Con estos arreglos, el Papa, en efecto, cedía su gobierno de la iglesia en el nuevo mundo a los reyes de España y de Portugal. El papado en esta época era débil y pobre. Sin duda, aquellos papas creían no estar en condiciones de evangelizar un nuevo mundo, pero al no aceptar este reto cometieron uno de los errores fundamentales de la historia papal. La Iglesia Católica en América Latina perdió interés en desarrollar un sacerdocio indígena, puesto que se disponía de un sacerdocio europeo pagado por España y Portugal.
Quizá lo más grave del patronato fue que identificó la iglesia con el régimen colonial. Para los blancos, la iglesia llegó a ser parte del aparato de autoridad y esto, con algunas excepciones que se mencionarán más adelante, les impidió entender el mensaje de Aquel que vino no para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos (Mr 10.45). Para los indígenas, la religión católica representaba la sujeción y las exigencias de la colectividad, mientras que sus antiguas creencias, especialmente las animistas, se relacionaban con sus necesidades personales y con lo muy poco que quedaba de su independencia. Por eso, a pesar de una sumisión a la iglesia, los indios del Perú, de Guatemala y de México guardan intactos en su corazón los dioses antiguos hasta el día de hoy.
¿Cómo se explica, entonces, la relativa eficacia de la evangelización en España? En primer lugar, aunque había lazos estrechos entre el trono y el altar en España, nunca se identificó la monarquía con la iglesia. Los obispos eran nombrados por el Papa y eran responsables ante él. En segundo lugar, el catolicismo no se identificaba tanto con el gobierno como con las aspiraciones nacionales. Una de las grandes aspiraciones de España en aquel entonces era llevar cristianos a todo el mundo, y esto implicaba servir más que mandar. En tercer lugar, a los judíos y moros que no querían bautizarse se les permitió emigrar, y muchos lo hicieron. Esto significa que ellos tuvieron la oportunidad de elegir entre dejarse cristianizar e integrarse así a la nación española, o emigrar, lo que muchos hicieron. Pero los indios del Perú no tenían esta última opción.
Las luchas entre las órdenes religiosas y el clero secular
Una vez divididas las tierras entre los encomenderos, los frailes procuraron agrupar a los indígenas en “reducciones” a fin de apaciguarlos y enseñarles el evangelio. Mientras una región estuviera designada como campo de misiones, no caía bajo la jurisdicción de un obispo, sino del superior de la orden que trabajaba allá. Además, en tanto una región siguiera siendo campo de misiones, los indígenas estaban exentos del diezmo24. Naturalmente, los obispos, respaldados plenamente por el régimen colonial, hacían todo lo posible para acelerar la formación de diócesis y acabar con los campos de misión. Así se ampliaba la influencia del obispo y se incrementaban los ingresos del gobierno25. Como consecuencia, se confiaba a los indios al cuidado pastoral del clero secular antes que hubiesen recibido una adoctrinación adecuada. Como ilustración de la magnitud de esta tarea, es interesante notar que Pedro de Gante, misionero franciscano en México informó que él y su colega bautizaban hasta 14 mil indios al día, y que Pedro de Clamer, apóstol de los negros en Colombia, afirmó haber bautizado 300 mil personas durante su vida26. Los frailes, al vivir juntos en comunidades religiosas, llevaban vidas más disciplinadas y estaban más preparados para hacer la obra misionera. Además, la distancia entre los campos de misión y las diócesis impedía que el clero secular recibiera la influencia benéfica de los frailes, como sucedía en la Península, donde los frailes y el clero secular trabajaban en unas mismas regiones.
La prohibición de ordenar a indígenas
En el año 1536, el obispo de Zumárraga fundó un seminario para la preparación de religiosos indígenas en Tlatelolco, México. Pero cuatro años después, tuvo que informarle al emperador Carlos v que los resultados no eran satisfactorios porque los indígenas no querían someterse al celibato27. El hecho de que este obispo le hubiera escrito directamente al emperador, hace pensar que Carlos v se interesaba personalmente por este experimento. El historiador Johann Specker cree que se procuró ordenar demasiado pronto a los indígenas y que los resultados poco satisfactorios crearon un ambiente negativo para el desarrollo de un sacerdocio indígena28. No hay noticias de que el experimento se repitiera en el Perú, y no cabe duda de que se usó el resultado negativo en Tlatelolco como argumento contra cualquier intento posterior de preparar religiosos indígenas. Sin embargo, hay motivos para creer que hubo otra razón de mayor peso para la oposición a un sacerdocio indígena.
Llama la atención que la política adoptada para la ordenación careciera de uniformidad. El primer concilio de la iglesia celebrado en México en 1555 prohibió la ordenación de todo moro, indígena, mestizo o mulato, mientras que los concilios en Lima de 1552 y 1567 se limitaron a prohibir la ordenación de indígenas29. Probablemente, había suficientes sacerdotes de origen español en México para permitir una política más estricta. Se nota también una divergencia entre la política del Papa y la del rey de España. Muchos mestizos, por ser ilegítimos, estaban excluidos del sacerdocio, pero, por dominar ellos los idiomas indígenas, había urgencia de utilizar sus servicios. Por eso los papas Pío v (1566–1572) y Gregorio xiii (1572–1583) dieron muchas dispensaciones para ordenar mestizos. Sin embargo, el 2 de diciembre de 1578, el rey Felipe ii prohibió a los obispos en sus territorios ordenar más mestizos30.
El hecho de que la prohibición no se limitara a indígenas, y que dos papas estuvieran dispuestos a seguir una política más liberal que la del rey de España, hace pensar que otro especialista, Robert Ricard, tiene razón al decir que la oposición a la ordenación de indígenas se debía al celo de los colonos españoles por su posición social. Aun entre los blancos había discriminación. La corona española, al nombrar obispos para Hispanoamérica, casi siempre prefería a los españoles de nacimiento. Por eso, cuando América Latina se independizó a principios del siglo xix, el 50% del clero, incluidos casi todos los arzobispos y obispos, eran peninsulares. Los demás, con pocas excepciones, eran criollos de origen español31. Además de los problemas creados por esta situación durante la Independencia, y después de ella, como veremos después, la experiencia misionera protestante demuestra que para extirpar el sincretismo de los indígenas se necesita el liderazgo espiritual de estos mismos indígenas. Hay motivos para creer que la ausencia de un ministerio indígena contribuyó significativamente a la superficialidad de la evangelización durante la época colonial, y después también.
La falta de contacto espiritual con el resto del mundo
La reconquista tenía como objetivo restablecer la pureza religiosa y cultural de la Península Ibérica. La caída de Granada fue seguida en el mismo año por la expulsión de los judíos inconversos y, en 1501, por la de los moros no cristianizados. El movimiento protestante que surgió después en España fue cruelmente extirpado por la Inquisición. Era natural, entonces, que se mantuviera la misma pureza religiosa en los territorios nuevos. Toda persona que salía de España hacia América debía probar de antemano que durante dos generaciones ningún familiar suyo había sido condenado por la Inquisición32. Esto, además del monopolio comercial, aisló a Hispanoamérica casi totalmente del mundo no español. El aislamiento trae consigo la atrofia y la debilidad espiritual. El hecho de que Hispanoamérica se dejara influir tanto por el racionalismo como por el romanticismo francés a fines del siglo xviii y durante el siglo xix, se debe a la falta de inmunidad producida por el aislamiento. Probablemente por la misma razón