No llores que vas a ser feliz. Neus Roig. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Neus Roig
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788417743802
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se convirtieron en asiduas visitadoras de la inclusa y la Casa Cuna madrileñas. Su función era ayudar en los quehaceres domésticos, en el cuidado y la alimentación de los niños recluidos, y buscar ayudas económicas para mantenerlos.

      En un primer momento, tuvieron como principal objetivo el cuidado, atención y vigilancia de la antigua inclusa,14 la Casa de la Maternidad, el Asilo de Huérfanas de la Caridad y el antiguo Colegio de la Paz. Todas estas instituciones estaban situadas en la Manzana de O'Donnell, que comprendía el terreno y edificios situados entre las calles O'Donnell, Doctor Esquerdo, Doctor Castelo y Márquez. En la inclusa se hacinaban más de mil expósitos cada año y morían alrededor del 96 por ciento de ellos.

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      Maqueta de la «Manzana de O'Donnell».15

      La Junta de Damas fue la primera asociación sin ánimo de lucro de mujeres creada en España, con lo que se convirtieron en pioneras en el voluntariado español femenino. Veinte años después de su creación, la Junta de Damas ya tenía cuarenta socias, principalmente hijas de aristócratas o intelectuales de reconocido prestigio. Su ejemplo abrió las puertas a que mujeres de otras ciudades y sociedades españolas las imitaran.16

      La Ley de Beneficencia de 1836 promulgada por el gobierno progresista de Mendizábal ordenó la creación y administración de hospitales públicos, que debían quedar totalmente diferenciados de los establecimientos especiales para locos.17 Así, hasta finales del siglo xix, los hospitales eran pequeños hospedajes de pocas camas regentados por órdenes religiosas de la Caridad. Su función consistía en intentar curar y paliar el sufrimiento del enfermo, aunque una de sus prioridades sociales era apartar a los aquejados de enfermedades contagiosas de sus familias para evitar la propagación de la enfermedad. Algunas de las monjas morían al contagiarse de los enfermos que velaban hasta la muerte. La pulcritud y el esmerado cuidado de estos centros servían para hacer la enfermedad más llevadera al enfermo, ayudándolo en su buena muerte cuando ya no podían hacer nada más por él.

      Las leyes estaban redactadas por las personas que ejercían el poder, que veían a los niños y niñas como una boca improductiva para sus familias y para el Estado. La pobreza extrema y la marginación social, consecuente del sistema familiar establecido, era la que condicionaba a los padres a abandonar al recién nacido, porque, de lo contrario, peligraba la supervivencia de los otros hijos más grandes y ya reconocidos como tales. Una mala cosecha o la muerte de la vaca o del cerdo que estaban criando para alimentarlos condicionaban que el nuevo bebé no pudiese ser integrado en la familia.

      Algunas familias que ya no podían mantener a un hijo o hija, o cuando la madre fallecía en el parto, recurrían al infanticidio desamparando al recién nacido, dejándolo morir desangrado por no suturarle el cordón umbilical o abandonándolo en la calle o en un sitio apartado para que la muerte se produjese por falta de abrigo y alimento. O también lo abandonaban con la esperanza de que alguien lo encontrara y lo llevara a un lugar seguro. Eran prácticas comunes en una época en la que mantener a una familia se hacía difícil, por la miseria en la que se vivía y por el número de nacimientos acaecidos. Los matrimonios podían llegar a tener hasta un parto al año, y eso sin contar los bebés que nacían fuera de él y que la ley y la sociedad consideraban bordes o bastardos.

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      Bebé dentro del cerdo recién sacrificado y niña con el cerdo que van a sacrificar. La importancia de dicho animal dentro de la familia es evidente.18

      A finales del siglo xviii, la infancia y los bebés a veces se consideraban un problema social. Niños huérfanos deambulando por las calles, en busca de arropo y comida, fue habitual en España. En una partida de nacimiento de 1897 guardada en el Archivo Provincial de Tarragona, se hace referencia a un niño que encontrado abandonado en las calles de Reus (Tarragona) y que una mujer llevó a la Casa de Maternidad de Tarragona, donde lo acogieron. Habitualmente se publicaba la situación en el «Boletín Oficial de la Provincia» con el fin de hacer un llamamiento a los familiares y pedirles que compareciesen, pero en la mayoría de los casos nadie reclamaba y el menor pasaba a ser considerado expósito.19

      En los conventos y los hospitales regentados por las Hijas de la Caridad, al igual que algunas iglesias, seguía habiendo «tornos». Eran una especie de puerta giratoria con una repisa en la que se podía depositar al recién nacido para ser atendido por la orden religiosa a la que pertenecía el artilugio. Socialmente, el bebé que entraba por el torno obtenía derecho perpetuo de atención y, por eso, hubo padres que llegaron a introducir niños y niñas de hasta cuatro años ungidos con aceite para facilitar su paso.20

      La diferencia entre el parto anónimo y el torno es que, en el segundo, la propia madre, algún familiar o alguna persona que lo había encontrado abandonado depositaba al bebé una vez nacido. En el parto anónimo, en cambio, se garantizaba la atención y el cuidado a la madre y al bebé antes, durante y después del parto, evitando así muertes innecesarias.

      Los tornos permitían el anonimato del depositante y, por tanto, podía esconder su vergüenza y su identidad al perpetrar el abandono. Estaban construidos de tal manera que, una vez el bebé se encontraba en su interior, la persona perteneciente a la orden religiosa que lo regentaba podía examinarlo y decidir si valía la pena alimentarlo o no, en caso de considerar que estaba a punto de morir. Siempre se registraba la entrada y se bautizaba, motivo por el cual las órdenes religiosas los recogían aunque estuviesen moribundos. Las monjas torneras recibían formación para su oficio y se turnaban ante la ventanilla para que cuando sonara la campanilla que anunciaba que en la parte exterior se había depositado un bebé, fuese recibido y atendido a la mayor brevedad.

      Todo el proceso de recepción y bautismo del bebé, así como su posterior estancia en la inclusa, quedaba documentado y archivado. La creación y principal función de los archivos, así como de sus contenidos, estaba ligada a la propiedad, en especial de las instituciones y del poder. Su función ha cambiado con los años,21 es decir, los archivos se crearon para dar respuesta a las necesidades de los poderosos y para uso de la administración. Solo después han servido para proporcionar información a los usuarios de determinados servicios y a la población en general.

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      Parte interior del torno, Convento de las Hermanas Carmelitas de Vélez-Málaga.22

20

      Torno del Monasterio de Religiosas de la Purísima Concepción, Mercenarias Descalzas de Madrid. En la inscripción consta: «Mi padre y mi madre me arrojan de sí. La caridad divina me recoge aquí».23

      En las maternidades como la Maternitat de Barcelona, identificaban a cada uno de sus internos o internas con una medalla que les colgaban al cuello. En el anverso, la Virgen con el Niño, y en el reverso, el año y el número que identificaba a cada expósito. Los números eran correlativos por riguroso orden de entrada, ya fuese por torno o por haber nacido en la Maternitat. Con esta medalla y consultando los archivos en la Maternitat, se puede averiguar la identidad de la madre y si parió en la Maternitat, aunque se acogiese al parto anónimo. El modelo identificativo siempre fue el mismo.

      Como inciso, y aunque pertenece a una época mucho más reciente, la medalla que se ve en la página siguiente corresponde a un nacimiento acaecido en la Maternitat en 1950. En 2014, la persona identificada con ella consiguió encontrar a su familia biológica, aunque no a la madre, que había fallecido.