h. de «hemorragia interna».
Antonio Vallejo-Nágera no fue el único represor de las mujeres encarceladas. Solo fue uno de los reproductores ideológicos del modelo nazi en suelo español, con los cambios eugenésicos ya mencionados. Podríamos decir, irónicamente, que su método salvó miles de niños y niñas que, de lo contrario, habrían muerto en las cárceles con sus madres o por la falta de ellas. «El mérito de Vallejo no era otro que aportar al régimen, desde la psiquiatría oficial y académica, una pseudofilosofía de la inferioridad y la degeneración social e histórica del adversario político, que amparase acciones, instituciones y políticas de segregación».16
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